Conducta, la película que estábamos esperando (+ FOTOS)
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Debo confesar que en muy pocas ocasiones he compartido el criterio de la mayoría cuando de cine se trata, sobre todo si hablamos de películas cubanas, pero esta vez me sumo a la opinión popular.
Y aunque en la escuela me enseñaron que las frases «me gusta» o «no me gusta» no son válidas para dar un juicio sobre una obra de arte, tengo que decir que la más reciente cinta del realizador cubano Ernesto Daranas me gustó, me encantó y me mató… todo eso junto, como a los demás espectadores. Y con ese entusiasmo, inherente a una obra que, en definitiva, es entretenimiento, también me quedé reflexionando sobre la vida que llevamos los cubanos, sobre la nación que somos y lo que aún soñamos ser.
Claro que no los voy a atiborrar con estas cavilaciones, que no considero personales pues estoy segura que, después de ver la película, los cubanos estaremos compartiendo las mismas preocupaciones o, al menos, muy similares inquietudes. Lo dicho ya está en la pantalla. Vayan a ver Conducta, van a disfrutarla, o más bien, van a vivirla.
Se llama Conducta, pero pudo haberse titulado «Carmela», que es la maestra de esta historia, una mujer voluntariosa, valiente, que a ratos parece caprichosa, pero no lo es. Sus décadas de experiencia en el magisterio y su empeño para darle a los alumnos lo que necesitan para ser mejores personas, la hacen ver como una maestra «de las que ya no existen en Cuba», porque desafortunadamente algunas transformaciones realizadas por el sistema de enseñanza no han potenciado la presencia de verdaderos pedagogos en las aulas cubanas.
«El hogar, la escuela, el afecto y el rigor determinan la educación de un niño», dice esta profesora. Si en la casa los pequeños no reciben la orientación adecuada, entonces la escuela sí debe convertirse en la familia suplente. Carmela sabe que independientemente a todos los problemas que marcan hoy a nuestra sociedad, es posible formar hombres y mujeres con valores, ciudadanos responsables, buenos amigos, que amen a Martí y crean en la Virgen de la Caridad, si así lo desean.
Conducta acaba de estrenarse y desde el primer día hay cola en los cines. No quisiera adelantarme ni hacer comparaciones, pero tengo la impresión de que esta película está viviendo lo que Suite Habana en su momento. Es como si fuera la historia que todo el mundo estaba esperando que fuera contada. Felicidades a Daranas, porque no le falló la puntería ni un milímetro. Con él conversamos.
—Quien vio Los dioses rotos y ahora ve Conducta nota ciertas semejanzas en «lo marginal», o en las personas que han sido marginadas y que son personajes de estos filmes. ¿Por qué ese interés en hablar de lo que aparentemente es oscuro, triste o rechazado en nuestra sociedad?
—Porque hay humanidad en todo eso, porque son personas, son familias, son cubanos, y porque son muchos más de los que quisiéramos. El arte suele ir a los extremos para hablar de lo cotidiano; pero en este caso, el hecho concreto es que, tras tantos años de crisis, ese supuesto margen ha terminado por desplazarse sobre una gran parte de nuestra sociedad. Es inevitable hablar de eso.
—Conducta es una crítica a la crisis de valores en Cuba y al sistema de educación. ¿Qué te hizo decidirte por este tema para hacer una película?
—La historia de Conducta se centra en la importancia que tiene para un niño como Chala una maestra como Carmela. Cada uno de los personajes de la película actúa según escalas de valores diferentes y en todos hay una ética, de acuerdo a la realidad que les toca vivir. Más que cuestionar el sistema de enseñanza, la película aborda algunos de los riesgos a los que está expuesta la niñez de esos sectores más humildes, y la importancia que tiene para esos niños un aula como la de Carmela. Un aula que es como una Cuba en miniatura, en la que nuestros problemas y contradicciones se manejan frontalmente.
—¿Cómo asumes un asunto tan complejo e importante a la hora de escribir una historia y llevarla a la pantalla?
