ENTREVISTA: Frank Fernández, un piano latino en el Tchaikovsky

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ENTREVISTA: Frank Fernández, un piano latino en el Tchaikovsky
Fecha de publicación: 
29 Marzo 2012
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La invitación de la mejor escuela de piano del mundo al cubano Frank Fernández, para interpretar a Rajmaninov en el conservatorio Tchaikovsky, fue una deferencia devenida reto y un desafío convertido en honor para la cultura latinoamericana.

El maestro caribeño del piano, con más de 650 obras compuestas de todo tipo en su haber, asumió la reverencia hecha por la cuna del piano en el orbe para deleitar al público moscovita con el segundo concierto del compositor más ruso de este país.

Unos dos mil espectadores, incluida gran parte del cuerpo diplomático acreditado en esta capital, conoció del virtuosismo de Fernández al actuar el 22 de marzo junto a la Sinfónica de Moscú en la Gran Sala del Tchaikovsky, a un año de ser remozada.

La química para unir a casi 80 músicos con el consagrado pianista cubano estuvo a cargo del joven director holandés Arthur Arnold, quien traspasó barreras de idiomas y latitudes para unir en un todo que se dio a conocer en una interpretación muy ovacionada.

Prensa Latina fue testigo de varios momentos de la estancia del gran maestro cubano en Moscú y de su orgullo de ir a un ensayo para plantear pautas al desafío, de la alegría de la interpretación y de la nueva meta de ofrecer aquí una clase magistral.

Frank Fernández estrenó en casi todo para Cuba y América Latina en Rusia, pero tuvimos la oportunidad de conocer cómo valoró él mismo la experiencia de su visita a esta urbe y su opinión sobre otros temas más generales.

-¿Qué significó ser invitado a presentar el segundo concierto de Serguéi Rajmaninov para piano y orquesta en la Gran Sala del Conservatorio Tchaikovsky?

-Se trata de la sala con la mejor acústica del país y una de las seis mejores del mundo. Es un gusto doblemente grato para mí con un concierto con la Gran Sinfónica de Moscú, con el concierto número dos de Rajmaninov, el más ruso de todos los conciertos.

Eso pedírselo a un latinoamericano es una concesión realmente, una muestra de respeto, pues siempre piden que toques piezas cubanas o latinoamericanas, como si no tuviéramos la posibilidad de hacer piezas de nivel mundial.

Para los rusos, el compositor que representa el alma rusa no es Peter Tchaikovsky, sino Rajmaninov. No se trata de mi opinión, ni un tema para discusión, sino algo que los rusos entienden así, aunque aman a Tchaikovsky, pues con ello no se le quita ningún mérito.

Pero con ello preciso que pedir un concierto del más ruso de los compositores de este país es un homenaje para la escuela cubana de piano, para las escuelas de arte, para la cultura de la isla.

A ello sumamos el hecho de que el concierto es uno de los más famosos de todos los de Rajmaninov y, según analistas, entre los cuatro conciertos más famosos del mundo de todos los compositores.

Tal situación, si bien fue un verdadero reto para mí, creó tensiones extra musicales, pues ese concierto lo han tocado aquí no solo los grandes pianistas de toda la historia rusa, sino los grandes pianistas de todo el mundo que han venido a Rusia.

El otro hecho que le da trascendencia desde el punto de vista de expertos, profesores y amigos nuestros como el empresario Bartan Tonoyian, que gestionó nuestro viaje a Rusia, es que se toca en la sala más prestigiosa de Rusia, la Gran Sala del Tchaikovsky.

El hecho de que pidan una obra tan famosa de la música clásica rusa fue un honor para mí, también personal, porque en mi pueblito natal de Mayarí, para un mayarisero, ello es un verdadero honor.

Viktor Marzhanov fue mi maestro, en agosto próximo cumple 93 años y es uno de los grandes maestros que quedan vivos de la gran escuela rusa de piano, considerado un mito, una leyenda viva.

Si bien todos los maestros, desde mi madre que me puso las manos en el piano, Margot Rojas, que fue una alumna de Frank Luis, me ayudaron a conocer la escuela de piano del siglo XIX, la época de oro del piano, Marzhanov fue el colofón y barniz final de una formación.

Esa formación que empieza en Mayarí, muy ligada a la música tradicional cubana, pero con la enseñanza de mi mamá, porque ella daba clases de Amadeus Mozart y de Ludwig van Beethoven.

Mi madre tenía una academia en Mayarí natal y el primer concierto que escuché fue, precisamente, el segundo de Rajmaninov.

Después iba para casa de Martín Meléndez, director de la banda municipal y allí, con solo cuatro años, escuchaba a Sindo Garay, Manuel Corona, Miguel Matamoros y a Benny Moré.

