MIRAR(NOS): Íntimamente público
especiales
Intimidad necesitamos todos, el Sol pone nubes a modo de cortinas porque quiere estar solo
Xhelazz
Ahora que todo se ha puesto de moda porque cualquier cosa cabe en el saco de lo posmoderno, los estudiosos (a mi juicio no los de verdad sino los que se concentran en detalles pirofláuticos) se concentran en poner etiquetas.
Enseguida paso a explicarles. Nadie dijo un día: “una crónica es esto o más cual cosa y se escribe así… y entonces fue la primera crónica”. No, no y no: primero fue la crónica y después el concepto.
Mal que les asiente a algunos, así ha pasado con todo. Figúrese mi asombro cuando recién me he enterado de que existe una definición para la práctica sexual en lugares públicos, no el coito exclusivamente, sino también cualquier asunto que conlleve al (in)feliz término de dos convertidos, acaso por escasos quince minutos, en uno.
Benditos quince minutos dirá usted del otro lado de la pantalla, acaso sonreirá con algún recuerdo pasado o reciente y si he traído a colación la nostalgia, de antemano pido disculpas… me declaro inocente por desconocimiento, no ha sido mi intención que evoque algún momento al que no puede volver.
Benditos para todos en el pasado, el presente ¿o el futuro? pero aunque vivimos es un país libre no tiene nadie derecho a expresar ese tipo de necesidades ¿fisiológicas? en lugares públicos.
La gente lo hace no obstante, lo seguirán haciendo quiénes me leen después de esta columna (siempre he dicho que este no es un manual de conducta). De hecho, los practicantes del cruising encuentran cierto morbo en la exhibición, porque exhibición es, de su intercambio pasional.
Al menos yo, me siento incómoda cuando ocurre a mi lado (en la guagua, la cola, o en plena calle 23). No me apedreen, recuerden que soy una joven vieja y disculpen mi falta de modernidad, exoneren mi culpa.
Por supuesto, me despido y saludo a mi pareja sin ningún tipo de complejo de la forma preestablecida pero de ahí al melcocheo excesivo, de ahí a ese punto… pongo un freno.
También es cierto que muchísimas veces las parejas no tienen un lugar donde materializar sus sueños de alcoba, pero… al menos esta, mi Habana de préstamo, no es tampoco la ciudad más iluminada del universo.
Ahora no salga diciendo que este 12 de junio una tal Liz dijo que era lícito tener sexo en lugares públicos. No he dicho semejante cosa; y en la oración anterior, por si las moscas, acabo de librarme de cualquier cargo que se impute por llamar al desorden.
Digo y recontradigo que inevitable, irreversible e indiscutiblemente las parejas seguirán dando pie forzado a los “aumentos de temperatura corporal”. Por lo mismo no se puede andar ciego por la vida pero tampoco de forma irrespetuosa. Porque rotundamente, el asunto no es de chisme… pero los ojos se le van a cualquiera cuando, en su cotidianeidad, se encuentra así, sin cortinas, en la vía pública semejante escena erótica.
Recuerdo que cuando estaba en el preuniversitario se pedían turnos para “matar jugada” en el albergue. La gente era más cuidadosa de su privacidad y también de su integridad física, porque (asumo) hasta un rapidito en un lugar que no tenga las condiciones mínimas termina sintiéndolo la espalda… por lo menos hasta the day after tomorrow.
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