«El librito» Urquiola
especiales
Hace unos días comenté en estas mismas páginas sobre la semifinal entre Industriales y Pinar del Río, y con justeza algunos aficionados me dijeron que casi todo el tiempo hablaba de posibles errores de los capitalinos, y casi nada de los pinareños.
La razón es sencilla, y estaba plasmada también en esas líneas, el alto mando de Pinar, encabezado por Alfonso Urquiola, juega con mucha precisión, y es muy difícil que realicen una maniobra equivocada.
En el tercer desafío me afilé los dientes cuando vi el toque de bola de Donald Duarte en el primer capítulo, con hombres en primera y segunda. Me dije: ahora sí tengo para comentar. Iluso yo, porque unas horas más tarde el propio Donald explicó que había sido una iniciativa propia, al no encontrarse cómodo al bate.
No por gusto Urquiola es de los mánagers más ganadores de Cuba, y para mí de los mejores de la historia, no solamente de ahora. Estamos hablando de un estratega que sigue al pie de la letra el llamado «librito», aquel ficticio compendio de los cánones del béisbol, se juegue en Indonesia o en Plutón.
Como todo en la vida, el béisbol tiene sus pequeños secretos, y esos, si no todos, Urquiola se los sabe casi todos. Con precisión de cirujano sabe qué hacer en cada momento, dónde cortar y dónde suturar para armar un buen equipo desde todo punto de vista. Creo firmemente que si no está cómodo en este play off es, además de por el juego de Industriales, porque tuvo la mala suerte de sufrir la lesión de Vladimir García, su jugada maestra el día de escoger los refuerzos. Al lado de Yosvany Torres eso hubiera sido prácticamente una garantía para llevarse el campeonato, con el debido respeto para los demás conjuntos.
Otra de sus virtudes es la serenidad y el aplomo. Eso lo mostró con creces en el último juego del Latino, cuando la famosa atrapada de foul que, por cierto, vi un poco traída por los pelos para revisarse por la televisión porque si se interpreta así el reglamento, casi todo va a ser objeto de revisión.
Con la lógica exaltación de sus pupilos, Urquiola, sin dejar de reclamar, lo hizo de la manera más compuesta posible, consciente de que lejos de beneficiar, un exabrupto suyo perjudicaría a Pinar. En este sentido, extiendo la felicitación también a los otros tres mentores semifinalistas, porque todo ha sido reclamado con mesura, como debe ser.
En fin, «el librito» Urquiola vuelve a demostrar lo grande que es, y estoy convencido que si no levanta el banderín, no será por culpa suya.
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