Ileana: ¿Asesina política?
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Un ejemplo. En las elecciones generales de 2008 en ese país el candidato presidencial republicano, John McCain, prometió no autorizarlos.
Entre los más firmes impulsores de esa candidatura figuraba, en primer lugar, la legisladora Ros-Lehtinen, seguida por los hermanos Díaz-Balart.
Otro caso. El 21 de agosto de 2010, ella se reunió en su oficina con esos últimos y le enviaron una carta a Obama donde le solicitaron no eliminar la prohibición de viajar a La Habana.
Todos los proyectos de ley o jugarretas de otro tipo circuladas en el Capitolio de Washington, para dañar la vida interna en Cuba, han tenido en Ileana a su más ardiente vocera.
Ella y sus hombres se han burlado de los reiterados acuerdos que desde 1992 ha suscrito la Asamblea General de la ONU contra esa política estadounidense.
Ahora un doloroso asunto contribuye a saber mejor hasta qué punto llega la sombría herencia de tal comportamiento.
Tiene lugar en Miami, zona electoral de la señora Lehtinen, donde peligra la vida de una mujer gracias al fantasma de las restricciones que Ileana tanto contribuyó a imponer.
Se trata de la cubana Damay Ortega Reyes, de 43 años, radicada allí desde 2007 con su esposo e hijo, y ahora ella necesita con urgencia un trasplante de médula ósea para seguir viviendo.
La donante es su hermana, Alina, pero reside en Cuba y la Oficina de Intereses de Washington allí (SINA) no le ha concedido un visado para viajar a Estados Unidos.
La enferma ha sido sometida desde julio a un agresivo tratamiento contra la leucemia en el Sylvester Cancer Center, de la Universidad de Miami (UM).
En estos momentos, la referida negativa de las autoridades norteamericanas ha puesto en peligro el plan médico trazado por el doctor Lazaros Lekakis, especialista que la atiende.
La SINA consideró que su hermana Alina no “fue capaz de demostrar que el propósito de su viaje a Estados Unidos es consistente con la clasificación de la visa solicitada”.
Esa negativa tuvo lugar a pesar de los sólidos argumentos que el doctor Lekakis hizo llegar en noviembre a esa representación oficial, entre los que la exhortó a “salvar la vida de Damay”.
Fue en estas circunstancias que llegó a escena la congresista Ileana Ros-Lehtinen para interesarse por un caso de su territorio electoral.
Ella envió una carta a la SINA donde expone: “Mi oficina ha estado trabajando arduamente para resolver esta situación trágica.”
“Estamos –prosiguió- en contacto con la Sección de Intereses en La Habana mientras transcurre la apelación de la visa que fue negada”.
Un portavoz estadounidense declaró a Diario Las Américas que el asunto está ahora en manos de la Sección Consular, “pero aún no hay respuesta”.
Que la busque Ileana Ros-Lehtinen con sus lágrimas de cocodrilo y sus gruesos antecedentes rayanos en una variante de asesinato político.
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