Festival de Cine: Carlos Reygadas sigue haciendo el cine que queremos ver
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Carlos Reygadas sigue haciendo el cine que queremos ver, ese que buscamos afanosamente entre tanta paja. Él no se guía por códigos o maneras de hacer establecidas, o más bien, sí, él tiene los suyos, y estos son ya parte de su estilo personal.
Confieso que, menos su ópera prima, Japón, he visto las anteriores películas de este autor mexicano y cada vez que salgo del cine experimento —y me imagino que la mayoría de los espectadores también— una profunda sensación de extrañamiento.
Las historias de Reygadas no nos permiten terminar un filme y salir riendo o comentando inmediatamente si el tema es este o aquel, porque no podríamos determinar categóricamente una historia o un tema independiente en cada producto audiovisual.
Él nos cuenta, o mejor, nos presenta un modo de vida, una sucesión de acciones —ordenadas o no—, y alrededor de lo que pudiera ser el conflicto central, el director mexicano genera una suerte de viñetas que muy bien nos ilustran esos otros detalles invisibles, que muchas veces se van por encima del tema principal.
Simplemente nos deja pensando durante un buen rato y, no sé cómo se las arregla, pero —al menos a mí me pasa que aun cuando pasen unos días— las imágenes siguen en nuestra memoria y esa realidad que él nos cuenta y que puede parecernos bien lejana, de pronto se imbrica con las cosas que vivimos.
Post-tenebras-lux es, en mi opinión, su filme más logrado, no en vano le hizo ganar la Palma de Oro al mejor director en Cannes 2012. La intención de exponer un tema aparentemente sencillo como puede ser la convivencia de una familia en un lugar apartado en el bosque, Reygadas la convierte en una experiencia reveladora, insólita, preocupante tal vez…. Ese lugar que se nos promete muy sano y tranquilo, encubre una hostilidad y agresividad que cala en los personajes.
El extrañamiento que nos provoca proviene con la misma intensidad del guión o de la visualidad del filme. Esa criatura excepcional —que simula ser el diablo lleno de luz y que al inicio del filme no podemos comprender lo que significa— me parece una de las estocadas más audaces de Reygadas en la película. Es una manera quizás de decirnos que no todo lo negativo viene de lo que ya está establecido como «malo», o que no siempre lo que parece correcto, realmente lo es.
Pienso que por eso el director recurre repetidas veces durante el metraje a un efecto en la pantalla que nos hace encontrar otra dimensión de lo que llamamos realidad. Las escenas de sexo cargadas de simbolismos, los colores y esos bordes difusos en la imagen, que nos muestran los objetos o personajes desde otra visión, son una manera de expresar la mutabilidad o la incertidumbre de lo que es la vida.
Algo de lo mejor de Post-tenebras-lux y de los demás filmes de Reygadas es que no se preocupa por hacernos entender ni por darnos respuestas, sino que nos invita a sentir, a ser partícipes de su propia experiencia creativa.
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