Osvaldo Montes: 20 años con el Lado oscuro del corazón
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En el mundo del cine, como en la propia vida, el tiempo puede sepultar una obra o llevarla hacia lo más alto del imaginario colectivo de los espectadores. En este último caso aparece una cinta argentina que se estrenó hace ya dos décadas y con el paso de los años ha cobrado valor de símbolo para varias generaciones de latinoamericanos. Eso explica que, a pesar de haberla visto mil veces, muchos sigan disfrutando, como el primer día, la extraordinaria experiencia que significa reencontrarse con el Lado oscuro del corazón.
La película, de Eliseo Subiela, es un certero ejemplo de que las buenas historias, aunque carezcan de un gran soporte tecnológico, son joyas que apuntan directamente al corazón.
Porque, ¿quién no se ha sentido identificado alguna vez con su protagonista (Dario Grandinetti,), que deja media vida en los bares y cantinas de la noche porteña mientras recita poemas de Oliverio Girondo y Mario Benedetti como un sorprendente manual de seducción?
El hondo calado de la cinta es resultado también de una banda sonora que impacta como una revelación en las emociones del espectador y subraya magistralmente su argumento narrativo. De ahí que no son pocos los que atesoran en su colección personal este puñado de piezas que más bien parecen otro poema musicalizado. El responsable de este misterio de la creación sonora es Osvaldo Montes, un ser que, como el personaje central de la película, tiene mucho de tipo bohemio que recorre las noches bonaerenses para encontrar la fuente de inspiración.
“El lado oscuro… es un ejemplo clásico de magia porque todos los que participamos en su creación sentimos que fuimos parte de algo muy importante. Yo, por mi lado, estoy orgulloso de haber trabajado en esa cinta que marcó un antes y un después en mi carrera”, explica el compositor argentino a este redactor durante su más reciente viaje a la Isla.
Montes ha dado forma a una trayectoria de referencia en el séptimo arte, en la que ha creado la música de filmes como Tango Feroz, Plata Quemada, Cenizas del paraíso, (Marcelo Piñeyro) y Pequeños Milagros, de Eliseo Subiela. A su expediente artístico sumó hace poco su primera obra junto a un realizador cubano. Se trata de la banda sonora del filme Vinci, del director y guionista Eduardo del Llano “Fue una gran experiencia el trabajo en esa película que tiene muchos valores artísticos y la exigencia a nivel de música es muy diferente. Es una cinta que representa muy bien las búsquedas creativas de un grupo de cineastas latinoamericanos”, expresa.
En principio apunta que nunca se pondría el traje de director. “El cine es muy difícil porque tiene un lenguaje muy especial. Por eso respeto mucho a los realizadores y creo que cada uno debe ir a lo que le toca, como decimos popularmente: zapatero a tus zapatos”.
De todos modos, no da el portazo definitivo a la posibilidad de colocarse en el futuro detrás de las cámaras. “Lo que he pensado es un documental que refleje la relación entre director y compositor, la cual cuenta con muchos casos emblemáticos en la historia del cine, como son, entre otros, los dúos de Nino Rota y Federico Fellini; Alberto Iglesias y Pedro Almodóvar; y, por qué no, Osvaldo Montes y Eliseo Subiela”, revela, y deja entrever entonces que quizás un día se le pueda descubrir presentado su propia película en un Festival de Cine de La Habana.
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