En su 492 aniversario: La Habana a punto y seguido
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Fotos: Armando Santana
María Elisa era una más entre los cientos de personas que, animadas unas por el ambiente festivo, otras por el recogimiento del rito, este martes 15 de noviembre, como cada año, se dieron cita en torno a la fundacional Ceiba del Templete, para pedir sus tres deseos y conmemorar el aniversario 492 de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana.
Sin embargo, al acercarse a ella, el constante movimiento de sus labios mientras giraba en torno al centenario árbol podía traducirse en una frase concreta, que reiteraba como un mantra: “Que me vaya bien aquí”, “Que me vaya bien aquí”…
El aquí, justamente, era La Habana.
Porque ella, con sus 27 años y formada como técnico medio en contabilidad, recién engrosaba las estadísticas de lo que los demógrafos han dado en llamar migraciones internas. Empezaba a estrenarse como habitante de esta urbe, con sus magníficas claridades, casi de sortilegio, y con sus alentares sórdidos, que hoy está de cumpleaños.
La investigación “Migraciones Internas en Cuba según el Censo del Año 2002”, resultado conjunto del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONE y el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM), dado a conocer el pasado año, revela que en los municipios capitalinos, solo entre el 28 y el 57 por ciento de sus residentes son nativos del lugar. En general, el 15 por ciento de los cubanos reside en una provincia diferente a la que le escuchó el primer llanto de llegada al mundo; lo cual equivale a un millón 692 mil 12 migrantes interprovinciales.
La Habana, junto a su antigua y más cercana hermana -hoy desglosada en Mayabeque y Artemisa-, Camaguey, Ciego de Ávila, Matanzas y la Isla de la Juventud, integra la lista de los territorios que pueden mostrar saldos migratorios positivos, equivalente a un mayor número de entradas que de salidas migratorias.
No obstante, la investigación de la ONE y el CEDEM apunta que, en general, existe una ligera disminución de la migración interprovincial total en el período 1998-2002, en comparación con el quinquenio 1976-1981, lo cual pudiera explicarse por la inmediata contracción de la inmigración a la capital, luego de la aplicación del Decreto 217 a partir del año 1997.
A pesar de los muchos esfuerzos para equiparar las condiciones de vida entre las zonas urbanas y rurales, La Habana continúa ejerciendo una significativa atracción, al punto de que, aun disminuyendo las migraciones entre provincias limítrofes, la Villa de San Cristóbal mostró una migración mayor entre los años 1998-2002 que en el lustro anterior. En dicho lapso, Santiago de Cuba, Granma, Villa Clara, Holguín y Pinar del Río, protagonizaron, en ese orden, las principales corrientes migratorias, las de “para toda la vida”, con destino a la capital.
Al concluir el estudio demográfico mencionado, La Habana mostraba la tasa de migración neta positiva de mayor intensidad. Sin embargo, a pesar del popular estribillo de los Van Van “La Habana no aguanta más”, la proporción de inmigrantes que viven en ella, no es escandalosa si le contrasta con el resto de los países de la región, al punto de situarse, comparativamente, entre las capitales con más baja proporción de inmigrantes recientes con respecto al total de residentes.
Una mirada panorámica permite apreciar que, en general, los cubanos que se desplazan de su territorio natal para residir en otras provincias se diferencian de quines igual actúan en otros países. Aquí se observa un aumento de la escolaridad, y un mayor número de profesionales, técnicos y dirigentes. Más mujeres que hombres se deciden a tales mudadas.
Nadie podrá responder cuántos de los que ayer dieron la vuelta a la Ceiba eran habaneros, y cuántos los oriundos de otras provincias del país. Sin embargo, no resulta frase vacía esa de que La Habana es la capital de todos los cubanos, porque, en tanto se le respete, cuide y ame, ella es recíproca con quienes la habitan. A María Elisa, de seguro se le cumplirá el deseo y no por poderes mágicos de la Ceiba, sino por los de esta Habana nuestra, ya con 492 noviembres.
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Rafael Martín
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