Tuve una formación bastante arbitraria, también debí ganarme la vida en centros nocturnos, acompañé a Elena Burke. Pero eso empezó como un medio de vida y terminó por ser una gran escuela.

Después pasar por La Habana, tener contacto con más de 36 países y terminar aquí en el Tchaikovsky es una formación poco usual, pero que a mí me llena de alegría y riqueza espiritual.

-¿Nos podría hablar de algunos de sus trabajos para el rescate de la música cubana en general, en especial sus orígenes?

-Ninguna de las cosas que me han pasado ha dejado de ser importante porque empezar en Mayarí (localidad en el oriente cubano) y terminar en Moscú, es como un arcoíris de posibilidades.

Sin Mayarí, no tuviera el conocimiento de la música popular cubana, y yo he dedicado mucho tiempo a promover a los padres de la música tradicional cubana como Ignacio Cervantes y Manuel Saumell.

En realidad ellos son los padres de la música cubana, en general. Ambos son los compositores de lo cubano en la música clásica, pero antes de eso estuvo el padre Esteban Salas, considerado el primer músico de formación clásica cubana, del cual Miriam Escudero ha hecho un muy buen trabajo de investigación.

Pero su música sonaba como la música clásica europea de la época. No lo digo como un demérito, sino como un hecho objetivo, y ello no permitió que fuera el primer punto de partida de la música cubana, la cual, llamada así, identifica al ser cubano, la cubanía.

Eso es, como diría la escritora Mirta Aguirre, algo no describible, pero sí identificable, relacionado con la manera de amar, de sentir, de caminar o de comer de los cubanos.

Saumell y Cervantes son los padres de la música cubana con sus danzas y contradanzas. Fui el primero en el mundo en preparar su edición completa con la editora Sociedad de Autores Españoles, en un libro y en disco.

Se habían hecho las grabaciones de todas las danzas de Cervantes por una convocatoria de un alumno mío. Pero el grabar juntas todas las danzas y contradanzas de ambos compositores me lo propuse y me lo aceptaron.

Además, hice el primer disco en 1985, después que Ernesto Lecuona no se grababa, con el disco Lecuona plays Lecuona, y tuve la suerte que se convirtió en el primer Premio Egrem de la música clásica en ese año. Luego se pasó a CD, ligado con Ignacio Cervantes.

-Conocemos que además de ser un afamado pianista, también tiene una larga trayectoria como compositor, ¿nos podría hablar de los planes inmediatos en ese sentido?

-Hay 650 obras inscritas, pero hablar de composición para mí es bien difícil, pues Cuba es una tierra de grandes músicos y hay tantos buenos compositores, y mi prestigio en el mundo fundamentalmente se desarrolló mucho más como intérprete.

Acabo de terminar un disco, donde hice una recopilación de obras relacionadas con el devenir de etapas importantes de la Revolución, que fue un pequeño obsequio que le hice a Fidel Castro en su 85 cumpleaños.

Me di cuenta yo de cuántas cosas he compuesto, tanto para orquesta, como para piano o ballet, como el 90 aniversario de Alicia Alonso, que se abrió con un ballet con mi música, bailado por Viengsay Valdés y coreografía de la camagüeyana Tania Vergara.

Por cierto, Viengsay acaba de ser calificada como uno de los seis mejores bailarines del mundo y la cuarta entre las mujeres.

El ballet no tiene un argumento definido, es como el espíritu de la danza que se posa y se detiene ante algunos privilegiados, y en este caso todos sabemos que Alicia fue, es y será uno de los casos más privilegiados.

Lo cierto es que yo recibo un placer enorme cada vez que compongo algo, ya sea para piano, para orquesta o para cine; el proceso de creación me da un placer enorme.

Ahora, planes para componer no me gusta hacer mucho. Yo casi siempre dependo de que me pidan las cosas, y la mayor cantidad de música que yo he hecho han sido cosas que me han pedido.

Me da mucha tristeza saber que grandes compositores, iguales o superiores a mí, tienen su música en una gaveta y pasa tiempo y nadie las convierte en sonido y la música mientras no suena, no existe.

Por estos días se recuerda un día terriblemente significativo y cruel de la relación de la historia y los compositores.

Un día 21 de marzo nació Juan Sebastián Bach, y junto a él Modest Musorgski, así como la cubana Niurka González, flautista de primer nivel que llevamos como 10 años en la preparación de un concierto y ahora le garantizo que lo vamos a hacer de todas formas.

Pero en el caso de Bach, que se le considera el más famoso de todos los compositores populares y una de las figuras cumbres de la música mundial, estuvo 100 años oculta su composición musical.

