Si Tula fuera de este siglo
especiales
Y ha regresado, no solo en sus libros, sino en la juventud, ha enviado su alma a esta tierra, escrita en versos.
De los nueve títulos que presentará la Editorial Ácana, dos recrean aspectos de la vida y obra de quien escribiera bajo el seudónimo La Peregrina, y a quien estará dedicado este evento literario.
A cargo de los intelectuales lugareños Luis Álvarez Álvarez y Olga García Yero, quedaron las compilaciones de ensayos de la Avellaneda, y la reedición de las cartas enviadas a su Ignacio de Cepeda, inmortalizadas bajo el título “Diario de Amor”, junto a la autobiografía, que le hiciera en sus días por España, son las propuestas que pretenden acercarnos esta vez a una de las más grandes escritoras iberoamericanas.
Desde el siglo XIX nos llega su poesía, con un estilo inconfundible, haciendo sentirnos orgullosos, de que Tula sea de esta Isla.
Con sus rizos y trajes extravagantes, aunque suene extraño, la juventud cubana de estos tiempos, se parece a ella, aún hay jovencitas de jeans y camiseta, que dejan escrito en un papel, versos como los de la Avellaneda, y por eso no creo que se pierda su legado en esta tierra.
Caminando por los adoquines de la Cabaña, que me hacen sentir como si pudiese toparme con algún traje largo y un abanico, desafiando el tiempo, descubro sus libros, y veo a una joven leyendo sus poemas en una esquina, y es entonces cuando siento que volvió, vino a esta feria convertida en poesía.
Las cosas no han cambiado mucho desde que la Avellaneda ya no está, solo que ahora Ignacio de Cepeda y Alcalde, (el amor de su vida) ha pasado a llamarse Alejandro, Christian o David, las tardes de tertulia, transcurren en alguna Peña Literaria o en los debates literarios de esta feria y los rizos desaparecieron con pases mágicos de una plancha eléctrica para cabello.
En el décimo aniversario del fallecimiento de la Tula, allá por el año 1883,Enrique José Varona, en un espacio del periódico El Palenque Literario, honró a la Avellaneda, con sus letras y escribió: “… puedan nuestros hijos pagar mejor la deuda de gratitud inmortal con que estamos obligados a honrarla.”, es esta feria del libro, un modo de hacerlo.
Su poesía quedó para la historia y sigue inspirando a generaciones enteras:
Un tiempo hollaba por alfombras rosas;
y nobles vates, de mentidas diosas
prodigábanme nombres;
más yo, altanera, con orgullo vano,
cual águila real a vil gusano,
contemplaba a los hombres.
Hoy, despeñada de la excelsa cumbre
osé mirar del sol la ardiente lumbre
que fascinó mis ojos,
cual hoja seca al raudo torbellino,
cedo al poder del áspero destino...
¡Me entrego a sus antojos!
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