Tarde para Ramón, ¿otra historia sobre la soledad?

Efectivamente, sobre la soledad. Y sobre las angustias humanas, sobre las carencias existenciales, también sobre el resentimiento que a veces nos ciega y nos aísla, y es que estas parecen ser las obsesiones creativas de Daniel Chile, un joven realizador que llega a su tercer cortometraje con muy buenos augurios.

En la premier de Tarde para Ramón fue necesario habilitar dos salas del capitalino Multicine Infanta para que más de trescientos espectadores pudieran disfrutar de diez minutos que confirman aquella sentencia de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. El destacado crítico cubano Frank Padrón tuvo a su cargo las palabras de presentación a un auditorio heterogéneo en el que se incluyó, enhorabuena para el cine más joven, Roberto Smith, presidente del ICAIC.

Aprender y crecer…

Sin dudas, esta parece ser la mayor ganancia que reconocen todos los involucrados en Tarde para Ramón. Cubasí conversó con algunos de los actores sobre la experiencia de este trabajo en el que coincidieron jóvenes recientemente egresados de nuestras escuelas de arte con artistas con la trayectoria de Omar Franco y Jorge Perugorría, este último protagonista del filme y cuya presencia lo convirtió en una especie de postgrado que agradecen todos:

«Estoy encantadísimo porque Perugorría es un actor de muchísima experiencia y en el segundo ese de escena que tuvimos aprendí cantidad, es un actor que lo hace todo igual, con el mismo rigor, todas las tomas, me ayudó muchísimo en esa escena. Recuerdo una anécdota en que le ponía la navaja y casi lo lastimo, y me dijo en tono de broma: Oye, cuidado, que vas a tener que mantener a cuatro hijos. O sea, es un actor que sabe lidiar con cualquier situación y me ayudó muchísimo, lo admiro mucho», aseguró Yaniel Castillo.

Maydely Pérez, coprotagonista del corto, confesó: «Trabajar con Jorge Perugorría era para mí muy importante y un compromiso, porque es un gran actor y me sentía muy presionada por eso, pero es tan buen actor como maravillosa persona y realmente me sentí muy cómoda, me ayudó mucho, me ayudaba mucho verle a los ojos, y creo que hubo una buena comunicación. También agradezco la experiencia con el propio Daniel, con su papá, Roberto Chile; de cada miembro del equipo aprendí algo».

Daniel Chile aseguró que desde Tres puntos, su primer trabajo, hasta ahora, ha «crecido mucho desde el punto de vista espiritual y también, claro, profesional, porque ha sido como un puente que he transitado y he ganado experiencias, también he pasado talleres de cine, he tratado de superarme, pero sobre todo los cortos me los tomo como escuelas donde voy aprendiendo a dirigir a los actores. Todas las cosas que me pasan en el proceso de filmación, los enredos, las situaciones propias del rodaje, me enseñan mucho y hacen que crezca en todos los sentidos».

¿Cazadores cazados?

Algo así resultó, pues el jovencito Chile tuvo las agallas para dirigir a experimentados como su propio padre, quien se encargó de la fotografía y la producción, y a uno de los más prominentes actores del cine cubano, ya con incursiones también como director, pero la cosa, según nos cuentan, fluyó de maravillas:

«Para mí fue tremenda experiencia, ya había trabajado con Boselianda Hernández y Renecito de la Cruz, me encanta dirigir a jóvenes, pero también a actores de experiencia, porque aprendo, los muchachos que están alrededor de ellos también, por supuesto, viven toda esa sensación de compartir con actores que tienen una gran labor, y en el caso específicamente de Jorge Perugorría, lo primero es que le agradezco el gesto que tuvo, porque él estaba en la preproducción de su película Fátima o El Parque de la Fraternidad y dijo que sí, aceptó, y tengo que decir que es un actor muy entregado, con el que puedes establecer tremenda comunicación, respeta a todo el mundo, a veces yo tenía que hacer varias tomas por diferentes razones y ahí estaba Jorge Perugorría esperando, tranquilo, concentrado en su personaje, yo le transmitía lo que quería del personaje, él me sugería, pero sobre todo me escuchaba mucho, con tremenda profesionalidad, y eso para mí fue tremenda experiencia y tremendo ejemplo».