La mayoría del tiempo estuvo oculta en la Catedral de Leipzig, donde descansa ahora su tumba en Alemania. Él era organista.

Desconozco las razones de por qué no tocaban su música y estuvo un siglo oculta para el mundo. Lo redescubrió Félix Mendelssohn, otro organista que 100 años después de la muerte de Bach reveló sus fugas, sus preludios, sus corales y otras obras.

-¿Nos podría hablar de sus planes más inmediatos como compositor, pedagogo y músico en general?

-Aparte del concierto en Moscú, cuando llegue a La Habana tengo que hacer cinco conciertos de Beethoven con la Orquesta Sinfónica Nacional, pues estos nunca se han grabado en Cuba. Para mí es un honor que me dieran la oportunidad de hacer en Cuba el ciclo completo del compositor germano.

Hay muy pocos artistas latinoamericanos que puedan grabar los citados conciertos, pero lo hacen por separado, por eso grabarlos todos es una tarea realmente titánica.

Al mismo tiempo, es un trabajo formativo, como recorrer el final del siglo del clasicismo y entrar en el siglo del romanticismo.

Beethoven fue el último gran clásico y el primer gran romántico, y en ese período estaban las figuras de Mozart y Joseph Haydn y en el romanticismo, Rajmaninov, Robert Schumann y Frederick Chopin, entre otros.

Pero Beethoven es el único compositor que está en una época de transición y que es un grande en ambas corrientes. Por eso es que resulta un reto tan grande grabar los cinco conciertos.

Además, debo terminar un DVD de la música de Chopin.

Fuera de Cuba, además de esta gira importante, actualmente estamos contactando con empresarios alemanes porque me han invitado a la Ópera de Berlín y preparamos una gira en julio de este año, la cual incluiría Hamburgo, Colonia, Frankfurt y Berlín.

-Nos gustaría que nos hablara del significado de ser invitado a ofrecer una clase magistral en la Sala Blanca del Conservatorio Tchaikovsky con la complejidad de las piezas de Beethoven.

-La invitación para impartir una clase magistral fue algo inesperado para mí, pues ni ellos me habían invitado, ni yo pensé que me tocaría hacer algo así.

Si bien mi esposa, Alina Neira, chelista y muy buen músico, dice que mi maestro Marzhanov hace muchos años proponía que dictara una clase magistral.

Lo que sí recuerdo haber hecho aquí es una clase abierta, que consiste en trabajar con algunos alumnos de la cátedra de piano, una de las cuales la preside Marzhanov.

Neira me sugirió que sería interesante para el conservatorio hablar de la música clásica cubana como Cervantes o Saumell.

Lo sorprendente fue que el rector del conservatorio me dio plena libertad de escoger las obras, incluidas de la música universal, para impartir la clase magistral.

De esa forma, yo propuse a dos de los cinco conciertos (el segundo y el quinto) para piano y orquesta, que constituyen un paradigma y un reto para todos los pianistas del mundo.

Los cinco conciertos en sus notas, en sus sentimientos, en sus formas de escribirse, son la evaluación del clasicismo al romanticismo. Haber escogido esas obras fue un atrevimiento mío, un intento de probar mis fuerzas.

Me siento muy honrado por eso. Aunque la clase, con esas complicadas obras, siguió a la interpretación del segundo concierto de Rajmaninov. Es como prepararse para correr 100 metros planos y al otro día correr 400 metros.

Los amantes del deporte en mi país deben saber que eso es un reto para todos los atletas.

Preparar bien un concierto ya es un mérito grande, pero hacerlo con tres en menos de 48 horas es complicado y hasta peligroso, pero yo no dejo ningún guante en el suelo.

-Tenemos entendido que la Orquesta Sinfónica Nacional también estará por Moscú próximamente, ¿qué detalles puede ofrecernos al respecto?

-La Sinfónica Nacional está invitada aquí para mayo próximo. Yo creo que es un reencuentro con los lazos tan profundos que hubo entre Cuba y Rusia desde todos los puntos de vista. Debemos rescatar los vínculos culturales.

He tenido la dicha de que no he estado alejado demasiado tiempo de aquí. También yo he querido hacerlo, yo amo mucho al pueblo ruso.

Creo que las relaciones culturales entre los pueblos de Rusia y Cuba son un hecho histórico que debe rescatarse y la visita de la Orquesta Sinfónica Nacional a Rusia es otro aporte en ese sentido.

-¿Qué cree de la cultura como puente permanente de relaciones entre los pueblos?

-De hecho, el arte tiene la virtud de romper los hielos más duros, anchos y poderosos, y después se dan más fácilmente los entendimientos, aun cuando haya puntos de vista políticos o ideológicos diferentes.

