Televisión veraniega: Ni apocalíptica, ni deslumbrante, pero...
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Además, todo se hizo con la misma escasez de cámaras, carros, gasolina, lámparas…
Cuando vi anunciado el telefilme ¡Ay, mi amor! como cierre veraniego de la programación de unitarios de ficción en la televisión, sentí que al fin se hacía justicia con una excelente pieza de Tomás Piard.
Este autor, a veces indescifrable, vuelve a su dueto con Carlos Díaz y el monólogo, hecho teatro primero, deviene una excelente propuesta televisiva. Lester Martínez es convincente ante las cámaras como lo fue en las tablas y una siente que sí, que es Adolfo Llauradó desnudándose en la escena con sus contradicciones, pero sobre todo con su cubanía vivida en el tiempo que le tocó.
El texto es fruto de la versión dramatúrgica de Norge Espinosa sobre la descarga de Llauradó y el Hamlet de William Shakespeare, para una puesta en escena del polémico y audaz director teatral, que Piard sabe dibujar.
En una producción de 94 minutos, en la que intervinieron como productores el ICRT, el Teatro El Público y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, destaca la fotografía de Raúl Rodríguez, el montaje de Pavel Ramírez y la banda sonora de Esteban Vázquez.
El aplauso silencioso que di ante mi televisor se detuvo cuando recordé que Jacqueline Meppiel, viuda de Llauradó y actriz de alguna manera en el telefilme, no pudo verlo exhibido para el público televidente porque han pasado cinco años de su filmación y a ella se le acabó la vida.
Supongo que la demora en su exhibición se debe a las famosas malas palabras ¿hasta cuándo nuestra televisión (de bien público ¿y qué?) va a pagar la irresponsabilidad familiar?. A la hora que se transmitió ¡Ay, mi amor! si algún niño o niña lo vio habría que darle par de latigazos a los mayores que los dejaron; son los mismos que a las diez de la mañana ponen en su DVD una película con sexo, violencia y lenguaje de adultos, rodeados de los pequeños de la casa.
Pero, bueno, saludo a la televisión por haber transmitido esta obra: se demoró pero la vimos, la disfrutamos y compartimos el homenaje merecidísimo a ese actor gigante que fue Llauradó.
Cada semana del verano hubo otro teledrama, muy pocos de estreno, pero ninguno como la pieza de Piard. Y siguiendo con los dramatizados: los Tras la huella, muy solicitados por las personas encuestadas, siguen caminando la misma ruta: investigadores sin problemas, historias interesantes por partir de la realidad, pero a esa propuesta le hace falta una inyección de humanidad para los policías y… los ladrones.
¡¡¡Por fin terminó Avenida Brasil!!! ¡Qué manera de alargar las historias y filmar todo tipo de incoherencia!. No entiendo aún por qué ha sido la telenovela más vendida de O´Globo. Otra cosa es la colombiana La ronca de oro, (que quizás no tiene ni la dirección, ni los actores o actrices que trabajan para las propuestas brasileñas, pero, basada en un hecho real (la vida de Helenita Vargas), es un rescate de la música y los intérpretes de nuestro continente. Ya hay sueños en Cuba para filmar a Rita Montaner ¿con que se sienta la cucaracha?. ¿Acaso no es evidente el presupuesto que se gastó sólo en escenografía, vestuario y puesta en escena de La Ronca para ubicar en época al televidente? Nuestra tv no tiene dinero para eso y para filmar mal a “la única” es mejor no hacerlo.
Los adolescentes tuvieron dos propuestas especiales: la retransmisión ¡al fin! de Blanco y negro ¡no!, luego de su estreno en 1994, y la inclusión de Una calle mil caminos en Cubavisión, los sábados a las dos de la tarde, horario que se debe mantener porque así se jerarquiza el tema y ese público especial.
La primera decena de la programación veraniega estuvo signada por la Copa Mundial de Fútbol. Se transmitieron TODOS los juegos, un esfuerzo colosal por parte del gobierno cubano y del ICRT. Creo que en contados países se pudieron ver todos los partidos.
Ahora bien ¿estuvieron la locución y los comentarios a la altura del tope?. Creo que pudo ser mejor: se narraron goles que no existieron, faltaba “picante” en los pronósticos a la vez que se hizo pública la predilección de un narrador por un equipo europeo. Mi vecino que no es cronista deportivo, o yo que tampoco lo soy, podemos irle a Alemania, Francia o Camerún y decirlo. Recuerdo por ejemplo, en un programa De Zurda (no perdí uno) que ese maestro del periodismo Víctor Hugo Morales dijo que le gustaba Francia, pero a renglón seguido, subrayó su deseo: quería que ganaran, creo, los ticos, es decir los latinoamericanos. Pienso que si Cuba no estaba en la batalla nuestro continente si, y por muy bravos que puedan ser los teutones, Argentina, o Brasil eran nuestros representantes. En la casa de uno hay derecho a apostar hasta por Troya, pero no lo debe hacer un locutor en la TV que forma parte de la cadena del ALBA.
