Famosos, goles, un “ángel” y el cosmos… entre gambetas y flashes

Famosos, goles, un “ángel” y el cosmos… entre gambetas y flashes
Fecha de publicación: 
3 Junio 2015
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Crazy in love, Single Ladies, Halo… Diamonds, Only Girl, Unfaithful… Edson Arantes do Nascimento en el cenit, esta vez no calzando spikes ni anidando balones en el fondo de la redes, sino en condición de Presidente de Honor del club de fútbol neoyorquino Cosmos. Y Justo allá, en el firmamento, un ángel merengue —Raúl González Blanco— presto a entregar dos asistencias, a desparramar tinta y autógrafos por un sinnúmero de camisetas, a soportar el gatilleo incesante de millares de lentes.

Y es que los puentes de acercamiento no tienen límites, ni se reducen a la rutilante belleza o éxito de las carreras de Beyonce Knowles, Rihanna o Jay Z, ni a la leyenda tejida alrededor de los goles de Pelé y su imagen alzando tres Copas del Mundo, ni a la nostalgia de Raúl por no haber atestiguado en cancha el principio de la era dorada de la Furia Roja, aquella Eurocopa del 2008 donde Luis Aragonés, el sabio de Hortaleza, decidió prescindir de sus servicios, de su aura.

¿Dónde recalan todos? Sencillamente en Cuba, una Isla que bien pudiera antojarse triángulo de las Bermudas para muchos. Retiro que siempre recaba en el foco de atención de otros tantos que ávidos de conocer su realidad, disfrutar de la hospitalidad de su gente, o sencillamente andar por sus calles con desenfado, la ubican como prioridad entre sus posibles destinos de sosiego.

altEl exfutbolista brasileño Edson Arantes do Nascimento (C), "Pelé"; el español Raúl González (D), "El Ángel de Madrid", del equipo Cosmos de Nueva York; y el capitán de la selección cubana de fútbol, Yénier Márquez, durante la conferencia de prensa ofrecida en el hotel Meliá Cohíba.

Hoy me hago eco de una de las sentencias de O Rei: “El fútbol es una gran familia, y además es un símbolo de paz. Nunca pude jugar contra un equipo de esta bella isla, pero ahora tengo la suerte de ser testigo de este hecho histórico y de apreciar como este país se abre al fútbol. No dudo que sus avances le permitan alguna vez clasificar a una Copa del Mundo”.

Múltiples aristas tiene la visita del Cosmos, todas vistas con los pies en la tierra. La primera se sustenta en el hecho de que desde que Raúl Castro y Barack Obama anunciaron el 17 de diciembre el inicio del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el Cosmos es el primer club estadounidense en visitar la isla. Por si fuera poco, si nos ceñimos al fútbol profesional, la distancia es más larga, marcada por la presencia del Chicago Sting, en 1978. Tanto tiempo después, ahora le toca al Cosmos, liderado por Raúl, el exariete bendecido del Real Madrid que antes de hacerse huésped ilustre de la Gran Manzana, transitó por la Bundesliga alemana y el clásico nacional catarí.

Símbolos de apertura, de normalización entre dos naciones separadas en distancia por apenas 90 millas, pero en el ámbito geopolítico, por una amplia coraza de historia de más de dos siglos. Así como el Cosmos y nuestra selección nacional desafiaron la pertinaz llovizna en el estadio Pedro Marrero, esta visita, el vitorear de la estrella de la NBA Carmelo Anthony, el rutilante desandar de Rihanna por las calles de La Habana Vieja, sus sesiones de fotos, los efímeros recorridos en almendrones y el ¡WONDERFOUL! Superlativo para bautizar los platos degustados en La Fontana y la Guarida… seguramente sugeridos de su experiencia anterior por la también estrella del pop Beyonce, constituyen sólidas señales de que décadas de Guerra Fría en este minuto pudieran transitar por un notable deshielo.

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Eso sin contar las innumerables expresiones de simpatía de la torcida madridista en los umbrales del Cohíba. Al otro lado de la balanza, o incluso en ambos puntos cardinales del corredor si se quiere —nadie quite que buena parte de los que ahogaron un cántico de gol, ese Hala Madrid en tiempos de Raúl, también hayan bailado al compás de Only Girl, o coreado Diamonds—, corrieran deseosos de eternizar un instante cercano a Rihanna. Eso solo en intenciones, porque los inexpugnables guardaespaldas de futbolistas y cantantes hallaron un ascendente primario en la Muralla China.

De estos tres días en otra galaxia siempre habrá mucho que decir, más allá del sonado 4-1 propinado por los visitantes, de la ausencia de Marco Senna en la grama del Marrero por una molestia, de la interminable fila y el abarrotado graderío techado. No todos los días se ve un ángel sobre la cancha, como tampoco todos los días una chica barbadense de 27 años, ojos hipnóticos y curvas tentadoras, rueda un video clip en La Habana. Las coyunturas, más que fortuitas. El revuelo de la Bienal se extrapoló al deporte, la mejor obra de arte esculpida en acercamiento y hermandad. La política si se quiere a un lado, porque cuando los cercos se rompen con tamaña magnitud y semejante frecuencia… la azucarera definitivamente no la puede albergar.

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