Nada es absolutamente abstracto
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Bárbaro M. Reyes Mesa, Pango, tiene «fama» de ser un pintor del abstracto, pero si uno se fija bien en sus cuadros, nota referencias demasiado evidentes de un aquí y un ahora, de una cotidianidad recreada (incluso, fragmentada) por el artista.
Esas manchas, esos desgarros, esos graffitis «escritos» sobre una superficie más o menos anónima, van armando una metáfora bastante diáfana del paso del tiempo, del tropel de emociones del individuo ante las reacciones del medio.
La galería Orígenes del Gran Teatro de La Habana acoge la muestra «Mente desnuda», con cuadros del pintor cubano junto a fotografías de un artista alemán: Johannes Barthelmes.
Y ahí está, precisamente, otra muestra de que el mundo de Pango, onírico y hasta con toda intención absurdo, no es absolutamente «abstracto». El diálogo entre pintura y fotografía es perfectamente coherente.
Por momentos la pintura funciona como «contexto» de una imagen fotográfica, por momentos la foto parece continuidad de un estado de ánimo.
Barthelmes expone fotografías de sus viajes a la India y Cuba, escenas por momentos dramáticas, por momentos esperanzadoras, siempre marcadas por una fuerte personalidad.
Es una auténtica lucha entre las luces y las sombras, a la que el pintor también se suma, en su caso con franca vocación por lo informal. El caso es que las dos visiones, siendo tan diferentes, acoplan. Incluso, cuando los lenguajes no «interactúan» en una misma obra.
«Mente desnuda» estará en Orígenes hasta la próxima semana.
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Miguel Roberto
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