La filosofía de El Secreto

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La filosofía de El Secreto
Fecha de publicación: 
2 Septiembre 2015
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A todas las personas que amo. El secreto de mi vida son ustedes.

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El Secreto, escrito por Rhonda Byrne en 2006, le ha dado la vuelta al mundo y ha cambiado la vida de muchas personas. Algunos se mantienen escépticos ante lo que plantea el libro, también convertido en un documental. Los más optimistas han puesto todas sus energías y pensamientos en creer en esa filosofía que plantea que todo se rige por la Ley de la Atracción y que todo lo bueno que podamos desear es posible desde nuestro interior.

 

Según El Secreto nuestra mente es el instrumento más poderoso capaz de atraer a nosotros lo que deseemos, pero también lo que permanezca como imagen en la memoria. O sea si tenemos pensamientos negativos estaremos atrayendo situaciones semejantes.

 

No importa si comenzamos la frase diciendo “No quiero tal cosa”. El secreto no procesa estructuras verbales sino sujetos, temas, y en ese caso la “tal cosa” es el centro de atención. Es decir debemos cambiar nuestra concepción de los deseos, no enfocándonos en lo que no nos gusta sino en lo que sí deseamos apasionadamente y que ya sabemos que nos hace felices.

 

Cuántas veces me quejé de tener dolores de cabeza o de sentir hambre cuando aún no estaba lista la cena. Muchas veces. Y en cada una recuerdo que mi madre me decía: “mientras más pienses en eso, peor te sentirás”.

Ella no sabía de El Secreto ni de leyes de atracción, pero estaba en lo cierto. Mientras más energía y tiempo le dedicaba a la idea del dolor o el hambre más incómoda me sentía.

 

Yo no diría que dejar de mencionar el tema me quitara el hambre o el dolor instantáneamente, pero el hecho de comenzar a pensar en otra cosa era reconfortante.

 

En estos casos (no precisamente tiene que ser apetito o jaqueca, me refiero a cualquier situación adversa) cuando echamos a un lado ese pensamiento incómodo, el cerebro le da prioridad a otro tema. El malestar queda relegado a un plano inferior. Entonces a nivel sensorial, es como si no existiera, porque en ese momento mi mente está concentrada en otro asunto. No lo sufrimos. Y cuando nos damos cuenta ya la pastilla que habíamos tomado nos hace efecto o pasó el rato y llegó la hora de la cena. Desapareció el mal momento. Funcionó la ley de la atracción porque escogimos pensar en algo más tranquilo y saludable y eso fue lo que recibimos.

 

Los pesimistas se detendrían a lamentarse porque el dolor duró más de la cuenta.  Ciertas personas tal parece que respiran mientras auguran desgracias.

 

Nos hemos acostumbrado a sufrir doblemente los malos momentos, porque les dedicamos tiempo antes de que lleguen e irremediablemente cuando nos tocan estos nos hacen sentir peor de lo que ya estábamos.

 

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¿No es más fácil pensar en lo opuesto? ¿Por qué no visualizar la dicha en lugar de su antónimo? Eso sería mucho mejor y saludable.

 

En el libro se habla de alguien que estaba ya frustrado de recibir muchas facturas, pero no dejaba de pensar en eso y cada vez las facturas se acumulaban más en su buzón, hasta que se visualizó en una situación contraria.

 

Bueno, yo, sin darme cuenta, he pasado por eso recientemente. Desde que comenzó el calor estaba preocupándome por la cuenta de la electricidad, que ya había venido alta la última vez. Pensaba que si el calor aumentaba los gastos también. En un momento determinado decidí no torturarme más porque, en definitiva, lo que yo no quería era pasar calor y de cualquier manera tenía que usar los equipos electrodomésticos.

 

No me van a creer, pero, a pesar de que aún no me había contagiado con El Secreto, la ley de la atracción funcionó. En los dos últimos meses no he dejado de encender ventiladores o aire acondicionado, cualquier cosa que me refresque. Sin embargo, las cuentas disminuyeron con respecto a fechas anteriores.

 

No me detuve a calcular kilowatts ni nada por el estilo. La verdad es que me sentí dichosa, aunque este fuera un ejemplo minimalista. Pero en ese momento era una prueba de que sufrir por adelantado era totalmente contraproducente y dedicarle energía a esos gastos solo me traería más problemas.

 

Confieso que me daría cualquier cosa por experimentar el mismo resultado con la comida y los dulces. Ojalá pueda comer felizmente y no engordar. Según El Secreto se puede lograr, aunque en esa categoría aún no lo he conseguido.

 

El Secreto dice que cuando ya hemos decidido lo que realmente queremos en nuestra vida, tenemos que imaginarlo como si ya lo poseyéramos, como si pudiéramos disfrutar de él desde ya.

