Siria y el chantaje sionista

La destrucción de un centro de investigaciones militares sirio en las cercanías de Damasco por la aviación israelí es la culminación de la acción similar realizada por Tel Aviv contra el lugar en febrero último, con la variante de un mayor número de bajas, más de 300, y la convicción del agresor de que el hecho no sería respondido de igual manera por la presión internacional para evitar la escalada del conflicto en el país árabe. Tal es así, que una inmediata incursión aérea de Israel tuvo como blancos principales un depósito de municiones y una unidad antiaérea.                                                                                                           

El criminal ataque se realiza en los momentos en que el ejército sirio ha logrado destruir focos de opositores de todo tipo, en su mayoría mercenarios o fundamentalistas de otras naciones. Así, los enemigos del pueblo sirio tratan de ganar tiempo y lograr un mayor avituallamiento armamentístico de Occidente de las satrapías monárquicas del Golfo e Israel a esos elementos, con la particularidad de que no todos son afines a Washington y Tel Aviv, tal es el entuerto. También la escalada agresiva contra Damasco se efectúa en un momento en que Hezbollah se ha puesto abiertamente al lado de Siria para repeler a los terroristas, con la particularidad de que ese movimiento progresista libanés ha logrado vencer a los invasores israelíes en el sur del llamado País de los Cedros.

                                                                      
El gobierno sionista ha evitado fuertes expresiones, tras haber agravado la situación en la región, luego que Irán subrayó que no dejará solo a su aliado sirio, enfilar Damasco sus unidades coheteriles hacia entes similares en el Golán ocupado e Israel y Rusia llamar a la contención, pero, al mismo tiempo, poner en estado de alerta a su personal militar en la flota rusa del Mediterráneo y en el puerto sirio de Tartous. Tal como expresó Putin al iniciar un nuevo mandato presidencial, no hay que dejar más espacio a Occidente, por lo que hay que mejorar el dispositivo militar.  

                                                                                                         
Aunque el presidente norteamericano, Barack Obama, justificó el injustificable ataque, al decir que fue una respuesta de Tel Aviv ante la decisión de Damasco de aceptar la ayuda y fortalecer el armamento de Hezbollah, al que califica de terrorista, pienso que el mandatario no quiere arrastrar a Estados Unidos a una intervención abierta en Siria, tal como Israel intentó hacerlo en diciembre pasado con la amenaza de una agresión contra los centros nucleares de Irán.  
                                            

La afirmación provino de un veterano agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), jubilado hace unos días, quien subrayó que el premier Benjamin Netanyahu pretende cumplir el siniestro propósito. Nada extraña en este mundo donde el crimen permanece generalmente impune y se manejan señalamientos tales como que la mano de Tel Aviv estuvo detrás de los atentados terroristas del  2001 en Nueva York y Washington.  

                                                                                                                
Ya casi nadie duda de que el ataque a Iraq fuera también una imposición del lobby sionista, que ha buscado perpetuar un estado de guerra en toda la región. La “acción preventiva” pretendió convencer al mundo árabe del carácter invencible de Washington y la consiguiente conveniencia de aceptar las imposiciones del sionismo. Esta política desestabilizó el mercado petrolero y entrañó conflictos con los emires del Golfo, pero aseguró el amedrentamiento militar.  

                                                                                                                                                            
Volviendo a la situación interna siria: armas, logística, asesoría y todo un andamiaje de la cruel, pero efectiva contrainteligencia israelí ya había sido dispuesta para fortalecer a una oposición que hasta el momento no ha podido derrocar al gobierno de Bashar al Assad.   

 Tal como hizo con los elementos ultraderechistas que hace décadas protagonizaron el genocidio de miles de inermes palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en el Líbano,,agentes de la Mossad  están dirigiendo en la sombra los pasos de mercenarios, fundamentalistas islámicos y opositores sirios renuentes al diálogo en la continuada matanza de civiles y destrucción de todo tipo de infraestructura con el fin de crear el terror y  acentuar la desestabilización.

                                                                                           
Como se sabe, apenas el veto de Rusia y China en Naciones Unidas en lo político, y la creciente presencia de naves de guerra rusas en el Mediterráneo y el puerto sirio de Tartus han impedido la intervención directa de Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. 

                                                                                                                                                                                                Pero Israel sigue haciendo y deshaciendo, bombardea, ametralla y destruye infraestructura en territorio sirio territorio sirio, mientras su gobierno habla de que quiere una paz sincera en una zona a la que está convirtiendo impunemente en un camposanto.