Podrían morir huelguistas en cárcel de ilegal base de EE.UU.

Podrían morir huelguistas en cárcel de ilegal base de EE.UU.
Fecha de publicación: 
1 Agosto 2013
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La alerta fue emitida por David Remes, uno de los abogados de los prisioneros, quien dijo que la situación está próxima a provocar víctimas fatales, precisa hoy un reporte de Prensa Latina, fechado en Washington.

Al citar datos del Pentágono, esa agencia de noticias indica que, de los 166 encarcelados allí (en ilegal limbo jurídico por presunción de realizar o apoyar actos terroristas), unos 100 participan en la huelga de hambre, incluidos 45 alimentados a la fuerza.

Según Remes, varios prisioneros perdieron unos 20 kilogramos de peso y están desesperados, por lo que algunos podrían fallecer en pocos días.

A fines de junio último, la senadora demócrata Dianne Feinstein instó a Charles Timothy Hagel, secretario de Defensa de EE.UU., a eliminar la alimentación forzosa de los presos en huelga de hambre.

En misiva a Hagel, Feinstein expresó que esa práctica contradice los estándares internacionales, la ética médica y lo establecido para el tratamiento a los reclusos en los centros penitenciarios estadounidenses.

La huelga de hambre (comenzada el seis de febrero último) es una forma de protesta no violenta de esos reos, destinada a llamar la atención sobre sus acciones y no un intento de suicidarse, recalcó entonces la senadora, cuya solicitud no encontró receptividad.

Los guardias del penal esposan a huelguistas a una silla y les colocan máscaras para insertarles un tubo nasal de más de 60 centímetros de longitud y suministrarles nutrientes líquidos durante dos horas, narraron varios de los recluidos.

En ese proceso, les administran altas dosis de metoclopramida, cuyo uso durante más de 12 días consecutivos puede causar desórdenes neurológicos y dolencias, como la enfermedad de Parkinson, denunció uno de los implicados, mediante su abogado.

La huelga se produce en contra de los abusos físicos y sicológicos a que son sometidos los reos, y por considerar estos una profanación religiosa que los guardias militares registrasen y confiscaran sus ejemplares del Corán.

Este caso ha avivado las críticas contra Barack Obama, quien prometió cerrar la cárcel en los primeros 12 meses de su mandato presidencial, pero -cinco años después- el recinto penitenciario sigue abierto, como gigantesco dedo acusador contra el mismo imperio que se autoproclama "paladín de los derechos humanos".

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