Aparte del fútbol, Telerebelde transmitió todo tipo de deportes, alguno incluso que apenas se conoce en nuestro país y eso es bueno para el discernimiento de los televidentes.
La programación cinematográfica estuvo bien: casi seiscientas películas en todos los canales. Especialmente, Multivisión se lució con la reposición de lo mejor transmitido por La séptima puerta y pudimos acceder a excelentes cintas que no habíamos visto.
Este canal estrenó o repuso una buena cantidad de películas de culto o muy perseguidas por los amantes del cine. Ahora bien, una de sus ciclos fue Cine para ellas que tiene un título anfibológico ¿es para las mujeres televidentes?. Entonces es sexista. Pero si es para mujeres actrices tampoco está bien. Este es un mensaje de Piard a raíz de que yo publiqué mi texto ¡Pobrecitos los hombres! “no estoy de acuerdo contigo con relación a la obra maestra de Cllint Eastwood Los puentes de Madison donde sólo elevas a Maryl y se te olvida la enorme actuación de su director Eastwood, que nada más queda en la Historia del Cine por ese primer plano, bajo la lluvia, mirando desaparecer para siempre a la mujer de su vida. Te pido reflexionar”. Volví a ver la cinta y es verdad que tal escena es espectacular. ¿Qué sucede? el cine HECHO para ellas o ellos, puede terminar siendo la obra maestra de un papel secundario. ¿Acaso en Apocalipsis now lo que más se recuerda no es la cabeza rapada y los diálogos de Marlon Brando, que está, si acaso, quince minutos en escena de las dos horas y media que dura el filme, del director Francis Ford Coppola, y en el Martin Sheen es el lógico protagonista?.
Cuadro a cuadro, por Cubavisión, volvió a lucirse y El espectador crítico ofreció buenas cintas en el Canal Educativo, sin contar conque amantes de películas del oeste, terror o ciencia ficción también tuvieron su espacio.
Mansión Crawley, por Multivisión y El mentalista por Cubavisión fueron buenas series para entretener las neuronas con sabiduría, entre otras que se transmitieron.
Hago mía esta opinión de Yuris Nórido “Es una lástima que Ya amaneció (Cubavisión) no haya llegado para quedarse. Se asumió un formato bastante añejo en las televisoras internacionales: un programa matutino ligero, polivalente, cosmopolita. En sentido general, estuvo bien realizado. Los temas se imbricaron sin traumas. La conductora lució cómoda, a su aire. Fue una buena opción para las mañanas, un despertar sin estridencias, con informaciones puntuales y efectivos canales de comunicación con la gente.”
De los otros programas “nuevos” que movieron la opinión está Sácame del apuro, un remedo de Decida usted, que se hizo en la década del noventa con la conducción de Camilo Egaña que tenía habilidad para colocar un tema en situación de voto. Entonces con maña y todo, hubo un programa que se votó por “perdonarle” la vida a un nazi. La propuesta de este verano, con un título que juega con el célebre cuento del camaroncito, tiene el punto a favor de que las historias son cubanas, pero… mal contadas, actuadas y vestidas. No creo que sea un error retomar esquemas de programas hechos décadas atrás, pero si se hace, lo primero que se debe buscar es que la conducción la realicen ANIMADORES o ANIMADORAS, que tengan la habilidad de maniobrar entre el voto del público –se debe respetar, luego de emitido- y la historia narrada. Las intenciones fueron buenas pero…
Revelación tv, una suerte de Voz cubana estuvo matizada por deslices inconcebibles: si tenemos las palabras padrino y madrina ¿Por qué usar coaches?. No creo que se estudiaran adecuadamente los vestuarios en la final. Y no digo más. No vi los otros programas.
Muy bien por espacios como Vivir del cuento, continua siendo una exhortación a la risa y…a pensar, La neurona intranquila, otra propuesta que respeta la inteligencia y Mediodía en tv, al que le debo una crítica.
