TEMPORADA DE DANZA: Los altibajos de El lago

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TEMPORADA DE DANZA: Los altibajos de El lago
Fecha de publicación: 
23 Febrero 2015
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Uno de los atractivos de esta temporada de El lago de los cisnes (Ballet Nacional de Cuba, sala Avellaneda del Teatro Nacional) fue el regreso de la primera bailarina Sadaise Arencibia al doble papel de Odette y Odile. Este cronista no asistió a esa función, pero los comentarios que ha recibido sobre su interpretación son muy elogiosos.

Sí estuve en dos funciones de este fin de semana. Y las impresiones no son del todo satisfactorias. Y no por los bailarines protagonistas, que estuvieron a la altura del clásico.

En la función del viernes la protagonista fue la bailarina principal Grettel Morejón, que había debutado en la anterior temporada de El lago. Es una bailarina de exquisito gusto, de hermosa línea y una interesante proyección dramática. Asume el ballet con la suficiencia de una primera bailarina más experimentada.

Lo que más llama la atención es su sosiego, la serenidad con que “ataca” los momentos cumbres de la coreografía.

Su compañero fue un debutante en esta obra: el también bailarín principal Alfredo Ibáñez. No es un danseur noble —que es el tipo de bailarín ideal para asumir al príncipe Sigfried—, le vienen mejor los roles demi-caractère.

En algún momento, faltó un poco de hidalguía, de distinción y señorío. Pero bailó con corrección y entrega. Lástima de un maquillaje excesivo, que puso casi una máscara en su rostro.

El problema de esta función, insisto, no estuvo en los protagonistas, sino en el cuerpo de baile. El cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba ha perdido buena parte de esa profesionalidad que lo distinguió años atrás.

El éxodo permanente de bailarines ha hecho mella en la homogeneidad del conjunto. Pero también en el sentido histriónico, en la vocación estilística.

Son bailarines muy jóvenes, muchos de ellos recién graduados. Pero nada justifica que al parecer no tengan clara noción de lo que está sucediendo sobre el escenario. Un campesino no puede manifestarse igual que un noble; la pantomima tiene un sustento dramático: no son simples gestos marcados.

De acuerdo, tendrán tiempo para limar intenciones. Pero, ¿y la falta de disciplina? En la función del viernes hubo risas y conversaciones en escena que parte del público pudo escuchar.

Si a la falta de homogeneidad en no pocos pasajes, le sumamos estas irregularidades, el espectáculo se resiente. Por más que los protagonistas se esfuercen.

Hace falta más rigor en el salón de ensayos, en el montaje de las obras. Pero también entre bambalinas. ¿Por qué no bajan bien algunos telones en los cambios de escena? ¿Por qué hay telones estrujados, telones con huecos?

Estamos hablando de la principal compañía de la danza cubana. Son circunstancias difíciles de comprender en estos niveles.

Afortunadamente, la función del sábado fue mejor. Incluso, pudimos apreciar un pas de six muy bien bailado por bailarines jovencísimos, algunos de ellos debutantes. Eso habla del potencial de la compañía. Ya sabemos que hay funciones mejores y peores. Pero una agrupación de este prestigio siempre debería honrar una pauta de calidad.

 

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La función del sábado fue mucho mejor en buena medida gracias al excelente trabajo de una primera solista que ya está mereciendo una promoción: Estheysis Menéndez, que bailó junto al primer bailarín Dani Hernández (este sí es indiscutiblemente un danseur noble, quizás el mejor que tenga ahora mismo la compañía).

La interpretación del doble rol fue elegante, pletórica de intenciones. Estheysis baila sin economías, poniéndolo todo sobre la escena. Su técnica es convincente, su línea prodigiosa, fluidos sus encadenamientos…

Pero lo mejor es el acento, la sensibilidad con que asume hasta los mínimos detalles. De esta bailarina podemos esperar grandes cosas. Grande fue este Lago, por ejemplo.

La temporada reservó también otros buenos momentos, como el pas de trois protagonizado por Gabriela Mesa, Ely Regina Hernández y (por fin) Alejandro Silva. De Regina hemos hablado en otros comentarios, es una bailarina muy capaz. Y de Gabriela, hay que decirlo: ya es mucho más que una promesa. Tiene madera de primera figura, tiempo al tiempo.

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