Mundiales de boxeo: La Habana dio el disparo de arrancada

Mundiales de boxeo: La Habana dio el disparo de arrancada
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2014
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A Cuba le cabe el honor de haber sido escogida como la sede del I Campeonato Mundial de boxeo aficionado, en el verano de 1974, por lo que precisamente ahora se cumplen 40 años de aquel torneo.

   
Esa ha sido la única vez que esta pequeña isla del tercer mundo ha acogido el estreno de una cita del orbe correspondiente a un deporte olímpico, y los pugilistas ratificaron sobre el ring que la elección era válida.

   
El triunfo por equipos de Cuba, dominando el medallero y la tabla de puntuación, fue sellado por el ya legendario superpesado Teófilo Stevenson, que venía ya con su memorable título olímpico de Munich-1972.

   
La víctima del ídolo de Las Tunas fue Marvin Stinson, a quien de nada le valieron sus alardes para evitar la derrota inobjetable frente miles de aficionados reunidos en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, en La Habana.

   
Por varios medios de difusión norteamericanos Stinson soltó a los cuatro vientos que lavaría la “afrenta” de Munich, cuando el caribeño dejó en el camino a la llamada Esperanza Blanca, el estadounidense Duanne Bobick.

   
La realidad sobre el encerado fue otra y los jueces notaron por unanimidad la valía del cubano, que tras recibir su medalla se la entregó al presidente cubano Fidel Castro, espectador de lujo en todas las carteleras del Mundial.

   
Stevenson obtuvo la quinta medalla de oro y final, pues antes se habían coronado Jorge Hernández, Douglas Rodríguez, Emilio Correa (padre) y Rolando Garbey.

   
Para Correa quedó además el honor se convertirse en el primer púgil del mundo poseedor de todos los títulos que ofertaba la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA).

   
Tres años atrás había ganado los Juegos Panamericanos de Cali, Colombia, luego en la cita estival de Munich y en marzo del propio 1974 en los Centroamericanos y del Caribe de Santo Domingo, siempre en los 67 kilos.

   
En su caso hubo otro choque contra la fanfarronería, porque Clinton Jackson había dicho que lo superaría de cualquier manera, pero Correa le dio un baño de buen boxeo, coronado con un fuera de combate en el último round.

   
El cierre de aquel 30 de agosto incluyó también una presea de plata y dos de bronce para los locales, dejando para las plazas siguientes a la entonces poderosa Unión Soviética y a Estados Unidos.

   
Destacados y dueños de los corazones anfitriones fueron también el puertorriqueño Wilfredo Gómez, el ugandés Ayuk Kalule y el yugoslavo Mate Parlov, con actuaciones sobresalientes que no dejaron dudas a su calidad.

   
Especialmente Gómez fue muy bien acogido y todavía se comenta su lamentable final deportivo, víctima de los desmanes del boxeo profesional.

   
Por su parte, el ligero soviético Valeri Solmin fue escogido como el boxeador más técnico y los pesos plumas Boris Kuznetsov (URSS) y Rene Weller (RFA), protagonizaron el mejor combate.

   
Gilberto Carrillo, uno de los tres cubanos que se quedó sin medallas, fue seleccionado el más combativo por su demostración de valentía ante Parlov, a quien puso en aprietos a pesar de recibir fuerte castigo.

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