La larga agonía de la pena de muerte en Estados Unidos
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Las ejecuciones fallidas y el dilema moral de aplicar la pena de muerte a enfermos mentales o inocentes mantuvieron su aprobación en mínimos históricos, en torno al 60 %.
"El apoyo público a la pena de muerte ha caído casi 20 puntos y en los últimos siete años, seis estados la han abolido", explicó a Efe Shari Silberstein, directora ejecutiva de Equal Justice USA, una organización que vela por la mejora del sistema de justicia penal estadounidense.
En su opinión, más allá de las trabas que afrontó el sistema en 2014, como la obtención de los fármacos para las inyecciones letales, se consolida "una tendencia amplia de descenso de la pena de muerte" que empezó años atrás.
El 80 % de las 35 ejecuciones de 2014 se concentraron en tan solo tres estados: Texas (10), que encabeza esta macabra lista; Misuri (10) y Florida (8). El resto se las repartieron Oklahoma (3), Georgia (2), Ohio (1) y Arizona (1), por lo que tan solo siete de los cincuenta estados ejecutaron reos.
La cifra se puede considerar histórica, ya que desde 1994, cuando fueron ejecutadas 31 personas, no se registraba un número tan bajo, mientras que el máximo data de 1999, con 98.
Por otro lado, fueron sentenciados a muerte 72 nuevos presos, lo que representa la menor cifra desde que se reinstauró la pena capital en 1976. Ahora hay 3.035 personas en el corredor de la muerte, según datos recogidos en el informe anual del observatorio Death Penalty Information Center.
Especialmente polémicas fueron las ejecuciones de Dennis McGuire en Ohio, Clayton Lockett en Oklahoma y Joseph Wood en Arizona, consideradas fallidas, ya que la inyección letal no causó el efecto esperado y los presos agonizaron durante un mínimo de media hora antes de morir.
El presidente estadounidense, Barack Obama, consideró "muy preocupantes" estos casos que, añadidos a otros problemas como los "prejuicios raciales", "plantean dudas inquietantes sobre el cómo se está aplicando la pena de muerte", dijo.
Los cuestionamientos no solo llegaron desde la Casa Blanca, también lo hicieron desde los cuarteles de la ONU en Ginebra, a raíz de la ejecución de un preso esquizofrénico que fue suspendida a última hora, o del Vaticano.
"Es imposible imaginar que hoy los estados no puedan disponer de otro medio que no sea la pena capital para defender del agresor injusto la vida de las demás personas", afirmó el papa Francisco en octubre, en una referencia a todos los países que aún la aplican.
En las estadísticas, mención especial merece Texas, el estado que más presos ha ejecutado desde 1976 (518) y que casi quintuplica al segundo, Oklahoma, con 111.
En 2014 Texas suministró la inyección letal a 10 presos y, como en el resto del país, también marcó una cifra mínima que no se veía desde 1996, año en el que una batalla legal suspendió la mayoría de ejecuciones en ese estado.
"La misma tendencia nacional es válida para Texas: las ejecuciones se han reducido, pero también lo han hecho las sentencias de muerte, que han pasado de un máximo de 40 anuales a menos de diez en los últimos años", matizó Silberstein.
Más allá de Texas destaca también Misuri, que vivió una tendencia opuesta a la nacional con la ejecución de diez reos, una cifra sorprendentemente alta teniendo en cuenta que en 2013 fueron dos.
Será difícil que se repita ya que se trata de un estado con pocos presos en el corredor de la muerte (39) comparado con otros.
Este caso en concreto se explica, según Sirberstein, en que eran "condenas de hace muchos años" y remarcó que en 2014 no hubo nuevas sentencias, por lo que pese al aumento puntual "Misuri también es un reflejo de lo que sucede en el resto del país".
"Hubo un tiempo en el que las cortes programaban menos ejecuciones y no hay una razón específica para explicar eso", apuntó la directora ejecutiva de Equal Justice USA.
Lejos de terminar, la lista de ejecutados en EEUU, que desde 1976 ya alcanza las 1.394 personas, seguirá aumentando, aunque según las tendencias, cada vez lo hará más en cuentagotas.
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