Jeinkler Aguirre: Entre anhelos y la herencia de un genoma vencedor

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Jeinkler Aguirre: Entre anhelos y la herencia de un genoma vencedor
Fecha de publicación: 
30 Julio 2013
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Cuando alguien te deja un legado de más de una década en la elite del orbe, catalogado por muchos como el clavadista de mejor entrada al agua en el mundo, plagado de medallas y actuaciones de renombre y la condición de único cubano capaz de sacar de un tanque de clavado o piscina dos preseas en Campeonatos Mundiales, emularlo se antoja como embestir molinos.

 

Esa justamente es la herencia de genoma vencedor que José Antonio Guerra Oliva (9 de agosto de 1979) le ha dejado a su pareja desde la plataforma sincronizada Jeinkler Ernesto Aguirre Manso (14 de junio de 1990).

 

El primero confirmó su retiro para cuando regrese de Barcelona, escenario en el que precisamente Jeinkler estrenó su legado con la primera incursión en finales de plataforma individual en  Campeonatos del Mundo.

 

Entre 30 ornamentalistas inscritos, Aguirre (416.10 puntos), culminó en el puesto 11 de las preliminares comandadas por el archifavorito chino Bo Qiu (524.40). En esa instancia el quinto salto constituyó la pesadilla del antillano, pues solo compiló 39.60, con todos los jueces evaluándole para 4.0.

 

Luego en la semifinal se redimiría, con el octavo escaño y aceptable acumulado de 452.15, amén de que nuevamente su cuarta y quinta ejecuciones dejaron que desear. Sin embargo en la búsqueda de su boleto finalista su accionar surcando a base de mortales y giros el aire y rompiendo como una flecha la quietud del tanque semejó a sus mejores rendimientos del 2012, esos 480.50 y 467.60 que le depararon sendos bronces en los circuitos  Grand Prix de Montreal y Madrid. Pero esos acumulados son apenas un atisbo de lo que necesita para convertirse en un ornamentalista temible: superar la barrera de los 500 puntos. Rendimiento exhibido por Guerra en los Juegos Olímpicos de Londres por última vez, merecedor del quinto escaño con 527.7 rayas. ¿El vencedor allí? El estadounidense David Boudia (568.65) de quien tomó sonado desquite esta vez Qiu.

 

Así, entre monstruos en el arte de clavar, sorprendió a Aguirre la hora cero en la ciudad Condal, esa definición donde el vértigo y los nervios se combinan. Eso, la inexperiencia y el segundo programa de saltos menos complejo entre los 12 finalistas le pasó factura a nuestro representante, en definitiva décimo (417.30) en definición que deparó las preseas para los mencionados Qiu (astronómico 581.00), Boudia (517.40) y el alemán Sacsha Klein (508.55).

 

Vale destacar que Aguirre resarció los deslices evidenciados hasta ese momento, pero esta vez se le antojaron escabrosos el segundo y tercer salto. Ya lo comentábamos con 23 años Guerra exhibía el oro individual en la Universiada de Palma de Mallorca 1999, y plata sincronizada, junto a Erick Fornaris en la Copa del Mundo de Sevilla 2002, por solo mencionar parte de su palmarés al máximo nivel.

 

¿Qué le falta a Aguirre? Esa maestría a la hora de hacer que todo parezca fácil en el aire, agrupar técnicamente, calcular de forma milimétrica cada giro, vuelta, y algo vital en sus aspiraciones futuras: incorporar y profundizar en un programa de saltos que le permita estar a la par de los mejores exponentes de la elite.

 

Su entrada al agua no es mala, pero aún dista de la de Guerra.

 

Por ahora tiempo al tiempo. Confiemos en que los cinco años como pareja del indómito y bajo la tutela de Lino Socorro y Milagros González constituyan la base del crecimiento atlético de Jeinkler. Otros escenarios de nivel supremo se avistan. De seguro Jeinkler, a quien tampoco lo ha golpeado hasta ahora el fantasma de lesiones severas, haga camino al andar.

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