Idania Valdés: la voz joven del Buena Vista Social Club
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Idania Valdés lleva más de 10 años cantando con el Buena Vista Social Club, ese tinglado de todos estrellas que ha encumbrado la música tradicional cubana recorriendo el mundo.
Llegó a ese proyecto siendo apenas una jovencita y comenzó haciendo los coros hasta que su voz se ganó el espacio que, como solista, merecía.
Aunque actualmente Idania tiene su propio proyecto musical con jóvenes músicos cubanos muy prestigiosos, la cantante se siente deudora eterna del Buena Vista y a pesar del anuncio de la desintegración de este grupo, ella asegura que siempre habrá Buena Vista Social Club.
El pasado mes Idania estuvo entre los músicos premiados del Cubadisco, el evento más importante que, en materia discográfica, se celebra en la Isla. Se llevó el lauro con su álbum “Menos mal” nada menos que en la categoría de Cancionística, que ya había sido anunciada por los organizadores del evento como una de las más reñidas.
Sobre su disco debut, su vínculo con el cine y sus proyectos, Idania conversó con Cubasí.
“Menos mal es un disco muy ecléctico, creo que por eso ganó el premio. Fue en la categoría de Cancionística, que en Cuba es muy competitiva pues estamos rodeados de grandes cancioneras. En esta ocasión compartí nominación con la maestra Argelia Fragoso, que es una de las grandes exponentes; María Victoria, ganadora en otras ocasiones y Waldo Mendoza, que goza de una gran popularidad”.
“Es un disco acústico y cuenta con muchos artistas invitados: David Torrens, mi papá Amadito Valdés, Rolando Luna, el grupo de rumba Clave y Guaguancó, y la orquesta del maestro Juan Formell, que él me cedió gentilmente, para grabar un tema de su autoría”.
“En cuanto a composición el disco tiene una gran variedad también, de hecho yo hice un trabajo fuerte de pre producción. Yo quería honrar a la música cubana con las personas que para mí son grandes bolígrafos de la canción, desde Portillo de la Luz hasta Polito Ibáñez, pasando por Formell y Pablo Milanés…”.
“Creo que es un álbum que llegó con luz, gracias a este premio Cubadisco.”
¿Has pensado en componer para ti?
Me encantaría pero hasta ahora no lo he hecho. Yo soy pianista y directora de coro, pero siempre me he desempeñado como intérprete. Hasta ahora no me ha bajado la musa.
¿Desde cuándo cantas entonces?
Desde pequeñita, aunque cuando estudié música lo hice con el piano. Siempre estaba cantando en la casa.
Te integraste al Buena Vista siendo muy joven…
Sí, comencé como corista y participé en discos como “Buena Vista Social Club presenta a Omara Portuondo”; “Bajando Gervasio”, de mi padre y “Flor de amor”, de Omara, que fueron multipremiados, nominados a los Grammy, y ganadores de los Billboard… Gracias a estos trabajos y a ser la hija de mi padre, los reclutadores de este proyecto me escogieron y me tuvieron a prueba un tiempo. Afortunadamente para mí pasé a ser una de las voces líderes del Buena Vista.
Debe haber sido un reto para ti.
Por supuesto, un reto muy importante en mi vida. Ha sido un compromiso como artista y con mi padre que es fundador del Buena Vista, un proyecto que goza con un reconocimiento mundial y que es uno de los más importantes desarrollados en la música cubana. Formar parte de ese éxito y aportar mi granito de arena ha sido una felicidad. He tenido que estudiar muchísimo cada día sin perder mi estilo contemporáneo.
¿Crees que tú heredaste lo tradicional del Buena Vista como gusto musical?
Mi ascendencia musical es importante. Mi abuelo Amadito Valdés (padre) fue pionero de las jazz band en Cuba, y en mi familia siempre se respiró un ambiente de música. Mis padres siempre me inculcaron la música. Mi papá me llevaba a sus ensayos cuando yo era niña, él fue miembro del cuarteto D´ Aida y yo estaba siempre involucrada en las fiestas y cuando me ponían a bailar yo me lo tomaba como algo muy serio. Si yo no hubiera sido cantante, habría sido bailarina.
¿Pero siempre estuviste segura de que serías artista?