 

Bueno, ustedes podrán pensar que esto es una frivolidad  y aparecerán los que prefieren no imaginar tanto para no quedar decepcionados luego, “por si no se da”.

 

Si nos concentramos en lo que queremos, según la ley de la atracción esto llegará aunque parezca un acto de magia. Bueno, a mí me gustaría darle otro sentido. Y es que el hecho de imaginar y sentir como real ese sueño ya es de por sí un regalo porque cuando llegue lo habremos disfrutado doblemente. Y si acaso tarda en realizarse, el hecho de haberlo soñado junto a la fe que pusimos en ello, nos darán la fuerza para esperarlo hasta el momento indicado o iniciar nuevamente el camino, en caso de que no lo hayamos obtenido en el “primer intento”. Esa es una estrategia mucho más placentera que la de la duda.

 

secreto feliz con globos

 

Dudar es parte de la naturaleza humana. Pero dudar todo el tiempo nos frena. Es mejor pensar “yo sí puedo”.

No se trata de conformismo o de engañarnos a nosotros mismos, sino de aprender a vivir la vida de la manera más inteligente y satisfactoria posible.

 

Un pensamiento positivo puede atraer más recompensas que uno negativo.

 

Nunca estaré de acuerdo con aquello de “si te pegan, pon la otra mejilla” porque no me gustan los golpes ni la humillación. Pero algo sí he aprendido aun en mi corta experiencia, y es que los males pueden ser detenidos con buenas acciones.

 

Si ante situaciones adversas reaccionamos con madurez, humildad e inteligencia, los resultados quizás no serán exactamente los esperados, pero sí más positivos que si afrontamos la vida con mala vibra.

 

Una sonrisa encuentra a otra sonrisa. Una frase amable siempre será bien correspondida. Y si iniciamos así nuestra jornada, al final del día nos habremos sentido mejores, plenos.

 

Por qué ir por el camino de la infelicidad si podemos escoger el otro. Ser feliz es algo que se escoge, es una actitud ante la vida, aun en medio de momentos duros.

 

"Convertimos el odio en energía", decía un fotograma de un documental que el cubano Santiago Álvarez dedicó a Viet- Nam. Eso hicieron los vietnamitas mientras resistieron por años los cientos de bombas que Estados Unidos lanzó sobre su tierra. Ellos usaron ese odio como fuerza para crecer, y hoy muestran un país mucho más bello.

 

Amar la vida así como la recibimos y empeñarnos en mejorarla sin hacerle daño a los demás es el mejor camino, y no es difícil, solo hay que proponérselo. Nosotros somos parte de ese cambio del mundo. No digamos más “esto no se puede”. Empecemos cambiando nuestras propias vidas. No esperemos  que otros vengan a  darnos algo que entonces nos convertirá en mejores personas. En nuestro interior está la respuesta.

 

La felicidad no es un secreto. Esta disponible para todos, pero tenemos que aprender a recibirla.

 

En uno de los quioscos de Arte en la Rampa alguien pegó un cartel que decía “Ámalo todo y serás feliz”. Leer aquello fue algo así como una revelación. Yo no estaba esperando recibir señales ni lecciones esa tarde… o quizás sí, y no lo sabía conscientemente. Pero definitivamente fue algo que me tocó. Es de esas frases, o personas, o libros, películas, imágenes o canciones que llegan a uno y de pronto sentimos que nos comienza a cambiar la vida.

 

Cuando comencé a leer el secreto supe que ya yo era parte de esa filosofía sin haber consumido dicha literatura. No tolero escuchar decir” tú sueñas demasiado”. Por qué habría de soñar uno menos. No le veo el sentido a eso, es como si quisieran frenarme o frenarse ellos mismos, los incrédulos.

Bueno, todavía soy joven y, por supuesto, no he cumplido todos mis sueños, pero sí muchos. No sé si todo lo que deseo se cumplirá, pero por mí no va a quedar. Si sueño, pues que sea en grande. Luego el tiempo dirá si pudo ser o no.

 

Antes de conocer el libro ya sospechaba que soy afortunada, y lo soy porque quiero serlo. Tengo la mejor familia del mundo, conozco el amor, lo disfruto cada día, me siento orgullosa de mis amigos y ellos de mí. Eso me reconforta sobremanera. Tengo salud, una profesión y un buen trabajo. No tengo todas las cosas materiales que quisiera, pero agradezco cada día las que poseo y esto me hace sentir bien. Para mí todo esto son tesoros.

Hay quienes tienen mucho más y no son felices. Es como si se propusieran ir por el camino de la tristeza y la inconformidad. Una vez leí en un artículo “no compres objetos, compra experiencias”. Al cabo de los días leí lo siguiente en el muro de Facebook de alguien a quien quiero mucho: “Collect moments, not things”. Nunca he podido olvidar estas palabras. Desde que las escuché se han convertido en mi máxima.

