Miami-Armengol: ¿Se salvará la Ley de Ajuste Cubano?

Miami-Armengol: ¿Se salvará la Ley de Ajuste Cubano?
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2015
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Un escritor cubano que hace 32 años reside en Estados Unidos abordó el tema y su artículo merece una reflexión.

Se trata de Alejandro Armengol, quien lo hizo recientemente en las páginas del Nuevo Herald bajo el titulo “Exilio y Ajuste”.

Comienza diciendo que si en la Grecia antigua el peor castigo fue  el destierro, no resultó igual para los primeros cubanos que abandonaron su nación desde 1959.

Luego explicó, ya que a partir de entonces iniciaron una nueva existencia, cerraron un capítulo y ampliaron horizontes.

Sin embargo después parece contradecirse hasta cierto punto cuando reconoce que ahora quienes llegan allá prefieren circular entre ambos territorios.

Y remacha: “trabajar aquí y gastar allá, es una opción personal” nada recomendable para la Cuba del futuro ni para el exilio de hoy.

¿Acaso hasta Armengol está ayudando a serruchar el piso a la vieja tesis del pequeño Infierno que ha existido en Cuba desde hace más de 50 años?

Sin embargo, valora como caducos los halagos que durante años se han proferido hacia esa sociedad “repitiendo citas martianas”.

Tienen que molestarle, porque el ideario de José Martí es aún visto como subversivo por el sector más troglodita del área.

El escritor de Miami deja estupefactos a muchos cuando escribe textualmente lo que sigue:

“Ahora se puede carecer de patria y estar plenamente definido como individuo: solo hace falta una nacionalidad para mayor comodidad en los asuntos legales y facilitar los viajes.

“Más allá del hecho fortuito de haber nacido en aquel lugar,  poco hay que agradecer en una definición de cubanía a partir de la revolución.

“En primer lugar porque el castigo se trasladó del exterior al interior del país.”

“En segundo, debido a que la virtud ciudadana cubana se convirtió “en una farsa”.

Luego a paso doble y persistiendo en su delirio escribió:

El exilio se convirtió en esperanza y anhelo, ninguna patria que perder, “porque nunca había existido”.

¿Para quién? Obligatorio agregar, para los “voluntarios” que en 1871 asesinaron a ocho estudiantes de Medicina, para los anexionistas que tanto combatió Martí.

Pero también para el sector ultraderechista que salió de Cuba  en 1959 y se atrincheró en Miami y el Congreso de Washington.

¿Significó algo para su excelencia Alejandro Armengol la jornada del 10 de octubre de 1868 que protagonizaron el patriota-hacendado Carlos Manuel de Céspedes y sus esclavos recién liberados?

Pasando a otro escenario, el escritor de Miami se pronuncia contrario a seguir invocando el melodrama del exilio cuando, a la vez, muchos de sus integrantes lo asumen “como dicha”.

Para él, exigir a los llegados en años recientes asumir la doble condición de patriota-exiliado, cuando median limitaciones a los viajes y las remesas a la isla,  es algo “cercano a la hipocresía”.

Considera que se puede optar por el silencio, la complacencia, un supuesto apoliticismo, pero, al final, siempre se chocará con lo mismo: reducir las acciones entre quienes radican en Miami y Cuba.

¿Cuál es la posición al respecto de este gelatinoso articulista del Herald? Tiende a justificar  implícitamente las limitaciones.

¿Su desvencijado pretexto? que no hacerlo beneficiaría a La Habana.

Pero, ¿quién es Alejandro Armengol? Un solo ejemplo   sintetiza su entraña por completo.

En diciembre del año pasado escribió un artículo en el Nuevo Herald sobre la democracia.

Lo hizo en momentos que la policía acababa de actuar ferozmente contra integrantes de la comunidad negra de varias ciudades, entre ellas Nueva York.

La chispa estalló en la urbe de Ferguson, Missouri, habitada casi en su totalidad por ciudadanos de  esa minoría, donde un joven negro de 18 años y sin armas murió por tiros de un agente.

Días después otro muchacho de características parecidas resultó baleado en una zona cercana y ambos crímenes originaron violentas manifestaciones de repudio.

Un poco después, la indignación ya generalizada y extendida   no solo entre la población negra, llegó a volcarse en unas 170 ciudades de Estados Unidos mientras la Casa Blanca exhortaba a la calma.

Horas después Armengol publicó su análisis en el Nuevo Herald bajo el sugestivo titulo “Bofetada a la Democracia”.

Pero cuando se pensó que abordaría la crisis que estremecía a su país, la silenció y se lanzó… contra Cuba.

Estuvo así a la derecha hasta de el Nuevo Herald, que había limpiado un poco su cara desaprobando las barbaridades  cometidas.

¿Qué dijo entonces el escritor-columnista? Hizo constar su indignación porque el gobierno de Panamá como anfitrión invitó a La Habana a tomar parte en la próxima Cumbre de las Américas. (10 y 11 de abril)

Lastimosa imagen de un fracasado, Alejandro Armengol.

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