FESTIVAL DE TEATRO: Una con máscaras…

La compañía española Kulunka ha presentando en el XIV Festival de Teatro de La Habana un espectáculo hermoso con un argumento sencillo, pero de grandes honduras emocionales: André y Dorine.

La historia de una pareja de ancianos se cuenta aquí sin pronunciar una palabra, solo a golpe de peripecias físicas. Y sin embargo, todo está tan bien “dicho” que uno puede llegar a vislumbrar voces y frases.

Los creadores han hecho un serio trabajo de caracterización que parte de la concepción de las máscaras (hermosas, sugerentes) y concluye en el absoluto dominio del gesto.

Es interesante descubrir con qué economía de recursos se pueden recrear infinidad de sentimientos.

Los rasgos de las máscaras son inmóviles, pero el movimiento de quienes las llevan les otorga mucha expresividad. El espectáculo visual se redondea con una escenografía sin grandes despliegues, que tiene mucho que ver con la sencillez de lo que se cuenta; y un diseño de luces puesto en función de las necesidades dramáticas.

Solo una objeción: hay demasiados falsos finales, escenas que pudieran ser climáticas. Cuando todo apunta a que la obra va a terminar, surgen nuevas situaciones conflictivas.

Desde Turquía regresa el Teatro Estatal, esta vez presentando una obra milenaria: Paz, de Aristófanes. La puesta “actualiza” el clásico respetando sus esencias, incluido el omnipresente coro de las representaciones griegas.

Seguir al mismo tiempo lo que sucede en el escenario y la traducción que se proyecta resulta algo difícil, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad de los textos. Pero el espectáculo es dinámico, autosuficiente.

El espectador puede regodearse en sus muchos y muy bien ejecutados momentos musicales y coreográficos, en la fuerza y carisma de los intérpretes y en la diafanidad de las situaciones.

El XIV Festival de Teatro de La Habana reúne en esta ciudad a creadores de América y Europa, que presentan obras a partir de una convocatoria por el teatro comprometido con la realidad. Un teatro urgente.