Miami: Otra vez sin careta
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Un periodista del Nuevo Herald, residente allí, volvió a desnudar aspectos de su afligida realidad.
Se trata de Daniel Shoer Roth, quien siempre formula denuncias alejadas de sus causas esenciales.
Este sábado escribió un artículo, “Los casinos no se dejan vencer”, donde revela el enorme poder de estos en la Florida.
Menciona entre las fuerzas proclives a consolidar “el imperio de los casinos”, a la industria tragamonedas (tragavidas), y a legisladores de ese estado.
Advierte que uno de los planes de estos últimos radica en ampliar el alcance de sus tentáculos.
¿Cómo? –pregunta Shoer Roth-, y se responde, montando en nuestra comunidad dos rimbombantes casinos estilo Las Vegas.
Esto, subraya, no obstante las adversidades sociales que sobrepasan a los beneficios ofrecidos por ese tipo de negocio.
Posibles reformas de la Cámara Baja de Tallahassee, capital de la Florida, incluyen la conversión de los establecimientos de carreras de perros en centros de juego.
Asimismo, la reducción de la tasa impositiva a los casinos con pistas de carrera, “espléndidos financistas de las campañas electorales estatales”.
Se sumaría la ampliación de la oferta en los casinos administrados por la Tribu Seminole, que incluiría nuevos juegos de azar, “y más miseria para sus seres queridos”.
Pero los legisladores floridanos, puntualiza el columnista del Nuevo Herald, aúpan estos cambios. ¿Su frágil justificación?, la siguiente:
“Este proyecto viabiliza una contracción sin precedentes del juego en el estado”, declaró la representante Dana Young, al anunciar esta semana leyes contenidas en más de 300 páginas.
Los colosales casinos de destino turístico en Miami –escribe el periodista- evaporan ahorros, aumentan deudas y causan estragos en sus familias.
También golpean a los contribuyentes, “que subvencionamos los gastos del sistema judicial, policial y de salud pública devenidos del fraude y otros delitos financieros.
A ello, Shoer Roth suma bancarrotas, suicidios, divorcios, violencia doméstica y la pérdida de productividad.
A todas estas, añade su artículo, mientras dejan un semillero de problemas en la ciudadanía tendiendo la alfombra roja a la devastadora enfermedad de la adicción y el alcoholismo.
Y luego vino una sentencia muy incómoda para su democracia cuando Daniel Shoer Roth aseveró:
Los jerarcas del gobierno floridano, por razones ideológicas, “no se apiadan de los residentes de escasos recursos económicos sin seguro médico”.
A renglón seguido entrelazó a los casinos de juego y enormes y centros comerciales para dar la palabra a Napoleón: “De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso”.
Y un traspié en esos espejismos, bastiones del consumismo, puede terminar en una desgracia, de la que estamos “a un paso”.
Dicho por un conocido periodista, absolutamente fiel a su modo de vida, resulta un criterio que no es posible ignorar.
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