Tackles discretos en el 2013, pero la lucha se mueve
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Confieso que no soy el único al que le resulta contraproducente la situación de la lucha. Con muchos colegas he debatido como la única disciplina capaz de aportar títulos ininterrumpidamente en Juegos Olímpicos desde Barcelona 1992, no posee un cronograma competitivo serio, y año tras año sufre un impás de casi cinco meses entre el certamen continental y el mundial de la disciplina.
Con todo y ese árido panorama, a la vuelta de 12 meses siempre los gladiadores tienen en sus arcas varias preseas. Y como quiera que de resumen se trata, centrémonos en lo más relevante acontecido al pie del colchón, pero que conste que esta vez consideré justo comenzar por la desigual retribución de los decisores con respecto a esta disciplina, más allá de la consabida estrechez de presupuesto y las perennes limitaciones de índole económica que circundan nuestro movimiento deportivo.
Un mundial siempre es el termómetro supremo para tantear el estado de salud de un determinado deporte. Y si bien es cierto que Mijaín López ha tirado del carro con nombre Cuba en ese entorno excelso (atesora cuatro títulos del orbe y dos platas, además de coronas bajo los cinco aros), también lo es el hecho de que alrededor de su figura ha habido otros luchadores encumbrados, en estos ocho años —si tomamos como punto de partida la edición de Budapest 2005, momento de su primer vellocino—. Antes, esa fortísima tradición antillana tuvo en Patras 2001 su máxima expresión, cuando Filiberto Azcuy (oro en 69 kg), Ernesto Peña (plata-97), Lázaro Rivas (54) y Roberto Monzón (58), ambos bronces, y compañía le escamotearon la cima del estilo greco a los rusos, 54 puntos por 38.
Quiso el destino que una vez más la capital húngara fuera punto de encuentro, aunque esta vez el desacierto marcó a los grequistas, liderados por Carlos Ulacia e incapaces de colar a ninguno de sus cuatro exponentes —Ismael Borrero (60 kg), Pedro Isaac (66), Gilberto Piquet (84) y Yasmani Lugo (96)— entre los ocho primeros de sus respectivas divisiones, y por ende, dejando en blanco su casillero de unidades acumuladas, algo inédito, en extremo chocante, a pesar de estrenarse una serie de modificaciones en los reglamentos de la disciplina, y algunos de ellos tomar «fuera de base» a los nuestros en semejante instancia.
La otra cara de la moneda en esta ocasión fueron los libristas, amparados en el sólido establecimiento en la elite de Liván López (plata en 66 kg), y el retorno por todo lo alto tras casi dos años fuera de los colchones producto de una sanción de Reinieri, el gimnasta, Salas (subcampeón de los 84). Ambos enfrentaron un organigrama escabroso, en el caso de Liván inició su camino con triunfos por 8-0 sobre el vietnamita Tuan Anh Bui, y 10-5 ante el japonés Takahiro Inoue.
Luego se las ingenió para pegar a Jin Hyok Khang, de la RPDC; y dominó 1-0 al canadiense Haislán García, un rival bien conocido. Llegaría entonces el pleito semifinal frente al mongol Mandakhnaran Ganzorig, un exigente examen del cual emergió airoso por mayor técnica de ejecución tras el abrazo a seis unidades.
Liván López
El escenario quedó listo para la batalla por el oro. Del otro lado del colchón, con trusa roja, se encontraba el armenio Devid Asafaryan, titular europeo de Tbilisi en la presente temporada, subcampeón de los Juegos Mundiales Universitarios de Kazán, y anclado en el segundo escaño del ranking universal.
A todo eso iba haciendo caso omiso el pinareño, hasta que a pocos segundos del final, el europeo —por el organigrama tuvo que desarrollar un combate menos—, marcó la última acción del pleito e inclinó la balanza a su favor, tras el abrazo a dos definitivo.
El Gimnasta se estrenó ante el uzbeco Saurbek Sokhiev, el mismo que lo envió a la discusión del bronce en la capital rusa por idénticos 2-1, un gladiador en extremo curtido, con palmarés de un oro, una plata y dos bronces en estas instancias. Salas cantó su desquite por inobjetable 8-0, antes de despachar en su trayecto hacia la discusión del oro al alemán Gabriel Seregelyi (5-3), al iraní Ehsan Lashgari (9-6), y en semifinales al nacionalizado español Taimuraz Friev (5-1). Así quedó la arena lista para la hora de la verdad, donde no pudo ante el empuje del ucraniano Ibragim Aldatov, séptimo entre los mejores del planeta y cuarto del europeo esta temporada, quien lo venció en abultado 8-1.
Reinieri Salas (el gimnasta)
Ni Alejandro Valdés (60) y Yunierki Blanco (74 y en definitiva desertor), ni las féminas Jacqueline Stornell (59), Catherine Videaux (63) y Lisset Hechavarría (72) pudieron hacerse justicia.
Eso en la categoría mayor, donde en abril siendo totalmente justos, nuestros 15 gladiadores que asaltaron los colchones del coliseo Rommel Fernández se colgaron un metal en su pecho. De esa forma, ratificaron su hegemonía continental con 11 títulos, una presea de plata y tres bronces entre 18 países en concurso.
Sobresalieron las damas, capaces de desbancar por colectivos a Estados unidos de la segunda posición, 45 unidades por 40. Canadá, con 59 rayas, reinó.
Cuestionable el hecho de que ningún gladiador juvenil ni cadete haya tenido confrontación extrafronteras, especialmente del otro lado del Atlántico, donde se concentra la calidad en materia de llaves y desbalances. Sobre todo si en la preselección nacional coexisten noveles y experimentados.
Amén de infortunios y conquistas, sin ser ese año de brillo supremo, la lucha cubana se mueve, con 16 121 practicantes en 143 municipios del país, potenciada en 270 instalaciones deportivas y con un trabajo serio en materia de superación, tanto de sus entrenadores, jueces y los atletas, en rol protagónico. Además, su calendario doméstico evidencia solidez, con el rescate de los internacionales Granma-Cerro Pelado (el del 2013 inscribió a 67 gladiadores cubanos capaces de agenciarse 44 preseas a razón de 18 oros, 14 platas y 12 bronces).
Cierro con la que quizás fue la más grata noticia para la familia de la lucha: su permanencia en el programa de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, tras resultar vencedora en Buenos Aires, sede de la 125 asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI). Justa y sabia decisión para una disciplina pionera desde la edición de Atenas 1896, quien se llevó el gato al agua, con un total de 49 votos, casi el doble de la yunta patentada por las federaciones de softbol y béisbol (24), y el squash (22), finalistas entre los siete deportes aspirantes, que además incluían al karate, deportes de patines, alpinismo deportivo, wakeboarding y wushu.
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Leonardo
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