SN 53: Granma, ¿solo Despaigne?

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SN 53: Granma, ¿solo Despaigne?
Fecha de publicación: 
18 Octubre 2013
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Muchas cosas pendientes tiene todavía el equipo Granma con su afición tras debutar con ese nombre en la Serie Nacional 1977-1978. Es uno de los ocho conjuntos sin títulos en nuestros clásicos y deberá desterrar, de una vez y por todas, la dependencia absoluta de Alfredo Despaigne para mejorar el bronce de 1989, su mejor desempeño histórico.

Y no es que el mejor jonronero de Cuba en el último lustro deje de ser un líder dentro del colectivo, todo lo contrario. De lo que se trata es que su guía con el madero sea imitada por otros, que los lanzadores sean más efectivos para cerrar partidos o preservar ventajas y que la defensa acabe de cerrar los huecos, los errores que hacen más allá de las malas condiciones de los terrenos del país.

Granma bateó más cuadrangulares que nadie en los primeros 45 juegos de la pasada temporada (42) y encabezó las impulsadas (210), fue el sexto en average (274) y en hit conectados (410), números que aparentemente le hubieran dado la clasificación entre los ocho primeros, pero el béisbol es sabio y no solo se trata de batear, sino de armonizar los tres departamentos de un juego.

Terminaron penúltimos en la defensa (52 pifias, solo superadas por las 65 de Sancti Spíritus), a sus receptores les robaron 29 bases (solo Artemisa y Pinar del Río los aventajaron), en tanto su cuerpo de serpentineros estuvo desastroso con el más alto promedio de carreras limpias de la campaña (4.92), el más elevado bateo contrario (306) y apenas 19 victorias.

Para su director Indalecio Alejandrez la clave sigue estando clara. Hay que hacer apelar más a todos los recursos, no solo la fuerza de Despaigne, para conquistar el primer objetivo de clasificar entre los ocho y avanzar a una segunda etapa en la que pudieran contar con más refuerzos. «Hemos trabajado mucho en la defensa y en algunas jugadas técnicas como el robo de base, pues son dos aspectos claves para ganar partidos», declaró recientemente a la televisión el mentor.

Sin embargo, se impone también dejar atrás cierto individualismo que ha minado ese equipo desde épocas pasadas, y lograr sobre el campo un juego alegre, colectivo, divertido, en el que la presión o tensión por una victoria no se traduzca en errores del ABC beisbolero o en un manojo de nervios incontrolable, tanto para los jugadores al campo como para los emergentes.

Un detalle más es inevitable. Ciro Silvino Licea no es ya la primera figura de ese staff. Su historia es elogiosa en número de victorias para su provincia, pero no en decisiones claves —tanto para Granma como en el equipo Cuba—, cuando ha fallado una, dos, decenas de veces. Alberto Soto puede y debe tomar ese liderazgo, secundado por Leandro Martínez, Lázaro Blanco y Alaín Tamayo.

El estadio Mártires de Barbados, en Bayamo, se apagó la campaña pasada luego de los primeros 45 encuentros (terminaron novenos), tras haber vivido unos intensos play off en las ediciones 50 y 51, cuando concluyeron cuartos, a solo un paso de igualar su mejor faena en estos clásicos. Sus seguidores esperan que la película sea otra en esta venidera temporada, aunque están conscientes de que Despaigne solo no podrá hacerlo.

Luis Ferrales, Yordanis Samón, Carlos Benítez, Marcos Fonseca, Urmari Guerra, Roel Santos y unos cuantos jóvenes —Alesquemer Sánchez puede ser uno de ellos, ya integró el equipo al Mundial juvenil— tienen que convencerse de que cada uno puede aportar más de lo que lo hicieron en la versión pasada.

Ese es el Granma que quisieran todos, al menos sus más fieles amantes, que deshojan los pronósticos y repiten: se puede, no se puede, se puede, no se puede...

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