Dejo para el final Hábitat, la principal muestra de que si es posible realizar una mejor televisión. Claro que en esa propuesta –su anterior temporada fue el Gran premio del festival y convención de la TV- intervienen con sus recursos otros organismos como la Empresa nacional para la protección de la flora y la fauna. Esa es una vía que el ICRT está obligado a utilizar. Las condiciones económicas cubanas no permiten aumentar el presupuesto para grandes empresas televisivas, pero si se pueden realizar con la colaboración de otras entidades. RTV comercial (felicidades por sus veinte años) ha conseguido algunas vías para producir, comercializar e ingresar dinero. Esta gestión ya ha dado frutos en Hábitat, Penumbras, Conducta, Duaba…
Mientras no se lleguen a adoptar nuevas formas de hacer, que permitan mayor libertad a los ejecutivos, estos estarán atados de manos (y también pies) para poder encargar obras a los grupos de audiovisuales que ya existen el país y funcionan como cooperativas.
Me quedan muchos espacios por valorar, especialmente de la programación informativa… ¡Ah! se que dentro de unas horas recibiré un correo de un inteligente y agudo amigo “¿Y los musicales?, ¡Por favor métele a los musicales!”. Ante esa insistencia y porque es tema que requiere una cuota de sapiencia que no tengo sobre solfeo, notas, sopranos… circulé una encuesta ¡Y sólo tres especialistas me han respondido!. Voy a realizar otra vuelta de preguntas o saldré grabadora en mano a buscar las opiniones.
Pienso que la programación de verano no hay que verla ni como apocalíptica, ni como deslumbrante. Hubo ofertas diversas, se dieron pasos en busca de presentar espacios novedosos, todo se hizo con la misma escasez de cámaras, carros, gasolina, lámparas… hasta lápiz de ceja para el maquillaje, pero con el sentido de responsabilidad y pertenencia que tienen muchos componentes del ICRT que consideran a su institución como su casa, es de ellas y ellos, y por eso la aman, la defienden, tratan de que sea mejor y son seres felices cuando consiguen un buen programa.
Un tiempo atrás el reconocido músico y profesor José Loyola alabó en el programa Mediodía en TV una camisa del conductor Marino Luzardo y dijo algo así como que tenía colecciones. El locutor –siempre seguro- salió del paso devolviendo el elogio.
No sé en cuantas ocasiones le he enviado un correo a Marino por una preciosa camisa que no le había visto. Y estoy hablando de uno de los hombres que viste mejor para presentar los espacios televisivos.
Por suerte, cuando fue a conversar sobre elegancia en el programa Yamaneció, hizo pública la forma en que logra vestirse bien: usa la ropa confeccionada por Mario Freixas. Así que no rompo ningún secreto y se entiende el por qué de la ropa adecuada.
Tengo otra amiga locutora que un día ante mi insistente mirada sobre sus bellos zapatos, me dijo “son prestados”. Mi asombro la hizo explicar “y la blusa y la saya también, ahora cuando llegue a la casa le paso un paño a la suela, cuelgo la ropa y la devuelvo. ¿Cómo crees que puedo vestirme todos los días para enfrentarme a las cámaras?”. No digo su nombre porque no he podido localizarla para pedirle su autorización.
Existen presentadores que no tienen la posibilidad de Marino y la locutora incógnita.
Por ejemplo, dos semanas atrás, Jhenni Lay, la conductora de Yamaneció, usó un vestido que podía ser para cualquier ocasión menos para las siete de la mañana. En tal sentido una amiga publicista me hizo llegar un correo con lúcidas opiniones: “Hoy (…) su vestido era apropiado para una boda, unos quince, la entrega de Premios en un teatro, u otro espacio de índole festivo, tanto por el color, el diseño y la textura de la tela, pero no para exhibirlo a las siete de la mañana en este programa. Ya todo está inventado o casi inventado en esta materia, sólo un simple pase de vista a algunos espacios televisivos cubanos nuevos y no tan nuevos o a otros allende los mares y podrá corroborar que la IMAGEN de sus conductoras dista mucho de lo que nos está presentando la compañera de Yamaneció. Si está recibiendo asesoría, por favor, cambien de facto al asesor de su imagen y si es por iniciativa personal, búsquenlo de inmediato. Ella logra la empatía con el televidente, se desenvuelve bien con los invitados, asume con conocimientos de causa, su papel, mas por ser la cara de este espacio, requiere que su IMAGEN se corresponda con los propósitos que le dieron origen.”
Un responsable del programa me dijo: “efectivamente...nosotros estamos de acuerdo, solo que atrapados en la escasez más absoluta. Si bien la asesoría es importante, la producción lo es también. Sabemos que no funcionaria...pero no tenemos nada que ponerle. Todo lo estamos resolviendo a pulmón. Este tren consume más de lo que la gente ofrece para ayudar.” En los últimos días han logrado brindar una imagen sobria y elegante de Jhenni, como debe ser a esa hora.
