Habaneros: ¿Maravillados por la Maravilla?

Habaneros: ¿Maravillados por la Maravilla?
Fecha de publicación: 
2 Junio 2016
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En diciembre de 2014 cientos de millones de personas en todo el planeta votaron porque La Habana fuera elegida como  Ciudad Maravilla del Mundo Moderno. Este junio será la entrega oficial de tal distinción por la fundación suiza New7Wonders.

La capital cubana se prepara para el acontecimiento con festejos, cantos y otras iniciativas. Pero, ¿hasta qué punto sus habitantes perciben que la suya es una de las siete ciudades-maravilla junto con La Paz (Bolivia), Beirut (Líbano), Doha (Catar), Durban (Sudáfrica), Kuala Lumpur (Malasia) y Vigan (Filipinas)?

Bernard Weber, el creador  y presidente de la fundación que organiza estas selecciones, declaró que esas ciudades resultaron escogidas en un “ejercicio democrático global” porque “representan la diversidad global de la sociedad urbana”.

Por su parte, Efraín Sabás, de la Dirección Provincial de Cultura y encargado de la dirección artística  de las celebraciones, había asegurado a la prensa que “Lo que hace a La Habana merecedora de ese título, son las personas. Su gente la convierten en maravilla”.

Seguramente Sabás se refería al calor humano, la cordialidad, carisma y jovialidad con que se asocia a los habaneros y a los cubanos todos.

Sin embargo, somos esos mismos pobladores carismáticos y joviales quienes también atentamos contra la ciudad: Desde aquel que lanza por la ventanilla del auto una lata de cerveza vacía, el que vacía la carretilla llena de escombros en la esquina cuando nadie mira, el que convierte una sobria fachada art decó en remedo de jaula para conejos por tanta reja fea que le adosa, hasta quien le decapita árboles sin razón.

sucio parque 06Basura que tiran los habaneros en la orilla del malecon

Claro que en asuntos de sentidos de pertenencia, donde las dan, las toman. Porque es cierto que no abunda el orgullo de ser habanero, al menos de manera explícita; pero también lo es que no abunda el real empoderamiento de sus pobladores y nadie les consulta para cerrarles tal o mas cual porción de la ciudad para filmaciones de películas o pasarelas.

Ya lo decía la doctora Ana Tania Vargas Alfaro, del Centro Provincial de Cultura Comunitaria: “El sentido de pertenencia, con toda la carga afecto-cognitiva que conlleva, es elemento arraigante y movilizador de la actividad grupal, y lo que es más importante, constituye un generador de valencias y cohesión intragrupal”.

Esta Ciudad-Maravilla que es La Habana tiene dolencias acumuladas por décadas y a ojos vista: la pavimentación de calles y aceras, la red de acueductos y alcantarillados, la iluminación, el mal estado del fondo habitacional, el transporte, la higiene, infraestructuras de apoyo a la familia, horarios locos que cierran establecimientos e instituciones justo cuando la gente termina el trabajo y puede acudir a ellos…

Darles solución a todos esos pendientes, que siguen engrosándose, no queda directamente en las manos de sus habitantes. Falta de recursos, bloqueo, constituyen innegable tantos en contra. Pero también es probable que ciertos enfoques y estrategias hayan cortado las alas al verdadero empuje y desarrollo local.

Recuérdese que La Habana no es solo el casco histórico. Y si una comunidad determinada constata que muchos recursos y fuerzas se concentran de pronto en su terruño porque lo visitará un personaje, entonces el barrio pierde confianza, se desmoraliza la autoridad local.

De todas maneras, a pesar de esos y otros dolores, la  indagación La Habana: Jóvenes, barrios e identidad. Apuntes desde la investigación social, a cargo de las profesoras universitarias Ana Isabel Peñate Leiva, Subdirectora del Centro de Estudios Sobre la Juventud, y Dalgis López Santos, investigadora de dicho centro, evidenció que los jóvenes encuestados “con independencia de los barrios donde habitan, tienen una identidad que guarda puntos de coincidencia, lo que demuestra una unidad en torno a la identidad nacional, juvenil y como capitalinos.”

Ambas habían estudiado muchachos de cinco barrios tradicionales de la capital cubana, diferenciados, entre otros puntos, por su nivel socioeconómico: Náutico, Pogolotti, Jesús María, Guaicanamar y La Víbora.

Al conversar con una familia vecina sobre la condición de La Habana como Ciudad Maravilla, sus integrantes, diversos en ocupaciones y edades, coincidieron al apuntar a esta reportera que tal vez la maravilla que, en determinados espacios citadinos para la recreación y el ocio,  apreciaban turistas y cubanos de altos ingresos, ellos no podían disfrutarla; de ahí que no se identificaran con lo que otros celebraban.

altAlgunas maravillas de la capital cubana, alabadas por foráneos, son desconocidas por una parte de los habaneros, que no dispone de poder adquisitivo para acceder a ellas.

