Micaela se fue del estadio

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Micaela se fue del estadio
Fecha de publicación: 
20 Noviembre 2013
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Han amordazado al Guillermón. Así, plana y simple, es la verdad. La decisión de la Federación cubana de béisbol de prohibir las congas en medio de una entrada es uno de los atentados más atroces cometidos contra la cubanía.

 

No soy partidario de confundir cubanía con relajo, pero este no era el caso. La pegajosa conga santiaguera, por mencionar solamente la más emblemática, que no la única presente en los estadios cubanos de béisbol, formaba parte intrínseca del Guillermón Moncada y del equipo de Santiago de Cuba, algo así como su décimo jugador.

 

Sé que en otros países no se permiten los ruidos demasiado altos en los recintos beisboleros, pero señores, esto no es tenis ni estamos en Escandinavia, aquí a los peloteros (y a los deportistas en general) les gusta sentir la algarabía en las gradas, y no son pocos los que incitan al público a apoyarlos. Algo así como los aplausos que piden los atletas antes de saltar, es la conga para los peloteros, un estímulo a responder en el momento más crucial del desafío.

 

Es una manera más de matar el espectáculo, otra, porque en eso de coartar la iniciativa de la gente, somos maestros. Lo invito a que se ponga a pensar por un momento. Cuando le hablan de conga en la pelota, ¿qué le viene a la mente? Además de la música y la infaltable corneta china, viene aparejado uno de los coros más famosos en la rica historia de nuestro pasatiempo nacional: ¡Fulano, camina esto! Sí, porque la aplanadora tenía nueve fulanos que enardecían a los fanáticos y les hacían elevar sus plegarias por una conexión de largo metraje, no importa que el juego ya estuviera 8x0 a favor de las Avispas. Eso jamás lo hubiéramos vivido si a alguien se le hubiera ocurrido elevar esta circular hace 15 años.

 

Por más vueltas que le doy, no entiendo las razones. La mayoría de las indicaciones en este deporte se dan por señas, y por ende, no importa cuántos decibeles haya en el estadio. Las pocas órdenes decretadas desde el banco en medio de un desafío se reducen a la colocación de los fildeadores o la determinación de qué lanzadores se levantan a calentar o entran directamente a relevar.

 

En ambos casos, con trasmitir la seña al coach que está en el terreno es suficiente, este será capaz de comunicarse, por cualquier vía, tanto con los fildeadores como con el bullpen, si es que no funciona el teléfono interno del estadio. La interferencia en las trasmisiones es totalmente falsa, pues al menos en la pelota, las cabinas están totalmente aisladas en las instalaciones de cabecera, donde se juega la Serie.

 

¿Que afecta la concentración de los jugadores? Por favor, quien no sea capaz de «desconectarse» cuando está bateando, lanzando o fildeando, mejor que se dedique a otra cosa.

 

Realmente no sé a quién le molestó el ruido, supongo que a los cuerpos técnicos cuando actúan como visitantes, pero seguro sí quieren apoyo cuando juegan de locales, entonces hay que aguantar las verdes y las maduras.

 

En la concreta, nos han quitado parte del folclor propio de nuestra pelota, y si Sur Caribe no dejó que Micaela muriera de tristeza, ahora la destierran prácticamente de los estadios. Ojalá no se vaya a otras tierras, buscando caminos.

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