Un camino amarillo entre Miami y La Habana (FOTOS)
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El camino para la total normalización en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos es largo y tortuoso, pero Carlos Díaz y su compañía El Público están haciendo lo suyo desde hace algún tiempo; antes, incluso, del anuncio de proceso de restablecimiento de las embajadas.
Los vínculos entre la compañía habanera y FUNDarte, una organización no lucrativa que promueve la diversidad cultural en Miami, han dado como resultado algunos proyectos conjuntos, en los que han participado creadores cubanos, residentes en Cuba y los Estados Unidos.
El más reciente se está presentando por estos días en la capitalina sala Trianón, sede habitual de El Público, después de su estreno el pasado mes en el Miami Dade County Auditorium.
Se trata de Yellow Dream Road (El camino del sueño amarillo), una puesta de Díaz a partir de un texto del dramaturgo cubano Rogelio Orizondo.
De este autor, El Público ya había montado con gran éxito de público y crítica Antigonón, un contingente épico, que protagonizó una de las largas temporadas de la compañía en La Habana.
Yellow Dream… revisita las coordenadas conceptuales y estilísticas de un dramaturgo bien peculiar, perfectamente reconocible en el panorama teatral cubano. Pero Carlos Díaz (no podía ser de otra manera) “viste” la armazón original con un aliento personalísimo, que le otorga una dimensión extrañamente lírica, por momentos epatante, casi siempre onírica, que va sin traumas de lo grotesco hasta lo poético…
Lo de Orizondo es lo de siempre: monólogos de aparente (y momentánea) incoherencia, sentidos que no se explicitan, ocultos en metáforas duras y desparpajadas; ardua línea dramática, pletórica de digresiones y citas; humor crudo y hasta cruel…
Aquí se habla de las relaciones entre dos ciudades unidas por la historia y por la gente (a pesar de los evidentísimos escollos), de los conflictos de los emigrados y de los que decidieron quedarse en la isla, de la religiosidad variopinta de un pueblo, de rupturas dolorosas y encuentros vocingleros…
Nadie pretenda encontrar una versión más o menos convencional de El mago de Oz, a pesar de las claras referencias de la puesta. Que esta Dorotea (en este caso Dorotea Castillo) vista exactamente igual que la Dorothy Gale de Judy Garland en la famosa película, que Espantapájaros, León y Hombre de hojalata también remitan a aquella visualidad, no es garantía de fidelidad a un argumento.
El mago de Oz (y el célebre camino de ladrillos amarillos) es aquí cuerpo de una relectura casi anárquica, pero perfectamente contextualizada.
La sucesión de monólogos pudiera parecer demasiado larga a parte del público, pero Carlos Díaz se las arregla para construir interesantes entramados escénicos, sustentados en la enfática caracterización de los personajes, la sugestiva coreografía y los vistosos diseños de vestuario.
El elenco luce perfectamente comprometido con la puesta. Mabel Roch y Lili Rentería protagonizan momentos particularmente emotivos. Javier Fano demuestra una vez más la amplitud de su registro (notable la manera en que usa su cuerpo, la fluidez de sus transiciones). Y fortísimos aplausos para un fuera de serie: Osvaldo Doimeadiós, que es actor de recursos casi infinitos, hasta el punto de que el espectador nunca puede descubrir las costuras tras la máscara…
Yellow Dream Road subirá nuevamente a la escena el próximo fin de semana.
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