¿Llama la OEA a un golpe en Venezuela?
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Seamos breves y concretos:
La oposición venezolana solo puede apostar al golpe de Estado para regresar al poder. La expresión popular no la secunda y no hay posibilidades de que, incluso en un nuevo proceso eleccionario, triunfe en las urnas. De ahí el llamado a la desestabilización, por una parte buscando sembrar diferencias entre la alta dirigencia del PSUV y, por otra, intentando deslegitimar la opción constitucional que se ha tomado, tanto por parte de la Asamble Nacional como por el el Tribunal Supremo de Justicia. Apenas se tiene en cuenta que, aunque con grave estado de salud, Hugo Chávez está aún con vida y sigue siendo el presidente. Ese es un punto de suma importancia para la contracampaña: desatar en la psicología social la urgencia de la intervención, la percepción de vacío.
Como la oposición venezolana tampoco puede fraguar a estas alturas el golpe desde dentro, se han dirigido –casualmente– a la OEA (Organización de Estados Americanos), para alertar acerca de una supuesta “grave violación al orden constitucional”. En concordancia, el presidente de esa organización, quien hace tan poco apoyara con tranquilidad el neogolpe constitucional de Paraguay, pretendió mostrarse reservado, por descubrir, según declaró, “factores políticos” en las decisiones de la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia de aprobar la posposición de la juramentación formal del Presidente venezolano Hugo Chávez. Es decir, que lo importante para los opositores venezolanos, Insulza y, más no faltaba, la OEA, no es precisamente la voluntad popular, sino la conveniente contrapelusa de la legalidad con la que puedan justificar un litigio y, en cadena, el golpe de Estado que tanto necesitan. Este, seamos claros, solo puedo ocurrir a partir de la injerencia.
¿A cuál diálogo reclaman desde los EEUU cuando el pueblo venezolano, y sus instituciones de poder, se han pronunciado claramente? ¿Al de imponer la voluntad de las minorías oligárquicas que vuelvan a saquear los recursos del país? Se suponía. La entereza del pueblo, que supo restituir al presidente del golpe de 2002, del cual fue parte activa el “paladín” Capriles, y la madurez que muestren las instituciones para garantizar la unidad sin alterar el rendimiento de su trabajo, definirá el proceso y frenará, de ser así, los desesperados intentos de buscar, siquiera, un neogolpe que la OEA pudiese refrendar.
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