Extranjeros en la mira de los «rebeldes» libios
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Una gran cantidad de arrestos y reportes de abuso contra trabajadores inmigrantes han surgido en Libia desde que los rebeldes capturaron Trípoli el mes pasado, dijo el domingo la organización Human Rights Watch.
Miles de extranjeros han quedado atrapados en una telaraña de sospecha, mientras los combatientes rebeldes persiguen a lo que queda de las fuerzas de Muammar Gadafi.
El exmandatario libio contrató a algunos extranjeros como mercenarios, pero muchos otros tienen empleos ordinarios en Libia, y los rebeldes que han luchado contra el régimen de Gadafi parecen esforzarse poco para distinguir unos de otros en realidad.
El temor a ser confundido con un mercenario ha hecho que algunos extranjeros se oculten.
«Todos los negros están en la mira», dijo Tony Biney, un maestro ganés que se quedó en casa con su esposa por dos semanas antes de arriesgarse a salir.
Los rebeldes libios detuvieron por varios días a 19 cocineros y trabajadores petroleros ucranianos acusados de ser en realidad francotiradores al servicio de Gadafi.
«¿Cómo podemos ser francotiradores», preguntó airadamente el cocinero Maksim Shadrov en un centro de capacitación para trabajadores petroleros en Trípoli, donde él, su esposa y otros 17 ucranianos estaban detenidos.
«Ellos son viejos. Ella es una mujer. No somos francotiradores», dijo. Incluso un comandante rebelde reconoció que no tenía evidencia de lo contrario, pero aun así los retuvo.
En la Trípoli gobernada por los rebeldes, la gente de piel oscura, aun si es de nacionalidad libia, está en riesgo porque se sabe que Gadafi reclutó soldados del África subsahariana.
Un funcionario rebelde calculó que unas 5000 personas han sido detenidas desde que los rebeldes tomaron la capital libia. En un improvisado centro de detención, las condiciones para los detenidos libios eran aceptables, pero los africanos subsaharianos estaban presos en celdas sobrepobladas con un hedor a podredumbre, dijo Human Rights Watch. Los detenidos se quejaron de falta de agua y de sanidad.
Las detenciones han creado un problema de imagen para la dirigencia rebelde, que depende en gran medida del apoyo de Occidente y ha prometido construir una nueva Libia basada en el régimen de la ley.
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