—Hay que investigar y hacer un buen trabajo de campo previo. A partir de eso, empiezo a buscar personajes y una historia en los que crea. Si esto no se logra, cualquier tema o asunto se diluye, sin importar la complejidad o el atractivo que tenga. En Conducta tuve muy buenos colaboradores en todo ese proceso, comenzando por los propios niños de la película y los siete estudiantes de la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del ISA. Para ellos y para todo el equipo fue muy importante que asumiéramos el guion como algo vivo, abierto a enriquecerse en todo momento.
—¿Qué hay de real en esta historia de ficción? ¿Hubo algún Chala en tu vida?
—Como dices, es básicamente una historia de ficción armada desde muchos referentes. Algunos de ellos provienen de ese trabajo de campo previo al rodaje y de los aportes de casi todo el colectivo de la película. Otros son autobiográficos. Como cualquier muchacho, tuve mis Carmelas y crecí entre amigos parecidos a Chala, con los que compartí algunas de las cosas que están en la película. Pero eran otros tiempos y nuestras posibilidades y expectativas eran otras. Lo que no debe pasarle a un Chala es que no encuentre los referentes y las opciones que todo niño necesita.
—¿Cuán difícil fue trabajar con esos niños?
—Tuve una gran ayuda en el trabajo de Mariela López, nuestra directora de casting. Es una gran directora y también una auténtica pedagoga. Resultó muy estimulante para nosotros ver como cualquier muchacho es capaz de responder al respeto y el cariño, sin importar que algunos de ellos provinieran de entornos sociales y familiares muy complejos.
Fue un proceso de varios meses, que comenzó cuando los propios estudiantes de la FAMCA recorrieron todas las escuelas primarias y secundarias de tres municipios de La Habana y seleccionaron a una gran cantidad de niños, de los que salió el grupo que está en la película. Luego vinieron muchas semanas de trabajo compartido con Mariela. Fue un proceso complejo, pero bonito, en el que fuimos apoyados por Geraldine León, la asistente de dirección, e Indira Magaz, nuestra asistente de casting.
—Hay actores que repiten en varias de tus obras, como Silvia Águila y Héctor Noas. ¿Te sientes particularmente cómodo con ellos?
—Silvia y Héctor se caracterizan por lanzarse sin reservas en busca de sus personajes, y eso explica la diversidad de sus caracterizaciones. Pero Alina Rodríguez, Yuliet Cruz, Miriel Cejas, Armando Miguel, Idalmis García y Tomás Cao, entre otros, se entregaron de esa misma manera y aceptando el desafío de que la pauta de actuación la marcaran los niños. Fue una experiencia inédita para todos y uno de los procesos creativos más interesantes de la película.
—Tanto en Los dioses… como en Conducta, La Habana es un personaje de la historia. ¿Qué deudas sientes que tienes con esta ciudad?
—He vivido toda mi vida en La Habana Vieja. Es un lugar que conozco y que he aprendido a mirar a mi manera. Es inestimable el valor de lo que en esta ciudad se pierde, y aun así, la belleza de esa agonía es impresionante.
Aquí tengo que mencionar que tuve la suerte de poder compartir el trabajo con Alejandro Pérez en la fotografía y con Erick Grass en la dirección de arte, porque sin ellos esa mirada no hubiera sido la misma. El corte, el sonido y la música también son parte de las sensaciones que una imagen nos deja, y ahí tuvimos colaboradores de lujo en Pedro Suárez, Osmany Olivare, Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán. Entre todos configuramos esa Habana Vieja de Conducta.
—Por lo que hemos visto de tu carrera, se nota que Daranas, cuando hace un filme, sabe dominar bien el tema, pero imagino que esta experiencia siempre te reveló algo nuevo. ¿Qué aprendiste con Conducta?
—Un montón de cosas. Tuvimos que trabajar con niños que viven en situaciones muy complejas, y el gran aprendizaje con ellos es que están ávidos de oportunidades, que se aferran con todas sus fuerzas a cada buena oportunidad que se les ofrece.
—¿Tendremos que esperar cinco años más para tener otra película tuya o ya estás adelantando algo?
—La verdad es que eso nunca se sabe, porque levantar una película es algo complejo, con muchas cosas que no dependen de uno. Pero puedo adelantarte que ya estamos comenzando a armar otro proyecto completamente diferente a Los dioses rotos y a Conducta.
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