Euro a una década de su entrada en circulación
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Hoy, a 10 años de que el euro reemplazara a las monedas nacionales de los países que lo adoptaron, expertos aseguran la moneda común se mueve en un terreno pantanoso y hasta incierto.
En medio de la crisis de deuda que azota al Viejo Continente, se habla de un potencial peligro para su existencia.
Analistas consideran que el problema tiene raíces más profundas, pues desde que se decidió la unión monetaria, en 1999, no se tuvieron en cuenta las diferencias entre los países que la integrarían.
Desde el desarrollo industrial, los niveles de desempleo y bienestar social hasta la política presupuestaria, va la diversidad de cada uno de los 17 estados que adoptaron al euro como moneda oficial.
Además los políticos no respetaron el reglamento establecido por el grupo al permitir el ingreso de países que no cumplían con criterios como un déficit fiscal inferior al tres por ciento del Producto Interno Bruto y una deuda por debajo del 60 por ciento de ese medidor.
Hoy, una década después, la mejora del intercambio comercial, la asunción de una divisa de mayor importancia en el mercado internacional y poder viajar de un país miembro a otro sin tener que cambiar de moneda, están entre las principales ventajas de la adopción del euro acotadas por especialistas del banco alemán Commerzbank.
Sobre su influencia en la inflación existen criterios encontrados, pues para algunos contribuyó a contener el alza de los precios, mientras que otros piensan que encareció sus vidas.
Además, al formar parte del grupo, la política monetaria de cada uno de los países es dictada por el Banco Central Europeo, lo cual resulta un inconveniente porque se trata de naciones con diferencias estructurales y lo que puede resultar beneficiosa para algunas puede perjudicar a otras.
Lo cierto es que por la ausencia de coordinación de políticas económicas, no se han logrado los efectos deseados en el desarrollo de los miembros de la Eurozona.
En tal sentido, los analistas remarcan la falta de gobernanza y de integración económica como uno de los problemas persistentes y cada vez más evidentes.
En las últimas semanas los miembros de la zona y de la Unión Europea se han reunido en reiteradas ocasiones a fin de intentar atajar la crisis de deuda, vista por algunos analistas como crisis del euro, la cual amenaza con propagarse y desencadenar una recesión.
Sin embargo, han pesado más la diversidad de criterios que la necesidad de adoptar medidas urgentes y concretas.
Por ello, hay quienes plantean una gran redistribución de la riqueza al interior de la zona de la moneda común, al tiempo que defienden una reestructuración de la deuda.
Otros hablan, incluso, de una reconfiguración de la Eurozona, con medidas de conjunto para que el proyecto del euro sea más creíble.
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