Estados Unidos: Dilema inmigratorio
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Sin dudas, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debe parte de su reelección al voto hispano, con el lanzamiento de una promesa aún incumplida sobre formas de legalizar la presencia de millones de indocumentados, que encuentra resistencia en los elementos más retrógrados del Congreso y será centro de discusión parlamentaria en septiembre próximo.
No obstante, dirigentes de la derecha republicana consideran no cometer el error de su más reciente candidato presidencial, Mitt Romney, quien se había comprometido a vetar el Dream Act para la legalización de estudiantes indocumentados, si llegaba a la Casa Blanca y el Congreso la aprueba.
Esta cuestión, llena de racismo, tiene también aristas económicas, al ser esos inmigrantes, legales o no, base de sustento para las más duras tareas, rechazadas generalmente por el trabajador norteamericano.
Antes de proseguir, hay que considerar que el inmigrante cubano (apenas el 2% del total) tiene atributos diferentes a los demás, al ser beneficiado con leyes dictadas por quienes establecieron el bloqueo contra la Cuba revolucionaria, aspirando a su desaparición. En este contexto tienen proporcionalmente la más amplia representación en el Congreso, con seis elementos que alimentan de una u otra manera la contrarrevolución, incluidos atentados terroristas y asesinatos de funcionarios.
Criada en un ambiente donde teoría y práctica enseñan que solo hay una raza superior, la blanca, la opinión pública norteamericana está dividida en partes iguales, teniendo en cuenta que ahora no se trata solo de la negra, generalmente el primer punto de la agenda.
La cuestión se torna borrascosa, cuando se sabe que ya el Congreso registró al primer “lobbista” del Partido Nazi Americano, cuya intención es ejercer presión para que apruebe leyes favorables a su ideario supremacista blanco.
"Tenemos que dejar de gastar el dinero de los contribuyentes blancos en los países del Tercer Mundo (…). El dinero de los contribuyentes blancos pertenece a las bolsas de los contribuyentes blancos y a nadie más", declara en su programa, que también aboga por enviar a diferentes grupos étnicos y raciales presentes en EE.UU. a sus países de origen.
Y si hemos hecho hincapié en el credo nazi, es porque esa ultraderecha, personalidades y padres de la patria lo han sustentado directa o indirectamente a lo largo de siglos, de ahí que esté muy arraigado en la ciudadanía de ese país.
Ello hace posible que en EE.UU. haya más de 800 organizaciones racistas que atizan el odio contra los hispanos, su principal blanco en estos momentos, al crecer la inmigración de origen latino.
En esta ocasión, las manifestaciones de protesta por la absolución por un tribunal compuesto por blancos de un voluntario policial que asesinó a un joven negro desarmado, no concitó la reacción ultraderechista, debido a la movilización oficial para que ello no sucediera.
Anteriores demostraciones pro inmigración que tuvieron lugar en numerosas ciudades de Estados Unidos dejaron al descubierto el racismo extremo, al llamar abiertamente el movimiento neonazi, el Ku Klux Klan, los Skinheads y otros grupos a la violencia terrorista, incluyendo operativos con autos-bomba, ataques con ametralladoras y asesinatos a miembros del Congreso y del Senado de Estados Unidos.
Y es que cada una de las olas de inmigrantes que se establecieron en Estados Unidos provocó en su momento el mismo tipo de racismo, al ser calificados de sucios, ignorantes, sin educación, poco inteligentes, feos, de no saber hablar inglés, etcétera.
De hecho, Thomas Jefferson odiaba a los alemanes porque pensaba que eran "estúpidos" y "que no hablaban bien inglés". En los años 20, el blanco del Ku Klux Klan no eran los negros, como en la década del 60, sino los inmigrantes católicos irlandeses y los judíos.
Ahora, en esta época, hay cada vez más conexiones entre los grupos supremacistas tradicionales y los vigilantes civiles que operan en la frontera con México, como los miembros del Rescate de Ranchos o los Minuteman, al hablar el mismo idioma racista y considerar a los inmigrantes como animales.
Pero la violencia más extrema de los grupos neonazis contra los inmigrantes sucede por Internet. En su sitio, Hal Turner hizo una encuesta en la que preguntaba: “¿Cuál sería el mejor método para que los legisladores comprendan que no tienen que aprobar una amnistía para los inmigrantes ilegales?”
Las opciones que presentaba iban desde "pongamos un explosivo en el Capitolio y ametrallémoslos, mientras comiencen a salir", que obtuvo el 22% de los votos; "bombardeemos las oficinas de la ciudad y luego sus hogares, si insisten con la idea", 31%; “estacionemos varios coches bombas en la Cámara de Representantes y en el Senado y hagámoslos explotar", 33%. Miembros de Salvemos nuestros Estados, una organización basada en California, llamó a la "caza de inmigrantes": "Si ven gente manejando vans, ametrallémoslas y dejen que mueran como gusanos".
Incluso el cofundador de Minuteman, Jim Gilchrist, llegó hasta decir: "No voy a promover la insurrección, pero, si ocurre, la culpa será de los legisladores que están haciendo eso. No voy a promover la violencia para resolver esto, pero no voy a detener a otros que quieran hacerlo".
Es cosa de locos, pero cualquier cosa puede suceder en una nación cuyo Presidente se ha comprometido a resolver el dilema inmigratorio.
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