La escasez, ausencia, pobreza es una realidad, pero también pienso que en la televisión cubana se relega el director de imagen a un plano totalmente secundario.
A raíz de mi texto Locución: profesión que genera (o no) cultura (http://www.tvcubana.icrt.cu/la-columna-de-paquita/1334-locucion-profesion-que-genera-o-no-cultura) la reconocida especialista Piedad Subirat me envió sus opiniones “En cuanto al vestuario, creo que ha mejorado en el Noticiero Nacional debido al trabajo del diseñador Elio Vives, y en otros programas por el apoyo de creadores como Mario Freixas e Ismael de la Caridad, y el esfuerzo de algunos de nuestros diseñadores que continúan trabajando en el departamento de Diseño del ICRT . Pero no siempre se cuida ni se exige por parte de la dirección del programa que el conductor o conductora, se presente con ropa adecuada a la hora en que se transmite el programa o el corte del mismo. No es lo mismo vestirse para dar informaciones en horas del día, que para conducir un musical en horas de la noche. Igual sucede con la peluquería o el maquillaje.”
La experimentada diseñadora dice “He visto a una locutora del NTV presentarse con un "despeinado" de mechas sueltas en desorden, como si la hubieran asaltado por el camino, o se acabara de bajar de la guagua y fuera directo para el set y no tuvo tiempo de pasarse un peine por el cabello. Pudiera ser culpa del peluquero o peluquera de turno, pensando quizás, que ese "despeinado", es más refrescante, juvenil e informal. Lo que sucede, es que ese espacio informativo nacional, no es el adecuado para ese look, y lo que da es una impresión de desaliño que deteriora la imagen requerida para la ocasión, donde su presentación debe ser más formal.”
Piedad ejemplifica: “En algunos casos, el desinterés de la propia dirección de los programas hacia sus especialistas de imagen, llega al colmo de no saber quién es quién. Desde hace un tiempo hasta el momento, en el Noticiero de Canal Habana, en los créditos finales, se lee Diseñadora de Vestuario Esther Morales, que es la vestuarista que lleva la ropa, y el de vestuarista se acredita a la Diseñadora Ciria Jardines, quien selecciona la ropa que se va a usar. No dudo que quien organice y apruebe los créditos, desconozca el nombre de cada especialidad y altere absolutamente las categorías de la misma. En ese caso, como noticiero, solamente aparecen locutores o conductores, por eso me refiero a esta situación que aún continúa. Si la dirección del programa no tiene el control de quien prepara la imagen de sus presentadores, menos podrá exigir o controlar la calidad de la imagen de los mismos.”
Le doy toda la razón a la experta. Si la imagen es imprescindible en la televisión, entonces tiene que existir un especialista para que oriente usar las ropas adecuadas no sólo según el horario sino las tallas, el color del pelo, la piel y que debe llegar hasta estar pendiente del color de los fondos. Vuelvo a tomar a mi amigo Marino como conejillo de indias: se pone una camisa bellísima, de mangas largas y lo sientan con un fondo casi del mismo color de la prenda de vestir. Parecía que el rostro salía de la pared. Además esos preciosos muebles de Mediodía en TV,una donación de Blondín, resultan incómodos para presentador e invitados. Creo que el especialista , con gusto reemplazaría el mobiliario si se le explicara estas razones. Y estoy hablando de un espacio que ha cambiado para bien su escenografía, con un par de excelentes locutores (Marino y Bárbara Sanchez Novoa, también bien vestida), una presentación digital hecha con gusto y funcional, en fin un programa al que le dedicaré con placer una columna porque, en vivo, diario y “a pulmón” tiene muchos más puntos a favor que en contra.
Y hasta ahora sólo he (hemos) escrito de conductores y locutores, pero esto es válido para todos los profesionales que viven de un talento y, además, de su imagen: cantantes, actores, actrices, músicos de instrumentos o comentaristas especializados: a todos hay que estudiarlos para “vender” su imagen. En eso los vecinos del norte son maestros: toda persona –gorda, flaca, fea, vieja, joven- puede salir en la televisión pero con la ropa, peinado, maquillaje y maneras adecuadas, a partir de la hora y el público al que se dirigen.
Repito: conozco no de la escasez sino de la pobreza de recursos en la TV, lo he dicho decenas de veces, pero si ese se administra como debe ser, seguro que todos los programas se disfrutarían mucho más.
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