Sí. La verdad es que mi papá me influenció mucho; cuando me llevaba a pasear me pedía cantar, hacer la clave, coger el ritmo en alguna canción que escucháramos, en fin, el siempre me llevó por el camino del arte.
¿Cómo llegaste a Chico y Rita, el filme animado de Fernando Trueba inspirado en Bebo Valdés? ¿Por qué crees que te escogieron a ti?
No sabría decir el porqué. Nos hicieron pruebas muy difíciles en el casting, al cual yo llegué a través de mi amiga Rosa Marqueti de la SGAE. Había mucha competencia allí, yo incluso pedí ser la primera porque tenía que irme a un programa de televisión y no hice fijación con el asunto del casting. Todas tuvimos que cantar el mismo tema, “Bésame mucho”. Luego me llamaron y me dijeron que yo había sido una de las favoritas. Fernando hizo pruebas también en Nueva York y Madrid con cubanas radicadas en el extranjero. Por ahí pasó todo el mundo, desde las más conocidas hasta las menos.
Un tiempo después, estando en España, el equipo de Fernando me citó a los estudios Mariscal y allí fue donde vi por primera vez la imagen de Rita, la protagonista de la película, con mi voz, cantando “Bésame mucho”, que es la canción con la que Chico se enamora de ella. En ese momento me di cuenta de que yo había sido la elegida.
¿Te gusta el cine?
Me encanta, y me gustaría trabajar en él, no solo como cantante, sino también como actriz aunque aún no tengo esa preparación, pero me gustaría explorar este mundo.
“Chico y Rita” es una historia de amor y desilusión entre dos músicos que tenían intereses individuales. ¿Cuán difícil es llevar una carrera de artista a la par de una vida privada?
Es difícil, el trabajo de una artista es de sacrificios. Hay cosas de las que tenemos que prescindir, no podemos estar todo el tiempo deseado con la pareja o la familia pues hay que dedicarse a ensayos, giras, proyectos… Pero pienso que el éxito de una relación amorosa de un artista está en la pareja escogida. Debe ser alguien que también tenga metas, que sea comprensivo. A veces se tiene como pareja a alguien que pertenece a nuestro medio, pero quizás no tiene el mismo nivel de aceptación profesional y pueden existir celos, roces. Afortunadamente ese no es mi caso.
Algunos temas que interpretas han sido ya versionados por otros intérpretes, asumirlos es una forma de arriesgarse. ¿Te gusta el riesgo?
Es muy arriesgado y sí me gusta ese riesgo. Me gusta cantar temas conocidos, pero no “machacados”, que no sean retóricos. Me gusta tener un repertorio amplio de cosas diferentes.
Háblanos de tu proyecto individual.
Ellos me acompañaron en el disco. Son Rolando Luna, Harold López-Nussa, Gastón Joya, Oliver Valdés, Rodney Barreto, Jorge Luis Chicoy, Alexander Abreu…
Estás hablando de un todos estrellas, y todos o casi todos ellos tocan jazz.
Muchos de ellos son de mi generación, tocan jazz, pero se sienten cómodos en cualquier terreno. Por ejemplo, qué no toca Rolando Luna o Harold, que han ganado importantes premios internacionales.
Muchos de ellos forman parte de otros grupos musicales, al igual que tú. ¿Cómo logran cohesionar en el trabajo en conjunto?
Mi disco, de hecho, demoró mucho en el proceso de grabación pues yo tenía muchos compromisos internacionales con el Buena Vista y ellos también estaban muy ocupados. Tuvimos que grabar por separado, algo que lamento de “Menos mal” es precisamente que no pude estar en todos los encuentros con ellos.
¿Cómo te gustaría que la gente te identificara?
Como una cantante a la que le gusta llegar a lo más sincero del corazón del público. No me interesa el virtuosismo, sino ser una cantante carismática, de alto nivel interpretativo. Soy una persona muy sencilla y muy preocupada por mi trabajo, así quisiera que los demás asumieran lo que hago.
Aunque esté en un buen momento de mi carrera estoy consciente de que uno no se puede confiar, por eso hay que tener encuentros como este, con la prensa y no podemos perder de vista la promoción de nuestro trabajo para que no quede engavetado. Los artistas no trabajamos para obtener premios, el mayor premio es el aplauso del público.
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jesus
armando
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