Jorge Luis Sánchez: un apasionado del cine histórico

Jorge Luis Sánchez: un apasionado del cine histórico
Fecha de publicación: 
2 Diciembre 2015
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El cineasta cubano Jorge Luis Sánchez vive y respira historia, y así lo demuestra en su filme Cuba libre, con el cual pretende seducir al público asistente al XXXVII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, que mañana iniciará sus andaduras.

«Yo creo que yo resucité. Me fascinan las películas de época, incluso como espectador también me gustan las cintas bélicas. Siempre he sentido atracción hacia esas películas, pero no como citas arqueológicas, sino dialogando con lo contemporáneo», declaró el realizador a Prensa Latina.

Es importante que el conflicto ilumine el presente —añadió—, no debe asumirse como letra muerta, sino una lección para el presente. Mis primeros trabajos como asistente fueron largometrajes como Clandestinos; Hello, Hemingway y Baraguá, todos de temática histórica, dijo.

Cuba libre, que se estrena el viernes en el marco de la principal cita fílmica del país, es para él una prueba más, ya que las proyecciones anteriores las considera irrelevantes y el Festival habanero deviene escaparate perfecto para la verdadera interacción con el público general.

El director opinó que pese a que la película ya tuvo su premier no es un medidor que indique demasiado, pues a esta asisten «las personas que te quieren por encima de todo» y no se debe confundir con un estreno, pues la primera se trata más de un golpe publicitario.

«La prueba de fuego para Cuba libre es este evento, así podré constatar las reacciones de un público menos enjuiciado y gente de otros países que aportarán nuevas miradas ya que no conocen sobre el fenómeno histórico que se relata», en referencia al conflicto de 1898, cuando Cuba dejó de ser colonia de España.

En medio de este trance político y social Estados Unidos aprovechó la cobertura e implantó un modelo neocolonial en la isla y ese fenómeno es en síntesis lo que narra la más reciente producción de Sánchez, pero contada en gran parte desde la óptica de dos niños.

Ante la interrogante de si en Cuba cintas como Cuba Libre pueden clasificar como superproducciones, el cineasta de 55 años replicó que en el país nunca se han dejado de hacer películas de gran presupuesto, al menos desde la percepción de la economía nacional.

«Nuestras superproducciones están ajustadas a nuestros propios medios, me gusta hablar del cine con discreción y no con altisonancias, aun así es cierto que para este proyecto se dispuso de muchos recursos. Se nota a simple vista: la vestimenta de los ejércitos y construir un pueblo nuevo para la historia lo ameritaba», dijo.

Citó, además, clásicos de antaño que también clasifican con dicha etiqueta, como Lucía y Cecilia, aunque también aclaró que aspiraciones cinematográficas de este tipo conllevan no sólo un esfuerzo extra en sentido monetario, sino también de material humano.

Se refirió también a la salud del cine cubano actual, que considera positiva, solo que con una producción que oscila entre los 10 o 15 filmes al año es difícil establecer un marcador porque —a su juicio— en cualquier país para sacar una decena de largometrajes de primer nivel hace falta una producción de al menos un centenar.

Aunque sí consideró vital cuidar más de la integridad de los audiovisuales en tiempos de digitalización y piratería, ya que muchas veces el producto se ve en la calle antes del estreno, incluso sin estar terminado, lo que atenta contra la frescura del mismo cuando se enfrente a una exhibición en una sala.

Sánchez consideró que las nuevas tecnologías no acabarán con el cine ya que el video, el Internet y la televisión no pudieron y «nunca se podrá substituir la experiencia de ir a un cine con un TV plasma de 50 pulgadas. Hay que mejorar los circuitos de exhibición y actualizar las ofertas en cartelera y así será posible vivir en armonía», concluyó.

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