Aniversarios, homenajes, estrenos y pérdidas sensibles marcaron el 2011 en las artes escénicas cubanas, una manifestación que este año tuvo en el Festival Internacional de Teatro de La Habana su máxima expresión creativa.

Cerca de 80 compañías de unos 17 países exhibieron su arte en 25 salas y 12 espacios abiertos de esta capital, en un encuentro que propició el intercambio de experiencia entre teatristas y público, además de constituir un llamado urgente por la paz y contra la muerte.

Entre los espectáculos más ovacionados, que resultaron por demás estrenos en la isla, destacan la revista musical Embajadores de Broadway y la gala de clausura con la Compañía de Antonio Gades, en los que primaron la entrega y el virtuosismo de los artistas.

Por primera vez, el público cubano apreció el arte de cuatro prodigiosas voces del mundialmente conocido circuito musical, quienes interpretaron grandes temas de los últimos 50 años en la historia de Broadway, hecho que Robert Nederlander, patrocinador del espectáculo, calificó como el inicio de un verdadero intercambio.

Mención especial merecen puestas en escena como Una noche con Harold Pinter, en la que un grupo de amigos y figuras de renombre en las tablas británicas rindieron póstumo homenaje al Premio Nobel de Literatura 2005, a quien el Gobierno cubano le confirió pos morten la Medalla de la Amistad.

La presencia de destacadas figuras del teatro mundial como Roger Lloyd Pack, Andy de la Tour y Peter Godfarb, entre otros, así como el debut de Chipre y una variada programación para niños, jóvenes y adultos, que incluyó el teatro callejero, distinguieron por espacio de 10 días a la cita más importante de las tablas en Cuba.

El Festival también agasajó a uno de los grandes dramaturgos cubanos, Nicolás Dorr, cuya obra de absurdos Las pericas subió nuevamente a escena por intermedio de la compañía ecuatoriana Teatro Ensayo Gestus, 50 años después de ser escrita por él con apenas 14 años.

Otro de los clásicos del teatro en la isla, Aire Frío, de Virgilio Piñera, arribó este 2011 a su medio siglo de estreno mundial con una nueva versión dirigida por Carlos Celdrán, dando inicio a los homenajes por el centenario del natalicio del padre de la dramaturgia contemporánea en Cuba, que se extenderán durante el venidero 2012.

La ingente actividad del profesor, dramaturgo, director y actor, Nelson Dorr, por más de cinco décadas, fue reconocida en 2011 con el máximo galardón que confiere el Consejo Nacional de las Artes Escénicas: el Premio Nacional de Teatro.

Pero el dolor también ensombreció las tablas cubanas, con las sensibles pérdidas de dos imprescindibles del teatro, el dramaturgo Héctor Quintero (abril), autor de la emblemática obra Contigo pan y cebolla, y la actriz Adria Santana (septiembre), conocida como la musa de otro de los afamados escritores de la isla, Abelardo Estorino.

Llegó el Circo

Esta es la frase que por dos siglos ha identificado en Cuba a una de las manifestaciones escénicas más antiguas de la humanidad, que en el 2011 celebró los 30 años del Festival Internacional Circuba, el certamen más importante de la carpa en la nación antillana.

Unos 110 artistas de 14 países se dieron cita en la primera quincena del pasado agosto, en una edición que reservó homenajes, el debut de El Salvador y momentos espectaculares como el acto de equilibrio con fuerza de los hermanos Giang, de Viet Nam, quienes se alzaron con varios premios, entre ellos el de la popularidad y el Gran Prix.

México, Venezuela y Cuba encabezaron la lista de los países con mayor representatividad, en tanto China fue la otra nación ganadora del Gran Prix por intermedio de los ejercicios de equilibrios múltiples ejecutados por una docena de niñas entre siete y 10 años, integrantes de la compañía Fuyong Acrobatics Art Trouppe.

Actos de acrobacia aérea, fuerza y coordinación, malabares, contorsionismo y equilibrio, entre otros, estuvieron presentes en la décima edición de Circuba, certamen en el que primó la calidad, complejidad técnica y valor escénico de un arte milenario como el circo.

En ese contexto sobresale la Compañía Havana, que cosechó este año importantes galardones como el primer y segundo lugar de Circuba 2011, a través de los jóvenes integrantes de la Barra rusa o baltich y de Barras fijas con ranca en vuelo, respectivamente.

Recientemente esta institución del Circo Nacional de Cuba obtuvo dos premios internacionales en el décimo Festival de Circo de Grenoble, en Francia.

Una vez más el colectivo de la Barra Rusa mostró su talento y profesionalidad en ese prestigioso certamen europeo, al conquistar el Premio Especial del Público.

El equipo antillano del Trapecio volante se alzó con la Estrella de Bronce, en un recorrido internacional por varias carpas, que también reserva presentaciones hasta principios de 2012.

La danza a escena

Dentro de la danza, otra de las manifestaciones de las artes escénicas que brilló este año en Cuba, destaca el Ballet Lizt Alfonso, que festejó sus dos décadas de existencia con un programa, que incluyó varias giras y presentaciones nacionales e internacionales, entre ellas, el estreno en Alemania de su más reciente espectáculo Amigas.

En el último mes del año, la afamada compañía femenina redondeó los triunfos, tras ser reconocida su directora y coreógrafa, Lizt Alfonso, como Embajadora de Buena Voluntad de Unicef, en reconocimiento a la labor en favor de los derechos de la infancia desde dentro del propio colectivo.

Un 2011 de éxitos en los escenarios internacionales también tuvo el Ballet Nacional de Cuba (BNC), sexagenaria institución cubana que volvió a cautivar con su arte en países como Canadá, Estados Unidos, Rusia y España.

En este último, una de las calles fue bautizada con el nombre de su directora, la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, cuyo debut escénico hace 80 años fue festejado en la capital cubana.

Formado en las filas del BNC y exponente de los presupuestos estéticos de la escuela fundada por Alicia, Fernando y Alberto Alonso, Carlos Acosta se convirtió con sus 38 años en el artista más joven en proclamarse Premio Nacional de Danza, mérito que avala una rica trayectoria acumulada en Cuba y en el extranjero.