Los entendimientos entre los pueblos, cuando como punta de lanza está el mensaje de paz, amor y espiritualidad que lleva el arte, y dentro de ello la música como idioma universal, es un progreso importante. Como dijera José Martí, es el alma de los pueblos.

El arte en general y la música en particular poseen un nivel de persuasión, convencimiento y de ternura mucho mayor que cualquier proyecto o cualquier discurso teórico.

-¿Cómo valora el estado de la composición en Cuba de la música clásica y cómo incentivar esa dirección del desarrollo de la música?

-En cuanto a la salud de la música clásica en estos momentos, tanto para compositores como para intérpretes, siempre ha tenido como dificultad la falta de promoción, lo cual es un problema mundial.

Lamentablemente, a la música clásica la tienen como adorno muchas personas que no son verdaderamente cultas, o como un disfrute espiritual o aquellas muy sencillas, pero que sienten la cultura.

Hay personas alejadas de la cultura clásica, siendo universitarios, y otros muy humildes que tuvieron entrenamiento musical o una madre músico y conocen a los clásicos como en mi caso, que conocí esa música por mi madre, quien poseía una academia.

Pero la música clásica en Cuba siempre ha tenido carencia del respeto absoluto que se merece y es la menos divulgada. Pero ese asunto posee un carácter universal.

Por otro lado, se le debe hacer la promoción a un evento que me pidieron presidir, es decir, el Festival de Música de Cámara, que se realizará en noviembre próximo, y ahí pedimos a cada grupo que lleve composiciones. Este año será para las orquestas de cámara.

Queremos promover la música clásica realizada por orquestas de cámara como Música eterna, la Camerata Romeu, la Orquesta de Cámara de La Habana, la Orquesta Solistas de La Habana, la Orquesta de Cámara de Holguín y la Orquesta de Cámara de Camagüey, entre otras.

Desearíamos que mediante gestiones de las embajadas de Rusia en Cuba y viceversa nos ayuden a gestionar la posible presencia de un cuarteto de cámara ruso en el citado festival.

Además, en el foro deben presentarse obras cubanas compuestas para orquestas de cámara. Pero si no se hace un esfuerzo para divulgar el evento o crearle condiciones, los compositores se van a ver poco estimulados, entonces ese tipo de música va a ser menos comprendida.

La música clásica no necesita de un nivel universitario, solo de un entrenamiento, así que si esa música clásica se divulgara mucho más, el pueblo cubano tendría más amor del que tiene por ella. Todo lo que te repiten tú lo amas.

Estamos en una situación en nuestro país que si bien es un fenómeno mundial, contamos con divulgación exagerada de expresiones musicales de las más embrutecedoras.

Nosotros podemos divulgar más la música clásica porque aunque no es la más importante, es una expresión donde Cuba se ha lucido y posee grandes nombres, no solo intérpretes, sino compositores.

La barrera del sonido quien más la ha roto y se le debe rendir honor a ella es Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba que, siendo una expresión de las llamadas eruditas, cultas y supercultas, ha logrado tener una aceptación masiva.

Ello quizás está relacionado con ese empeño, por su gran calidad, pero también por su carácter, por su persistencia y por su genialidad, y todo el mundo le ha prestado atención a Alicia por ser una de las bailarinas más respetadas del mundo de todos los tiempos.

Pero lo cierto es que si en Cuba a mucha gente que ama y respeta el ballet le divulgáramos más la música clásica, la amarían y respetarían mucho más que ahora.

Asimismo, si nuestro país lo primero que hizo al triunfar la Revolución fue alfabetizar para aplicar la máxima de José Martí de ser cultos para ser libres, ¿cómo es posible que le hayamos dedicado tanto espacio a una música de bajísimo nivel literario y musical?

Si ser culto fue una demanda de Martí para ser libres, entonces, ¿acaso se trata ahora de ser brutos para ser colonizados? Nos podrían estar colonizando con la incultura.

Creo que debe haber una evolución, pero también un límite de buen gusto y sensibilidad humana. Entiendo las diferencias dentro del mismo rock de los Beetles o de Emelson Lake and Palmer, pero lo que no puedo entender es que algo se haga famoso por estúpido o grosero.

Quizás le podríamos estar haciendo el juego al Imperio, pues esas expresiones de embrutecimiento vienen de un concepto comercial y de la oferta y la demanda, cuidado con el diablo que se disfraza de cordero muchas veces.

*Corresponsal Jefe de Prensa Latina en Rusia.

Comentarios

Realmente todo un acontecimiento la presencia de artistas de Cuba en Rusia, deseamos que se incremente el intercambio cultural.

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