 

secreto be happy azul

 

Cuando muestro mis fotos a los amigos o cuento las anécdotas, la gente me dice: “Ay, pero tú, tan joven, cómo has hecho cosas”. O “Imagínate, yo no puedo, es que para eso hace falta dinero”… y cosas parecidas a esas. Yo ni remotamente tengo el dinero suficiente que se supone necesario para hacer todo lo que tengo en mi mente desde que soy una niña, todos los viajes que quiero, saltar en paracaídas, conocer la nieve… pero eso no me frena.

 

Sin tener toda la logística, que a los cubanos nos gusta tomar por justificación, he hecho casi todo lo que he querido. Sin dinero me he bañado con delfines, subí el Pico Turquino, vi los amaneceres y atardeceres más bellos desde los dos extremos de mi isla de Cuba, la cual he recorrido casi completa. Buceé junto a cientos de peces justo en el momento en que estaban desovando, un fenómeno que ni siquiera los buzos profesionales pueden presenciar a menudo. Conozco el rostro de las tortugas cuando están poniendo sus huevos. Dormí dos noches a la orilla del mar en Varadero, a pesar de que las autoridades decían que éramos posibles emigrantes y nos fuimos sin una multa. Me bañé en las cascadas más increíbles y heladas de las montañas cubanas y como chocolate a cada rato, aun cuando en las tiendas los venden caros y se pierden.

 

O sea que la cosa no es cuestión de dinero sino de actitud ante la vida. Ninguno de esos sueños los hice realidad teniendo mucho dinero, muy por el contrario. De hecho casi todas esas experiencias las he vivido gracias a las amistades que he cultivado. Claro que me mortifica que el salario no nos alcance a ninguno y que muchas de esos momentos no pueda costeármelos yo misma. Eso es algo por lo que tenemos que luchar también. Pero no puedo quedarme diciendo que yo no puedo hacer esto o aquello por falta de dinero.

 

El deseo que pedí era de viajar y conocer… y lo viví. El cómo no era entonces lo más importante Si no tengo el dinero en mis manos pues de algún lado tendrá que venir porque lo que sí tengo bien decidido es que seguiré luchando por realizar mis sueños aunque sigan caros los hoteles y yo tenga que pedir botella en la carretera con casa de campaña a cuestas.

 

No voy a “Todo incluidos”, como le gusta a la mayoría de los cubanos. No los critico. A mí también me gustaría enajenarme en una playa con muchas piñas coladas a mi alrededor. Por ahora no puedo hacerlo, pero no me preocupo.

 

Sobre todo creo en la voluntad y en proponerse las cosas. Si dudas, no te cuestiones lo que aparentemente no tiene solución y actúa. Busca la solución tú mismo, lucha por lo que quieres.
No comparto 100 por ciento lo que dice El Secreto sobre desear y sentarse a esperar por que el universo me lo envíe de regalo. Eso sería caer en la inercia de aquel cuento donde un hombre esperaba que la virgencita lo salvara y rechazó todas las lanchas que se ofrecieron rescatarlo porque la virgencita vendría a salvarlo personalmente.

 

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La fe, la confianza, la mente positiva o como quieran llamarle son muy importantes. Pero la acción es el complemento perfecto. Yo creo en Dios, pero también en Darwin y aunque suene raro me guio por la dialéctica que aprendí en la escuela. Tenemos que soñar, sí, pero no quedarnos de brazos cruzados. Hay que buscar lo que uno desea. Sería un error pensar que no lo conseguiremos. En un mundo donde existen tantos conflictos por qué tendríamos nosotros que agregar más drama. Ese dicho de que “si quieres que algo salga bien hazlo tu mismo es muy real”.

 

Pídele a Dios, al destino, a tu santo preferido, a El Secreto, al Universo… a lo que quieras, pídele, pero sal a buscarlo. El pedir te ayuda a iniciar tu recorrido, la fe y la mente positiva te darán fuerza para soportar obstáculos y demoras. Si realmente lo deseas mucho todo el Universo conspirará a tu favor para que sea realidad, como dice El Alquimista de Pablo Cohelo.

 

Antes de leer este libro ya alguien me había explicado sobre su esencia. Yo soy tan soñadora que inmediatamente me apropié de la idea que propone El Secreto y empecé a propagarla y hasta comencé a echarle el ojo a la casa que me gustaría tener… bueno, no he perdido las esperanzas.

 

Conversando con algunos amigos sobre el tema uno me dijo: “Y si todo es posible ¿por qué hay tanta desgracia en el mundo? ¿Por qué el continente africano sigue siendo miserable? ¿Por qué muere la gente de hambre y enfermedades?

 

Era una pregunta obvia. Confieso que, en mi entusiasmo, no estaba preparada para un debate filosófico de ese tipo. Yo no vivo en la Luna. Yo veo las noticias cada día y cada imagen me hace sentir dolor como si me pasara de cerca. Pero no supe qué responder.

