VIH: No pasa hasta que pasa (+ INFOGRAFÍA)
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No pasa hasta que pasa, así de simple. La percepción de riesgo del VIH en Cuba sigue siendo baja. La inmensa mayoría de los nuevos contagios tienen que ver con esa circunstancia.
Le va a pasar a otro —parece ser el instinto.
Según fuentes del Ministerio de Salud Pública, la mayor incidencia está entre los jóvenes entre 20 y 29 años, fundamentalmente hombres que tienen sexo con hombres.
Las campañas de bien público abundan en la televisión, la radio y otros espacios… pero todavía muchos tienen relaciones sexuales sin condón.
Las cifras son elocuentes: 1 600 nuevos pacientes reciben terapia antirretroviral en 2014. No hay aumentos sensibles en relación con el año anterior, pero la cantidad es significativa.
Se impone una pregunta: ¿impera la desinformación en el tema? No parece ser el caso. Los niveles de instrucción en Cuba son altos, la mayoría de la población tiene pleno acceso a los medios de comunicación.
La mayoría de los contagiados sencillamente se confiaron, pensaron que no les tocaría, no tomaron las medidas elementales de protección.
El panorama nacional indica que la epidemia no distingue entre niveles culturales o económicos; pero una parte significativa de los nuevos pacientes son hombres que tuvieron sexo con otros hombres, muchas veces en lugares informales, en dinámicas que en ocasiones propician el descuido.
La situación es complicada, tiene muchas aristas.
Muchos de los hombres que acuden a esos lugares lo hacen porque no tienen otros espacios para mantener relaciones sexuales.
Y otros —y es una cifra que no hay que descartar— lo hacen por el mero placer de vivir la aventura.
Es difícil “controlar” esas prácticas. Y la pretensión de controlarlas podría implicar hasta incomprensiones e irregularidades de las instancias encargadas.
Pero está claro que las campañas educativas han obviado en buena medida a ese segmento.
Llama la atención la candidez de muchos de los mensajes y carteles. Para el espectador poco informado, viendo los protagonistas habituales de los spots televisivos, el problema del VIH en Cuba se manifiesta igual en hombres y mujeres.
Hace falta más intencionalidad, hace falta identificar a un público, al menos en los medios masivos.
Obviamente, la epidemia no distingue géneros, orientaciones sexuales ni prácticas puntuales (lamentablemente muchos siguen pensando que el VIH es solo cuestión de homosexuales), pero resulta imprescindible ser más incisivos en los programas de promoción de salud.
Y para eso hay que vencer no pocos prejuicios a nivel poblacional.
Más allá de recomendaciones sobre la pertinencia de determinadas prácticas sexuales —que a estas alturas pueden o no ser atendidas—, el medio más efectivo de protección sigue siendo el condón.
En los últimos meses ha habido problemas puntuales con la distribución de preservativos en las farmacias, pero las cifras indican que los contagios no están directamente relacionados con desabastecimientos puntuales, sino con la falta de cultura en el uso del condón.
Un total de 11.400 cubanos infectados con VIH o que han desarrollado el Sida reciben actualmente tratamiento antirretroviral en la isla.
La cobertura es amplia, pero en ocasiones hay que lidiar con la falta de algunos medicamentos.
La jefa del departamento de Prevención y Control de Infecciones de Trasmisión Sexual (ITS/Sida) del Minsap, María Isela Lantero, señaló en declaraciones a Prensa Latina que Cuba ha aprobado un plan nacional de respuesta para los próximos cinco años, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esa entidad aconseja que el tratamiento antirretroviral comience en las fases más tempranas de la enfermedad, de ahí la importancia de una rápida detección.
A pesar de la reticencia de muchas personas a acudir a los servicios tradicionales para realizarse los exámenes, este año se han realizado más de dos millones de pruebas para la detección del virus.
La prevalencia del VIH/Sida en el país es del 0,12 %, en el grupo poblacional de 15 a 49 años. A primera vista pudiera parecer una cifra moderada, pero el hecho de que la tendencia se mantenga estable obliga a repensar algunas estrategias.
La aspiración, aunque suene improbable, es que los índices de nuevos contagios se acerquen a cero.
A diferencia de otras epidemias, el control de esta cuenta con medios concretos y en buena medida seguros.
Es, en buena medida, cuestión de educación. El reto está planteado.
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