Bloqueo a Cuba: ¿Acorralado?
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Ahora se trata de uno de los periódicos más importantes e influyentes de Estados Unidos, que resumió su posición desde el titulo: “Tiempo de acabar con el embargo de Cuba”.
Entre otras cosas recuerda el cambio en la opinión pública estadounidense sobre lo que denomina un “embargo insensato”, así como que La Habana se prepara de cara a una era posterior a este.
Agrega que Cuba insiste en su disposición a reanudar los nexos diplomáticos con Washington “sin condiciones previas”.
Opina que Obama debe aprovechar la oportunidad y terminar con una era de enemistad “que en 1961 inició la ruptura de lazos diplomáticos” impuesta por el Norte.
Le sugiere, como inicio, “retirar a Cuba” de la lista del Departamento de Estado sobre naciones ligadas a grupos terroristas.
Agrega que actualmente Washington reconoce el papel de la isla en el proceso de paz en Colombia al servir de anfitrión a los diálogos entre su gobierno y líderes de la guerrilla.
También analiza el contexto político interno y los cambios en el pensamiento y acción de la emigración cubana asentada en Estados Unidos.
A eso añade que, durante años, importantes líderes estadounidenses han reconocido que “el embargo ha sido un fracaso”.
No obstante, subraya, cualquier iniciativa para eliminarlo ha corrido el riesgo de enfurecer a miembros del exilio cubano que lo defienden.
Aquí exagera el papel de esa minoría en declive al caracterizarla como “un grupo electoral que ha sido decisivo en los comicios nacionales”.
El Times recuerda que esos fanáticos partidarios de mantener el bloqueo están desapareciendo, mientras “las nuevas generaciones tienen distintos puntos de vista”.
Al respecto puntualiza que muchos de ellos piensan que el embargo ha sido negativo hasta para sus intereses, tal como indicó una reciente encuesta.
Se refería al sondeo realizado en febrero por la bipartidista Atlantic Council, de Washington, donde una mayoría de estadounidenses, sobre todo en la Florida, se inclinaron por normalizar las relaciones con Cuba.
Entonces llamó la atención que en el municipio floridano de Miami-Dade, casi un 80 por ciento de personas originarias de la isla favoreciera el fin del cerco.
Incluso, Charlie Crist, candidato a gobernador de la Florida por el Partido Demócrata, ha manifestado públicamente una posición similar.
En enero último la Declaración Final de la Segunda Cumbre de países Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) rechazó el mantenimiento de esa política.
Le siguió la presencia en La Habana de importantes directivos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, quienes favorecieron un acercamiento bilateral.
Así las cosas, circuló el anuncio de que Cuba, por primera vez, fue invitada a participar en la próxima Cumbre de Las Américas, que debe tener lugar en Panamá.
La tendencia general de esos y otros hechos y declaraciones fue sintetizada y compartida hasta cierto punto este domingo por The New York Times.
Horas después, Fidel Castro escribió:
“Se trata de un órgano de prensa que en determinadas circunstancias traza pautas sobre la línea política más conveniente a los intereses de su país”.
Académicos y otros pensadores se están preguntando en Washington sobre el momento que vive el bloqueo a Cuba, y al parecer guardan sus respuestas para después.
No obstante, algo parece claro: mantenerlo representa un costo político, cada vez más elevado, en los predios de la Casa Blanca.
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