 

Una amiga, que de hecho es bastante incrédula, habló por mí: “Bueno, es cierto que es incomparable lo que ha pasado el pueblo africano, sobre todo con la última epidemia del ébola, nos puso en jaque a todos. Pero, mira cuánta gente fue a resolver esa situación, cuántos estuvieron dispuestos a arriesgar sus vidas, como lo hicieron los médicos cubanos”.

 

Aquella hazaña fue uno de los actos de humanidad más grandes que he presenciado. Cuánta buena energía, cuánta fe, voluntad, amor, solidaridad… hubo allí para salvar a todos los posibles, mientras se cuidaban entre ellos mismos para regresar sanos a casa con la familia.

 

Supuestamente mi amiga no cree en El Secreto, pero me sorprendió con la  respuesta más coherente.

 

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Los médicos cubanos que fueron a África no eran suicidas ni estaban hipnotizados por El Secreto. Quizás los pacientes africanos ni siquiera conocían el libro. Pero es necesario resaltar la voluntad y la grandeza espiritual de todas las personas que acudieron entonces por el único motivo de amar lo que hacen: salvar vidas, ayudar al prójimo, creer que un futuro mejor es posible.

 

No voy a repetir todo lo que leí. Muchos son los testimonios de personas exitosas en el libro de Rhonda. Sería mejor si ustedes lo leyeran por sí mismos. Aunque el libro no se ha publicado en Cuba es frecuente encontrarlo en formato digital entre nuestro círculo de amigos. El documental es casi una copia del texto y se consume fácilmente.

 

Por lo que dice El Secreto la vida es una maravilla, solo tenemos que saber cómo vivirla. A mí me gusta pensar que es así. No todo el mundo tiene que estar de acuerdo, pero bueno, ellos se lo pierden. Reflexionar sobre esto puede ser provechoso. La interpretación que cada uno logre sacar y el beneficio que obtengamos a partir de ella es lo más importante.

 

Leer el libro y ver el DVD me ha hecho confirmar cosas que no tenía claras, o de las que dudaba. Advierto que no soy una fanática, no me gustan los predicadores que te tocan a la puerta para convencerte de algo, ni soy adepta a los libros de autoayuda (aunque El Secreto no es necesariamente uno de esos).

 

Pero esta experiencia fue diferente, me ayudó a ver la vida de otra manera y quizás era eso lo que yo estaba esperando. Por eso quiero compartirla ahora. Precisamente algo importante de lo que propone esta filosofía es agradecer todo lo que poseemos. Compartir la alegría y los buenos momentos es parte de ese acto de agradecimiento.

 

La mayoría de mis mejores experiencias habían permanecido en mi mente durante años como deseos importantes. Casi todas habían sido el fruto de mi imaginación.

 

“La imaginación lo es todo”. Lo dijo Einstein, un genio. Y yo defiendo esa frase 100 porciento. Cada cosa que poseemos, cada adelanto tecnológico que nos deja boquiabiertos, cada logro de la ciencia es resultado de la imaginación de los seres humanos. Ha sido así durante toda la Historia. Por eso no entiendo por qué la gente me llama loca porque dicen que yo imagino demasiado.

 

Gracias a lo que alguien imaginó alguna vez tenemos todo lo que existe hoy, porque una persona se cuestionó e intentó crear algo nuevo, semejante a como lo veía en su mente.

 

Soñemos y trabajemos hasta llegar al final. Quizás algunas cosas queden en el camino, es cierto, pero creo que la mejor manera de vivir es esa, la de creer que sí podemos alcanzarlo todo. Los malos momentos tienen que existir para que sepamos reconocer los buenos. Recuerda que ser feliz es algo que se escoge. Eso no es un secreto. Aprovéchalo.

 

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Comentarios

Es increíble que un articulo como este no tenga comentarios, no sé si por falta de aprobación o simplemente que las personas no se atrevieran a dar su opinión. A mi entender esta muy acertada su opinión pues coincidimos en casi todo lo ensuciado por usted incluyendo el entusiasmo que vivió a leer el libro o ver el documental por reafirmar la filosofía de vida que ya tenía. Creo como usted que nada se pierde con ser soñador y optimista al contrario se gana en una vida más sana y satisfactoria claro que hay que volar si perder de vita el suelo. Fue todo un placer leer su articulo.
HOLA ._.
Coincido 100% con usted, de hecho cada día reafimo más la teoría de El Seceto, es increible lo que puede lograr la mente humana, siempre estarán los que no creen en estas cosas, pero si existe, e intento cada día aprender algo nuevo sobre el tema o decretar deseos nuevos, hoy y cada día decreto mi felicidad ante el Universo. Gracias por tan maravilloso artículo. Con cariño, Mary

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