Cuba: ¿Vivir del trabajo o del invento?

Cuba: ¿Vivir del trabajo o del invento?
Fecha de publicación: 
22 Octubre 2014
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Mientras en muchos países del mundo, especialmente europeos, las personas hacen largas colas en busca de empleo, en la mayor de las Antillas no son pocos los que permanecen desocupados y sin interesarse por acceder a un puesto laboral.

Así lo recordó la más reciente edición del espacio Cuba dice, del NTV, donde una ciudadana aseguró ante cámara que «este es el único país del mundo donde se puede vivir sin trabajar». Las cifras aportadas por el Anuario Estadístico de Cuba 2013, de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), también parecen confirmarlo: suman cerca de 167 mil 200 los desocupados, y alrededor de 4 millones 918 mil 800 los ocupados.

En el espacio televisivo, la viceministra primera del Trabajo y Seguridad Social explicaba que no es únicamente en la construcción y en la agricultura donde hay vacantes, pero en algunos casos los puestos no son del gusto de quienes buscan trabajo, y, en otros, los concurrentes aspiran a plazas para las que no reúnen la calificación.

Aunque se ejemplificó con puestos para la construcción dentro del sector del Turismo en una provincia oriental, donde los salarios rebasaban los mil pesos, e incluían además estímulo en CUC, y aun así no quedaba cubierta esa demanda de fuerza laboral, lo cierto es que los salarios deprimidos se apuntan entre las razones para que algunos cubanos no quieran trabajar, al menos, en el sector estatal.

Si bien el salario promedio ha ido ascendiendo lentamente en torno a los años 90 era de 189 pesos y en el 2012 alcanzaba los 466, no puede olvidarse que en el total de ingresos de las personas, el salario ocupa menos de la mitad, solo un 46,8 por ciento (dato 2012).

Entre los pobladores y directivos entrevistados, se hizo mención a actividades informales o francamente ilícitas como fuente de ingresos que sustituían la dedicación a un puesto laboral. También señalaron a las remesas venidas del exterior como vía de ingresos que desplaza a los provenientes de la actividad laboral.

Acerca de esta última alternativa, José Luis Rodríguez, asesor en el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, explicaba sobre remesas y donaciones en julio del pasado año durante el espacio mensual de debate de la revista Temas: «Suele pensarse en las provenientes del exterior, pero en el país ocurren donaciones internas también importantes: hay un proceso de redistribución de recursos en el contexto de las familias, tanto monetarios como en especie. De las remesas foráneas no hay un registro oficial, ya que generalmente no entran por la vía bancaria. Existen diversos estimados sobre su monto. Se dice que en 1995 eran aproximadamente 537 millones de dólares, y que hoy la cantidad puede estar entre 1500 millones y 2000 millones de dólares.

«También abundó el economista se debate mucho sobre el papel que tienen en la sociedad cubana. En realidad, si se toma como punto de comparación el valor de lo exportado por el país en 1995, el monto de las remesas estaría en el entorno de 18%; mientras que si se realiza el mismo cálculo teniendo en cuenta los estimados actuales, sería de 12%».

En el debate citado de la revista Temas, la psicóloga María del Carmen Zabala, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), de la Universidad de La Habana, apuntaba sobre el tema que: «Debido a la contracción del ingreso por la pérdida del poder adquisitivo del salario, un número importante de familias cubanas se han colocado en una situación cercana a la pobreza, o al menos de vulnerabilidad. A pesar de las diferencias con entornos foráneos, viven en una situación difícil, en cuanto a solucionar necesidades básicas. Y se ven obligadas a desplegar un conjunto de estrategias de todo tipo y carácter, lo cual tiene implicaciones de muy diverso orden, desde la pérdida de valores que hoy se discute con mucha intensidad, hasta la conexión o desconexión con la sociedad en su conjunto».

En ese estado de «desconexión», que muchas veces es sinónimo del peligroso «invento», de «la búsqueda», y del «resolver», permanecen hoy no pocos habitantes de esta Isla. Entre las paradojas que acumula este entuerto se anota lo que contaba a esta reportera un cubano con residencia temporal fuera del país y quien quiso mantener su identidad anónima: «Lo que de verdad yo no entiendo es cómo gente que se va, y que aquí vivían cómodas, del invento, en el floting, cuando llegan allá se pegan a trabajar que es lo más grande’ la vida; se buscan dos y tres trabajos, no paran».

La economía cubana se replantea, sin mucha prisa, pero sin pausa, y llegará el momento, cuando las aguas cojan definitivamente su nivel, en que no solo el salario, sino también algunas gratuidades, hoy cuestionables, así como el trabajo, en su significación económica y también como un valor, vuelvan a ocupar el asiento que les corresponde. Entonces, será impensable aquí vivir del floting.

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