Vladimir Malakhov exhibe maestría en clase para bailarines cubanos
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La universalidad del lenguaje del ballet permitió a la estrella rusa de origen ucraniano comunicarse a la perfección con artistas del Ballet de Camagüey, Endedans de esa misma provincia oriental de la isla, Codanza y el Ballet de Cámara de Holguín.
Gracias al pueblo cubano por la cálida bienvenida y por hacerme feliz, manifestó minutos antes de iniciar la clase en el Teatro Eddy Suñol, de esta ciudad del oriente situada a 700 kilómetros al sureste de la capital.
Estudiantes y profesores de las diferentes escuelas de arte de la provincia admiraron los pies muy rotados hacia fuera y las grandiosas condiciones de este artista de 45 años de edad que desde hace una década dirige el Ballet de la Opera de Berlín.
El bailarín principal del American Ballet Theatre, de Estados Unidos, e invitado de otras grandes compañías del orbe, propuso varios ejercicios de flexibilidad y de énfasis en el control corporal.
Con regocijo y humildad, Malakhov aplaudió en un momento de la clase el desempeño del solista del Ballet de Camagüey, Oscar Valdés, por sus giros numerosos y terminados en perfectos equilibrios.
Además, el maestro insistió en la musicalidad, en el acento preciso de cada paso académico y dio gran valor al desarrollo de los saltos, una característica de la escuela rusa del Bolshoi que ha dado al planeta los bailarines con saltos más increíbles.
Mientras, cientos de cubanos hacían cola fuera del teatro a fin de comprar entradas para las funciones del viernes y sábado con la esperanza de verle bailar Voyage, de Renato Zanella; y La muerte del cisne, de Mauro Di Candia, dos obras con las que ha cosechado aplausos en festivales del mundo.
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