Sin dudas, es muy heterogénea la población habanera, que reúne a cerca de la quinta parte de los cubanos en solo un 0,7 por ciento del área de toda la Isla. Y en este pedacito se concentra cerca de un 30 por ciento de los profesionales del país y es generada buena parte del producto interno bruto de Cuba completa.

Tan variopinta es La Habana que no solo en sentido figurado le llaman la capital de todos los cubanos. En la concreta, son tantos los venidos de otras provincias instalados en esta ciudad, que más de un sociólogo y también arquitectos y urbanistas comentaron en algún momento cómo la capital se ruralizaba.

Entre ellos, el gran amante de La Habana que fuera el arquitecto Mario Coyula, apuntaba al respecto a la colega Maylín Legañoa: “el Vedado se está desurbanizando, ruralizando, pero ya es un problema de la migración de zonas rurales, gente que vivía en el campo, llega aquí y quiere criar gallinas, sembrar plátanos en el jardín y luego hace una jaula para meter el carro, si ya lo tiene.”

Más ecuménico parece proyectarse en este sentido el historiador de la ciudad, Eusebio Leal: “La Habana (…) hoy es más representativa porque hay personas de todas las provincias y a mí no me molesta, como indigna a ciertas capas sociales, en las que los cubanos venidos de otras provincias son vistos con cierta ojeriza. Ellos, a pesar de haber venido por necesidad y no por placer turístico, se integran hoy a la vida de la ciudad y le dan una visión más amplia y más completa de la realidad de Cuba y de la capitalinidad de La Habana”.

De cualquier modo, ya sea desde la ojeriza o el aplauso, los instalados aquí sin ser habaneros de pura cepa, tampoco parecen muy deslumbrados hoy con la maravilla de esta capital. Al menos, así lo declara Ramona Nodarse, nacida en Buey Arriba y radicada en La Habana hace 54 años: “imagínate, cuando llegué aquí, que venía del puro monte, todo me parecía lindo, limpio, grande… Pero ahora, ya no veo tan grande mi apartamento de micro y sí encuentro bastante sucio el barrio, la gente tira basura donde quiera. Yo, que soy oriental -y a mucha honra-, cuido esto más que algunos de los nacidos aquí”.

Aun cuando los visitante foráneos parecen sentirse atraídos de manera particular por los almendrones, los barrios marginales, los solares –que no solárium- , por esas paredes descascaradas tan llevadas y traídas en fotos y videos; en lo personal no creo que esas sean las verdaderas maravillas de La Habana.

altHay quienes prefieren de La Habana sus paredes descascaradas

Mildred, residente de la Dionisia, uno de esos barrios donde abundan techos de fibrocemento, tendederas y gallos, declara sentirse ofendida con “los que vienen de fuera a retratarse aquí como si esto fuera… no sé qué. Desde la cerca cualquiera le pinta fiesta al león, hay que meterse en la jaula”.

En cuanto a quienes parecen venir a solazarse con los aires retro de la ciudad, con esos espacios que parecen detenidos en el tiempo, el fallecido Coyula reflexionaba: “Pasado y presenten se confunden y yo no puedo pensar en La Habana como la Habana del pasado, sería loco. Las ciudades no se pueden congelar y esta es una ciudad que tiene que cambiar, la cuestión es cómo cambia, hacia dónde cambia y en qué forma se maneja y gestiona ese cambio”.

 

altFundada el 16 de noviembre de 1519, a esta Villa de San Cristóbal de La Habana  la identifican, entre otras cosas, por la alegría y hospitalidad de quienes la habitan. La capital de todos los cubanos reúne a más de dos millones de habitantes.

De todas formas, según los resultados de la votación para elegir las ciudades maravilla, parecen haber razones “a pululu” para que esta Habana haya motivado a tantos. Son las que sobre todo pueden verse caminando por las calles de La Habana, sonriendo a pesar del calor, de las colas, de las guaguas, de… Son las mismas que se apuran para ayudar a la señora que casi se cae con tanta jaba al hombro, las que responden amables cuando se les pregunta una dirección, y si no la saben de todas formas contestan y preguntan al de la otra acera.

 

Hablan y sonríen, tararean, hacen un chiste, brindan un buchito de café y sonríen, desafían al mal tiempo con buena cara, aunque la procesión vaya por dentro.

 

altLa Habana, declarada Monumento Nacional en 1978 y en 1982, Patrimonio de la Humanidad; es, esencialmente, su gente.

No es posible asegurar si el habanero de hoy es más o menos solidario, más o menos hospitalario o educado, pero lo cierto es que su forma de ser sigue llamando la atención especialmente a quienes no son del patio.

Sin dudas, tenía razón el suizo Bernard Weber, presidente de la New7Wonders, cuando al anunciar los resultados de la votación en Dubai, indicaba que “Por primera vez en la historia humana,  más de la mitad de la población de nuestro planeta vive en ciudades, y esta elección subraya el carácter radicalmente desafiante de nuestro mundo”.

 

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