Violencia contra la mujer: El llanto de Deyanira

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Violencia contra la mujer: El llanto de Deyanira
Fecha de publicación: 
13 Diciembre 2011
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Fotos: Armando Santana

Desde el 25 de noviembre, Día Internacional por la no violencia contra la mujer, hasta el pasado sábado 10, transcurrió en Cuba, como en muchas otras latitudes, la Jornada para prevenir y erradicar la violencia de género, a la cual se sumó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) así como otras organizaciones no gubernamentales e instituciones.

 

Terminó la jornada, pero no han desaparecido sus motivos; es por eso que precisamente ahora Cubasí decide acercase al tema, porque el llanto de Deyanira continúa cada anochecer siendo escuchado por sus vecinos más cercanos, que luego, al amanecer, la ven partir, abrazada por su esposo, hacia el trabajo. Siempre lleva gafas oscuras, no importa que haya o no sol. Y si ella oculta sus ojos hinchados de tanto llorar tras los negros cristales, pareciera que los vecinos y amigos del matrimonio, por aquello de “entre marido y mujer…”,  también han decidido ponerse gafas virtuales para no ver el sufrimiento de esta cubana de 43 años, maltratada por su esposo y que, paradójica y casualmente, lleva el mismo nombre del personaje mitológico a quien el centauro Neso violara.

 

Aún cuando la violencia de género es una realidad en la Isla, a las mujeres cubanas las distingue la alegría y la ternura

 

Si solo se tratara de Deyanira, no valdrían la pena estas líneas, pero, el cúmulo de paneles, talleres, conferencias y otras iniciativas desplegadas en la Isla en torno a la mencionada jornada, evidencian que el tema de la violencia contra la mujer ha de ser objeto de un sistemático análisis y también de un accionar permanente.

 

Sicólogos, sociólogos, historiadores, juristas, médicos, periodistas, artistas, directivos y líderes barriales han juntado sus voces durante estos últimos meses del año para subrayar que aun cuando no existen estadísticas a nivel nacional sobre este fenómeno, el mismo permanece latente y muchas veces invisibilizado a pesar del carácter profundamente humanista que distingue al proceso social cubano y también en contraste con los niveles de instrucción alcanzados por la ciudadanía, especialmente por la población femenina que en 2007, según la Oficina Nacional de Estadísticas, componía el 65 por ciento de los graduados universitarios en el país.

 

Sin embargo, ni el origen ni la solución de este conflicto estriban en títulos académicos. Al decir de la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, master en Psicología Social e investigadora del Grupo de Estudios sobre Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas del CITMA, “La violencia es aprendida. Se incorpora al repertorio de respuestas conductuales de las personas a partir de sus referentes y concepciones propias, elaboradas sobre la base de concepciones sociales.”

 

La cultura patriarcal que nos distingue constituye el cimiento sobre el que se levantan estas y otras conductas lesivas de la dignidad personal y que, paradójicamente, llegan a ser admitidas, justificadas como algo legítimo e incluso hasta necesario. Ello, sobre todo cuando se trata de una violencia que no llega a ser la del maltrato físico, pero que igual lacera. Tal es el caso de la violencia psicológica que incluye las agresiones verbales, el desprecio, la indiferencia, el silencio; y se añade a la violencia sexual y también a la  económica.

 

Muchas veces encubren tras una conducta “normal” la angustia de sentirse maltratadas

 

Como esta violencia de género se sustenta en una ideología patriarcal, entronizada desde las formas más burdas hasta las más sutiles en el tejido social de la nación, no pocas veces permanece silenciada. Las agredidas no hacen la denuncia, y cuando se deciden, es en los casos de amenazas y lesiones no graves, al decir de estudiosos del tema. Sucede que además del temor a represalias por parte del agresor y también por mantener con él una relación de dependencia, las cubanas víctimas de violencia no hacen pública ni ponen en conocimiento de las autoridades la situación por la que atraviesan también por sentimientos de vergüenza y humillación que las embargan. Y lo más preocupante, porque ni ellas mismas en ocasiones se identifican como víctimas.

