Obama, banquete y guerra nueva
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El presidente Barack Obama rendirá homenaje este miércoles por la noche a más de un millón de tropas estadounidenses que combatieron en Irak con un banquete a un grupo representativo en la Casa Blanca. El banquete para 200 personas, la mitad de personal militar o veteranos y el resto sus acompañantes, incluirá a miembros de los 50 estados y de los territorios estadounidenses.
Algunos invitados están en sus veintes, otros en sus cincuentas. Uno sirvió sólo unos meses en Irak, mientras que otro fue enviado seis veces. Algunos dejaron el servicio activo por heridas que les cambiaron la vida, pero la mayoría está en servicio. Una viuda representerá a los seres queridos de casi 4.500 estadounidenses que murieron.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que el presidente había invitado a los veteranos de Irak a una cena en el Salón Este "para destacar los extraordinarios logros y sacrificios de los hombres y las mujeres" que sirvieron en una guerra larga y difícil.
El presidente, que calificó a la guerra de tonta y apresurada antes de su inicio, no ha perdido la oportunidad de celebrar su final, con discursos frecuentes, visitas a las tropas y promesas de asegurar el trato favorable a los veteranos que regresan, tal como el candidato Obama había prometido en el 2008.
Entre los invitados está el sargento de Infantería de Marina Eric Alva, el primer estadounidense herido en Irak. Alva, de 41 años, perdió una pierna al pisar una mina pocas horas después del inicio de la guerra.
Ahora es Irán, ésta sí es la guerra de Obama
El mundo está al borde de una nueva conflagración: naves de guerra de Estados Unidos y su peón en Medio Oriente, Israel, avanzan por el Golfo Pérsico con claras intenciones de atacar a Irán. A continuación, un análisis sobre la justificación que de esta inminente guerra hace el académico israeli-americano Amitai Etzioni. El argumento de este autor es aleccionador por el desgraciado papel que en él juegan los prejuicios racistas, el desprecio por la evidencia empírica (al igual que en el caso de Irak, donde contra todas las evidencias, se decía que poseía armas de “destrucción masiva”), y el inmoral entrelazamiento entre los intereses empresariales y los planteamientos teóricos prevalecientes en el mundillo académico norteamericano.
Amitai Eztioni es uno de los sociólogos más influyentes del mundo. Nacido en Alemania y emigrado a Israel en los años fundacionales de ese Estado, se radicó tiempo después en Estados Unidos donde inició una larga carrera académica que lo llevó a transitar por varias de las más prestigiosas universidades de ese país: Berkeley, Columbia, Harvard, hasta culminar, en los últimos años en Washington, D.C., como Profesor de Relaciones Internacionales de la George Washington University. Pero sus actividades no se limitaron a los claustros universitarios: fue permanentemente un hombre de consulta de diversos presidentes estadounidense, especialmente de James Carter y Bill Clinton. Y desde el 11-S, con el auge del belicismo, su voz ha resonado con creciente fuerza en el establishment estadounidense. Hace pocos días ofreció un nuevo ejemplo de ello.
Incondicional apologista del Estado de Israel, acaba de publicar en la MilitaryReview, una revista especializada del Ejército de Estados Unidos, un artículo que pone en evidencia el “clima de opinión” que prevalece en la derecha estadounidense, en el complejo militar-industrial y en los más encumbrados sectores de la administración, y muy especialmente en el Pentágono. El título de su artículo lo dice todo: “Un Irán con armas nucleares, ¿puede ser disuadido?” La respuesta, huelga aclararlo, es negativa. Esta publicación no podía llegar en un momento más oportuno para los belicistas estadounidenses, cuando reiteradas informaciones –silenciadas por la prensa que se autodenomina “libre” o “independiente”- hablan del desplazamiento de navíos de guerra estadounidenses e israelíes a través del Canal de Suez y en dirección a Irán, lo que hace temer la inminencia de una guerra.
En varias de sus últimas “Reflexiones” el Comandante Fidel Castro había advertido, con su habitual lucidez, sobre las ominosas implicaciones de la escalada desatada por Washington en contra de los iraníes, cuya pauta no difiere sino en lo anecdótico de la utilizada para justificar la agresión a Iraq: acoso diplomático, denuncias ante la ONU, sanciones cada vez más rigurosas del Consejo de Seguridad, “incumplimiento” de Teherán y el inevitable desenlace militar. Las sombrías predicciones del Comandante lucen optimistas en comparación con lo que plantea este tenebroso ideólogo de los halcones estadounidenses. En una entrevista concedida el miércoles pasado a Natasha Mozgovaya, corresponsal del periódico israelí Haaretz en Estados Unidos, Etzioni ratifica lo expresado en la Military Review, a saber: Irán pretende construir un arsenal nuclear y eso es inaceptable. La única opción es un ejemplarizante ataque militar, y es preferible desatarlo un mes antes y no diez días después de que el satanizado Irán disponga de la bomba atómica. En su artículo el profesor de la GWU insiste en señalar que cualquier otra alternativa debe descartarse: la diplomacia fracasó; las sanciones de la ONU carecen de eficacia; bombardear las instalaciones nucleares no cambiaría muchos las cosas porque, según declaraciones del Secretario de Defensa Robert Gates, lo único que se lograría sería retrasar el avance del proyecto atómico iraní por tres años; y, por último, la disuasión no funciona con “actores no racionales” como el actual Gobierno de Irán, dominado por el irracionalismo fundamentalista que contrasta con la mesura y racionalidad de gobernantes israelíes que asesinan a activistas humanitarios en pleno Mediterráneo. Por consiguiente, lo único realmente eficaz es destruir la infraestructura de Irán para imposibilitar la continuación de su programa nuclear.
Ese ataque, agrega, “podría ser interpretado por Teherán como una declaración de guerra total”, pero como las tentativas de diálogo ensayadas por Obama fracasaron es urgente e imprescindible adoptar drásticas medidas si Estados Unidos no quiere perder su predominio en Medio Oriente a manos de Irán. Por sus grandes reservas petrolíferas -sólo superadas por Arabia Saudí y Canadá, y muy superiores a las de Iraq, Kuwait y los Emiratos- Irán excita el ansia de rapiña del imperialismo estadounidense, que con el 3% de la población mundial consume el 25% de la producción mundial de petróleo. Además, no hay que olvidar que la guerra es el principal negocio del complejo militar-industrial, de modo que para sostener sus ganancias hay que utilizar y destruir aviones, cohetes, helicópteros, etcétera. Así, la diabólica pareja formada por la “guerra preventiva” y la “guerra infinita” continúa inalterable su curso, ahora bajo la presidencia de un Premio Nóbel de la Paz cuyo servilismo ante tan oscuros intereses unido a su falta de coraje para honrar ese premio coloca a la humanidad al borde de un abismo.Y esta guerra no puede decirse que sea parte de “la pesada herencia de mis predecesores”, como suelen decir los gobernantes afectos a la resignación y el inmovilismo. No es la guerra de Bush continuada por su sucesor, sino que es un genuino producto de la nueva administración imperial. Llamemos las cosas por su nombre: esta es la guerra de Obama.
Atlio Borón
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