La bella cubana: Especiales regalos para Beatriz Márquez
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En este mismo portal publiqué unos días atrás una entrevista con la musicóloga Alicia Valdés, madre de La bella cubana. Entonces me dijo:
“La Bella Cubana es una de las grandes satisfacciones que el estudio de la música me ha proporcionado porque es el resultado de una elección. Como te dije anteriormente la ejecución pianística me aterraba porque de niña era muy tímida y no me gustaba que me mirasen. Al final del camino elegí la investigación de la música y el análisis de la obra creacional de compositores cultos y populares, y la música popular contemporánea. Hoy, y desde hace varios años, investigo la presencia de la mujer en la cultura musical cubana, con contribuciones notables y visibles. El programa cultural La Bella Cubana es uno de mis más visibles y notables resultados como investigadora.
Creado en abril de 1999 marcó, desde entonces, una importante dirección en la visibilidad, promoción y reconocimiento de las cubanas que han enriquecido y consolidado el escenario artístico de esta Isla. Mucho se habla de la obra de los “Padres Fundadores” pero la creación musical de las “Madres Fundadoras” no ha contado con la cobertura informativa que merece. El escueto tratamiento dado al aporte cultural femenino impide que hoy comprendamos la continuidad histórica y los nexos relacionales entre nuestras antepasadas y nosotras.
El sistema de discrímenes que ha obstaculizado el acercamiento a la verdadera historia del quehacer femenino en los escenarios musicales, atraviesa todos y cada uno de los ámbitos sociales mostrándonos cuánto queda por indagar y cambiar. Esta realidad nos convoca a la urgente búsqueda de información y al reanálisis de sus contenidos pero desde una perspectiva más racional.
La Bella Cubana cumplió ya 17 años de vida, y al tiempo que nos permite hacer un reconocimiento público a la vida y obra de figuras femeninas de la música, nos enriquece a través del intercambio directo y afectuoso con quienes fueron, son y serán valiosos puntales del patrimonio cultural cubano”.
Siguiendo este argumento el tercer sábado de junio sirvió para que la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, resultara pequeña para un homenaje a Beatriz Márquez un “valioso puntal del patrimonio cultural cubano”.
La jornada conducida, como siempre por Alicia, estuvo llena de lo que su creadora llama “regalos espirituales”. Se reunieron un grupo de creadoras y creadores cercanos a Beatriz y que compartieron recuerdos y fechas memorables en sus vidas.
El primer gran regalo fue la interpretación del Coro Exaudi que bajo la dirección de María Felicia Pérez, ofreció números cercanos a la cantante homenajeada; impresionante fue también el grupo Coral Retro y la incursión como animadora o cantante de Marta Campos.
Pero el regalo espiritual que sorprendió, creo que hasta a la propia Beatriz, fue escuchar al maestro Roberto Valera como cantante, con (según sus palabras) “la única canción que conoce”. Luego declamó un poema a instancias de la musicalísima.
Ella, por supuesto, cantó y empezó por… Espontáneamente, no podía ser de otra forma: en el público una admiradora le dijo que unos cuantos años atrás su esposo la enamoró con esa canción y cada vez que están en una situación especial, terminan tarareando el bolerón.
Beatriz interpretó otras canciones, pero sobre todo recibió el cariño de compañeros y de un grupo de seguidores, que se sienten felices porque esa protagonista de La bella cubana es el Premio Nacional de Música del 2016, galardón que compartió con Guido Lopez Gavilán y que ambos merecen con creces.
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