 

Lo cierto, y  no por habitual menos alarmante, es que, según asegura Díaz Tenorio, “de generación en generación, se ha legitimado un proceso de naturalización de la violencia intrafamiliar. Las desigualdades de poder –real o simbólico-, las relaciones que privilegian a unos y discriminan a otros, las concepciones rígidas que imponen límites, derechos, deberes, espacios y normas al resto; producen realidades violentas…”

 

Tales realidades no pocas veces han sido aprehendidas por los integrantes de la familia a partir de sus vivencias en el ámbito doméstico durante los distintos períodos de su vida, comenzando por las huellas de la infancia. Y esto conduce a que en oportunidades las maltratadas se vuelven maltratadoras en particular de sus hijos, reproduciendo así un penoso ciclo de agresiones. Tampoco puede ignorarse que la violencia a instancia social significa más leña a esos fuegos puertas adentro del hogar.

 

En las dinámicas urbanas y rurales que marcan el alentar de esta Isla se manifiestan conductas violentas hacia la mujer, algunas evidentes como en el transporte público, pero también las hay menos identificadas pero igual de perniciosas a la integridad femenina. ¿Quién no ha visto en las calles cubanas a esos piropeadores encimándose  sobre una mujer, violentando su espacio físico hasta quemarle el cuello con el aliento a la vez que le profieren lo mismo un halago poco original que una grosería mayúscula? Y sin son más de dos los varones reunidos, entonces hasta compiten por llamar de los peores modos la atención de la que pasa. Eso es también violencia.

 

Felizmente, en la Mayor de las Antillas los hombres van también tomando conciencia de cuánto pueden hacer y así ha quedado demostrado en la recién concluida jornada por la no violencia de género. El quehacer de la Red Iberoamericana de Masculinidades (RIM), es un excelente ejemplo. En el sitio digital de la RIM queda recogida la creación el pasado viernes 9 de una plataforma para el trabajo colectivo contra la violencia machista, integrada por hombres cubanos de diversos espacios y generaciones. Es una iniciativa de la citada Red y del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, el cual labora sobre el tema género y violencia en vínculo con entidades comunitarias como los Talleres de Transformación Integral del Barrio.

 

Ser ignorada, resultar invisible para él, es también una de las caras del maltrato hacia la mujer

 

De acuerdo con lo consignado en ese sitio digital, la iniciativa ha recibido el apoyo de hombres provenientes de diferentes partes de la isla, asociaciones religiosas y productivas, instituciones académicas, representantes del sector de la cultura y otros actores interesados en crear un espacio común de análisis y acción. Sobre este nuevo empeño, el profesor cubano Julio César González Pagés, coordinador de la RIM, asegura que "en el país hay una necesidad de saber sobre el tema. Hablamos mucho del machismo y las hegemonías, pero pocas veces aunamos esfuerzos y vemos cómo transferir esto a las políticas públicas".

 

Más agua al dominó


Aun cuando los niveles de instrucción no deciden, Norma Guillard,  vicepresidenta de la sección de diversidad sexual en el CENESEX, afirma que la diferencia de la violencia en Cuba con otros países de América está relacionada con la educación de la población y el desarrollo de la autoestima de la mujer. De ahí que, aunque no existan cifras a instancia nacional, es posible asegurar que la violencia de género en Cuba para nada alcanza las alarmantes estadísticas asociadas con ese fenómeno a instancia planetaria.

 

Según la Organización Mundial de la Salud, constituye la primera causa de muerte en las mujeres de entre 15 y 44 años, por encima de guerras, el cáncer y los accidentes de tránsito. Cada 18 segundos una mujer es maltratada en cualquier lugar del mundo mientras cerca del 70 por ciento de los homicidios se asocian a problemas de género.

