Jackeline Rentería: Nuevo peso, admiración y… ¿ciclo perfecto?

Ella accedió solícita a la plática y una de las ideas que mantuvo desde las primeras palabras intercambiadas fue la de su admiración por las gladiadoras cubanas.

Yo en lo personal creo, aun después de intercambiar por casi media hora, que debe ser al revés, pues a pesar de la calidad y los progresos crecientes que exhiben nuestras gladiadoras, ninguna todavía ha acariciado la gloria de la manera en que lo ha hecho la doble bronceada olímpica (Beijing 2008 y Londres 2012) colombiana de los 55 kilogramos, Jackeline Rentería (Valle del Cauca, Cali, 23 de febrero de 1986), quien además posee el honor de ser la única mujer de su nación con semejante distinción.

Rentería hizo honor total a su casta en los colchones del Coliseo de la Ciudad Deportiva, donde amén de ser su primera incursión en la justa, sentenció con idénticos desenlaces por pegada sus pleitos ante la peruana Yanet Sovero, la holguinera Catherine Videaux y la argentina Luz Vázquez.

Sobre sus 14 años entre llaves y desbalances —antes practicó judo, pero su rechazo total a andar descalza y el atractivo de las zapatillas de lucha la impulsaron a enrocarse—, cambios divisionales y del sistema de puntuación, y quimeras para el ciclo en curso, accedió la cafetera a dialogar con Cubasí:

—¿Qué opinión te merecen nuestras luchadoras?

—Cuba es una potencia de la lucha, y sus mujeres no escapan a esa condición, a pesar de haber iniciado la práctica en el año 2006. En lo personal, vine con anterioridad a realizar dos bases de entrenamiento en el 2008 y 2010, y mis resultados competitivos luego de dichas estancias fueron favorables (el mencionado tercer puesto en Beijing y el cetro centroamericano de Mayagüez 2010).

Actualmente poseen un excelente grupo, pero necesitan abrirse a otro nivel, competir, evaluar la calidad de las asiáticas y europeas, y no limitar su roce únicamente a este torneo, los panamericanos del deporte, mundiales y juegos múltiples. Medirse a un nivel superior significa ampliar la posibilidad de desarrollo.

—¿Causas del aumento de 55 a 63 kilogramos?

—Después de Londres 2012 decidí subir a los 63 kg, normalmente friso los 65 kg y a pesar de no presentar dificultades para hacer los 55, en gran medida gracias al excelente trabajo de mi preparador físico cubano Juan Carlos Ibáñez, someterme a esos cambios bruscos frecuentemente requería mucho desgaste y disciplina, combinar dieta con carreras y otros ejercicios físicos. Antes mi estrategia era realizar peso exacto en los años pares del ciclo olímpico, esos donde se concentran los certámenes de mayor relevancia. Ahora, lógicamente, tengo que irme abriendo camino en este peso.

Yo creo que lo va consiguiendo, tras su quinto escaño en la cita universal de Budapest 2013 y el propio peldaño que exhibe en el ranking mundial de su categoría.

—¿Qué crees sobre los nuevos cambios implementados por la FILA y el aumento de las categorías olímpicas femeninas de cuatro a seis?

—Los cambios siempre son para bien. El aumento de la superioridad técnica diez puntos en lugar de siete y el premio a las acciones de mayor envergadura, además de elevar el factor espectáculo, nos permiten a los gladiadores desarrollar mejor el pensamiento táctico, elevar la visión. A eso súmenle el rigor con las pasividades, cuyo fin es ir a la esencia de este deporte: luchar.

Respecto a los períodos de combate extendidos a tres minutos, siempre he sido una luchadora que profundiza en su condición física y con buena capacidad de recuperación. En lo personal los considero muy positivos, al igual que elevar la presencia de divisiones femeninas bajo los cinco aros, señal de reconocimiento.

—¿Principales recursos?

—Me califico como una luchadora rara, impredecible. Hay otras luchadoras, como la propia estadounidense Elena Pirozhkova, bastante leíbles. Dicen que la velocidad y la visualización son mis principales virtudes, yo me siento pareja, pues además exhibo buen tackle.

—¿Cómoda con tu nuevo peso?

—Cómoda en los colchones, disfruto mucho luchar; si volviera a nacer, escogería de nuevo este deporte. Le tengo paciencia a los cambios y mucha fe a Dios. Voy perfilando mi horizonte hacia los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 y ambiciono transitar por un ciclo perfecto.

Esa es una de las quimeras de la gladiadora colombiana de 27 años, que cursa el séptimo semestre de la Licenciatura en Derecho, no proyecta su familia hasta después de la magna justa en suelo auriverde y adora la música, especialmente bailar al ritmo del merengue y la salsa. Pareciera que esa misma flor la acompaña en los colchones.