De todas formas, él seguirá siendo el tipo sencillo de siempre, modesto hasta al asombro si se sabe que una buena parte de los más importantes sucesos de la historia cubana en las últimas décadas han quedado recogidos gracias a su cámara.

Su modestia conmueve al recordar la trascendencia de sus trabajos reportando en particular el quehacer del Comandante en Jefe Fidel Castro, con quien confiesa –luego de mucho insistirle- haber incluso compartido algún desayuno y también un brindis de fin de año.

Pero este profesional de casi 70 años, no creció cámara en mano. En enero de 1959 era un vendedor de periódicos en la Virgen del Camino, y no olvida que entonces, al contemplar la entrada de la Caravana de la Libertad junto a su madre, esta lo abrazó llorando mientras repetía: "nos salvamos mi'jo".

El Loquillo ha relatado a esta reportera que fue después de la década del 60 cuando se ganó el apodo, luego de que en 1966 sus hombros conocieran por vez primera el peso de una cámara en el hoy Instituto Cubano de Radio y Televisión; donde cuatro años después ya trabajaba para el NTV. "A partir de ahí me cambió la vida, y ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado".

"En realidad, yo he sido siempre muy activo, por eso me llaman así; pero es que mi trabajo me estimula, me anima mucho; siento lo que hago tan lindo, tan útil; y me ha dado la posibilidad de conocer tantas cosas que yo nunca imaginé, lo mismo en lo político, en el deporte... en todo yo he estado."

Y pronto estará también recibiendo el más alto reconocimiento que confiere la Unión de Periodistas de Cuba a sus profesionales. ¡Enhorabuena!