La cotidianidad de las cubanas, a pesar de no estar marcada por tales índices espeluznantes, es también objeto de atención en ese sentido y, para continuar accionando es muy importante la premisa sentada por la estudiosa Mareelén Díaz Tenorio:  “si la violencia es aprendida, es modificable. Interiorizar tal afirmación, comprendiendo que dicha conducta parte de un aprendizaje individual y social, puede servir de pauta para multiplicar acciones”.

 

De ahí que se insista en capacitar sobre el tema a médicos, psicólogos y juristas, a la vez que permanece el subrayado acerca de la necesidad de leyes específicas referidas a la violencia de género y sobre la importancia de sensibilizar aún más a quienes deben proteger a las víctimas de tales maltratos, que no deben quedar silenciados como supuestos asuntos privados.

 

Tan sustanciales van siendo las transformaciones en este orden que el documento base de la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, prevista para el próximo enero, de una manera categórica convoca en su apartado 52 a “enfrentar la violencia de género e intrafamiliar y la que se manifiesta en las comunidades”.  Por su parte, la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubas (FMC), Yolanda Ferrer, al clausurar el taller nacional sobre buenas prácticas a propósito de la Jornada Nacional por la no violencia contra la mujer, sentenció que “Se ha avanzado mucho en la toma de conciencia sobre este problema, en la sensibilización acerca de esta tema y su identificación, pero aún nos queda un camino por andar…”.

 

Asimismo, Ferrer llamó la atención sobre la necesidad de que sean más conocidos los espacios, instancias y mecanismos que pueden servir de ayuda en cuanto a la violencia de género y familiar, como son las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia creadas en todo el país, las cátedras de género y de la mujer que funcionan en diferentes universidades, así como el Grupo Nacional de Prevención y Atención a la Violencia Intrafamiliar, fundado en 1997 a propuesta de la FMC, y compuesto por representantes de los ministerios de Salud y de Educación, de la Fiscalía, Tribunales, Justicia, Oficina Nacional de Estadísticas e Información, el Instituto Cubano de Radio y Televisión, el Centro de Estudios de la Mujer, el Centro Nacional de Educación Sexual y el Ministerio del Interior.

 

Habrá pues que continuar insistiendo para que mujeres como  Deyanira, la que encabeza este texto, no silencie más los motivos de su angustia, y conflictos como el suyo involucren cada vez más preocupaciones y acciones. Yolanda Ferrer, la secretaria general de la FMC lo ha hecho explícito: se hace necesario seguir articulando esfuerzos porque en Cuba, a diferencia de otras latitudes, existe una voluntad política de enfrentar el reto de la violencia de género.

Comentarios

Interesante análisis y saber que en Cuba la mujer tiene esa protección. Felicidades.
Muchas felicitaciones a Vladia por este trabajo. Hace mucho tiempo las mujeres cubanas necesitábamos que se hablara de manera clara del problema de la violencia de género en los medios. Estoy muy de acuerdo con los especialistas en que es un problema de muchas aristas. Conozco por el trabajo que realizó con grupos de mujeres que es más serio de lo que se cree. Gracias y Felicitaciones una vez más.
La cultura patriarcal trajo consigo el maltrato a la mujer en todos los ámbitos de la vida social, pero considero que hoy debe hablarse de maltrato entre género, porque cuando se trata de violencia sexual entre parejas como forma de maltrato, se convierte en un término relativo.
Yo fui un hombre sumamente violento con mi novia y también la maltraté tanto física como psicológicamente. No duraron los maltratos 3 días, duraron años. Solo me queda decirles una cosa. Solamente Jesucristo tiene el poder para transformar tu vida en algo útil y darle paz a tu corazón. Hoy por hoy somos una pareja feliz, y pensamos casarnos el próximo año. Estamos enamorados y somos una feliz pareja de jóvenes cristianos que decidieron entregarle su vida a Cristo para ser transformados. Mi exhortación, hay esperanza, busquen de Dios. Que Dios les Bendiga siempre es mi oración.
Estoy muy contenta de saber que la mujer no es obviada en nuestra sociedad y que existen personas dispuestas a ayudar.

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