Eso nos expresa Daniel y, en perfecta armonía, Pichi, como cariñosamente lo llamamos casi todos los cubanos que de tanto admirarlo lo sentimos cercano como un buen amigo, respondió a la pregunta de por qué aceptar un proyecto como este:

«Eso yo creo que es una norma de todos los actores cubanos, no solo yo, los primeros actores cubanos siempre como norma tienen trabajar y apoyar a los jóvenes, tanto los que hacen obras independientes como los que las hacen desde la Escuela de Cine de San Antonio, desde el ISA. Realmente desde que yo era un joven actor, siempre vi cómo los de más experiencia, de más currículo, de más rigor y trabajo, apoyaban a los jóvenes, y lo que he hecho es seguir ese camino que ha sido casi una norma de los actores cubanos».

Y seguidamente reconoce a su lozano director: «Yo le decía a Daniel que me alegraba de su éxito ya por su amor y su pasión por el cine, es fácil encontrar en los jóvenes esa pasión, pues la juventud viene cargada de eso, de pasión, de amor y de ganas de hacer, después con el tiempo las cosas ya van siendo diferentes, y yo creo que él está en ese momento de explosión, con muchas ideas, muchas ganas de trabajar, y tiene mucho talento, realmente tiene muy claro lo que quiere, yo creo que tiene mucho talento y le deseo la mejor de las suertes…».

Personas y personajes

Ramón, encarnado por Jorge Perugorría, se «trata de un personaje muy bonito, muy humano, muy sensible, con un conflicto interesante», en palabras del propio actor, quien asegura que fue esa una de las razones que lo impulsó a participar del filme.

Maydely comentó sobre Laura, la hija de Ramón a quien le correspondió representar: «Con el personaje me sentí muy bien, Laura tiene muchas cosas que son muy distintas a mí, pero también hay otras que sí tenemos en común y bueno, fui buscándolo, trabajamos con Daniel en su casa y conversábamos, hicimos un trabajo muy profundo de las circunstancias de mi personaje, que realmente son muy fuertes, y ahí fue saliendo».

También conversamos con Yaniel Castillo, quien vemos por segunda vez en un proyecto de Daniel Chile: «Considero que va a ser uno de los mejores directores de este país porque conoce muy bien por su experiencia la técnica del actor, busca más la emoción que las cosas externas. Mi personaje aquí, por ejemplo, es un asaltante, pero él no lo quería como el estereotipo, sino un muchacho que se viera normal, pero que tenía esa necesidad de robar. Recuerdo que cuando estábamos haciendo el trabajo de mesa, me hacía preguntas de por qué el personaje llegaba a robar de esa manera y fue muy interesante, porque uno no hace las cosas así, al vacío».

Y al final…

Ahora sí está terminado el corto, le dije a Daniel en el lobby del teatro. Ya lo vieron los actores, lo confrontaste con el público, todo para caer en mi manía inevitable de preguntar: ¿Cómo te sientes? ¿Viste hoy la obra que soñaste?

«Me siento un poco raro porque no había tenido la oportunidad de verlo en una sala oscura tan grande, además con tanto público, me siento bien, siempre uno tiene inconformidades, cosas que le hubiera gustado que quedaran mejor, pero me siento satisfecho y ya en los próximos trabajos que voy a hacer trataré de superarme.

«Me parece que sí, a veces uno sueña una cosa y cuando llega a la filmación dice: esto no era lo que yo quería, pero bueno, lo voy a hacer, y no se siente bien, pero me ha pasado con los primeros trabajos que prácticamente el noventa por ciento es tal y como lo soñé, y este cortometraje no fue la excepción».

Para la despedida, solo una invitación a reencontrarnos en la Muestra Joven con Tarde para Ramón, una realización que vibra con total puntualidad en los tiempos de la sociedad cubana actual, y para ello combina acertadamente música, fotografía, textos dramáticos, interpretaciones, en un excelente tercer paso de este comienzo que, para Daniel Chile, ha sido con el pie derecho.