Este evento, especie de Olimpiada para las artes marciales no olímpicas sobre todo, tuvo su origen hace tres años en Beijing, con la presencia de más de mil atletas de los cinco continentes, en busca de los 118 juegos de medallas en disputa, y fue ganada por Rusia, por delante de China y Ucrania.

Cuba no asistió a esa versión inicial, pero ahora dice sí al llamado, y por la nómina enviada, no es un sí de mero compromiso.

La presencia de la titular olímpica Londres-2012 y mundial de Río de Janeiro-2013 Idalys Ortiz (más de 78 kilogramos) es buena muestra del respaldo cubano a la justa, y por si fuera poco, se añade la también judoca Yanet Bermoy (52), dorada planetaria en Río de Janeiro-2007 y dos veces submonarca estival.

Acompañan a estas dos estelares Anailys Dorvigny (57), Maricet Espinosa (63) y Onix Cortés (70), quienes unirán esfuerzos en una justa por equipos.

Los enviados de la mayor de las Antillas se completan con los boxeadores Marcos Forestal (56), Iván Oñate (60) y José Ángel Larduet (más de 91). En este caso, la calidad se vio afectada por la coincidencia en fecha del Campeonato Mundial de la disciplina, y por eso no van las principales figuras del país.

No obstante, los convocados tienen aptitudes suficientes como para imponerse en un certamen en el cual el nivel de sus rivales tampoco debe ser muy alto, porque todas las federaciones nacionales priorizaron el Mundial de Almaty, como es lógico, un aspecto a tomar en cuenta por los organizadores para evitar la coincidencia en futuras ediciones.

Por supuesto, no esperamos que Cuba aparezca entre los primeros en el medallero general, porque para eso se necesita superar la decena de títulos, pero sí algunos de ellos deben regresar a casa con preseas.

De tomar más fuerza esta iniciativa, seguramente se priorizará la presencia de otras disciplinas en las que tenemos fuerza, como esgrima, taekwondo y lucha, y quién sabe si hasta tomamos parte en sumo, wushu, aikido, jiu-jitsu, karate y kendo, que también tienen sus seguidores en la isla. Ojalá.

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