Mini-reflexión sobre la degeneración de la crítica en Cuba

Mini-reflexión sobre la degeneración de la crítica en Cuba
Fecha de publicación: 
7 Julio 2015
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Creo, al contrario, que con esta absurda justificación, a lo largo de las últimas décadas, se han alimentado y favorecido la mayoría de las contradicciones, en muchos casos absurdas, que hoy afectan a la sociedad cubana. Sobre esto no cabe la más mínima duda. O por lo menos esta es mi visión de espectador externo, cansado del cuento ilusorio del perfecto paraíso socialista y convencido de que solo la crítica y la absoluta transparencia pueden ser el auténtico motor de cada proyecto humano, que se llame comunismo, socialismo o revolución.

Hoy en día, comentarios espantosos, imágenes obscenas, insultos arbitrarios, declaraciones totalitarias y auténticos actos de repudio virtual, aparecen a cada rato en el pequeño fragmento digital que ocupa la comunidad cubana. Sin embargo, a pesar de que uno se esperaría semejante comportamiento de la llamada “vieja guardia”, de los “atrincherados partidarios del Gobierno cubano”, estas actitudes se han manifestado también en algunos sectores de quienes reclaman más espacios de participación y más respeto hacia el pensamiento distinto.

La actitud de algunas personas, perdidas en el vórtice de la exasperación de la esquizofrenia de criticarlo todo, en cualquier momento y en cualquier lugar, ha tocado niveles tan altos que la crítica ya no puede ser objeto de cuestionamiento; si alguien solamente se atreve a criticar la crítica de aquellos que critican – consiéntanme la cacofonía –, se convierte automáticamente en un censor, en un intolerante, en alguien que no entiende que significa libertad de expresión o, como he leído con tristeza en una escabrosa reflexión que circulaba hace unos días en la red, en alguien que no tiene suficiente capacidad para entender y “leer la belleza” de un escrito.

Es perfectamente comprensible, natural y en cierto modo deseable para el futuro, la esquizofrenia crítica de algunos cubanos. Tras una etapa de “sovietismo” y de llamado “realismo socialista” en el ámbito cultural, artístico y, claro, también periodístico, es lógica consecuencia que lentamente se desarrolle la voluntad y el indetenible frenesí de criticarlo todo y siempre, acompañados por la convicción de que así se ejerce la libertad de expresión. Pero, cuando se supera el límite y se llega al punto de afirmar – con acciones y hechos – que el ejercicio de la crítica de la crítica está prohibido, calificado de oficialista, mal visto, estigmatizado o considerado expresión de escasa preparación cultural, el optimismo para el futuro se derrumba, dejando espacio a perspectivas desoladoras.

Lo que queda del sagrado derecho a la crítica y a la inteligencia, sacando las cuentas, es un devastado escenario de neo-intolerancia. Personas que tratan de imponer una sola visión, la propia, rechazando las distintas; arrogantes que disparan críticas a ciegas, buscando felicitaciones y aclamaciones, atrincherándose detrás del “cerco solidario” de sus fanáticos seguidores, y evitando todo tipo de diálogo o contacto con quienes piensan diferentemente; gente sin capacidad de argumentar que organiza una brigada de respuesta rápida virtual cuando alguien ataca sus posiciones. Queda un totalitarismo muy peculiar que cada día se va enraizando siempre más a fondo; un totalitarismo sui generis, fomentado por un grupo de  “pensadores” que se llenan la boca – y llenan sus espacios digitales – con palabras de apertura, tolerancia y respeto, pero que, para romper un esquema monolítico, sencillamente pretenden imponer otro, el suyo, igualmente monolítico, cargado de exclusión, aislamiento y hasta hostigamiento.

A raíz de lo que se ha convertido el día día de parte de la comunidad virtual cubana, inevitablemente, habría que preguntarse hasta qué punto y cómo un crítico puede convertirse en una degeneración de sí mismo, casi una grotesca, perversa y desfigurada caricatura de sus peores pesadillas. ¿Lo más trágico de todo el asunto? Mientras Cuba mira al futuro y regresa al concierto de las naciones, y palabras como “sociedad civil”, “diversidad”, “activismo” y “respeto” reinan soberanas en muchos codiciados foros y espacios, una mini-reflexión como esta, para muchos, será un ataque a la libertad de expresión o un menosprecio al pensamiento ajeno. La triste y paradójica verdad, quizás, es que parte de la ciudadanía cubana todavía no ha desarrollado una cultura de la crítica suficiente para enfrentarse a su anhelo más grande. Algo más sobre que reflexionar.

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