Turquía: ¿Punta de lanzamiento de EE.UU.?

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Turquía: ¿Punta de lanzamiento de EE.UU.?
Fecha de publicación: 
11 Diciembre 2012
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Cuando Turquía estaba en su mejor momento en la arena internacional, con posturas claras a favor de los intereses de los pueblos de la región y un gobierno de claro apoyo popular, vuelve a recordar su etapa imperial y egoísta proceder de entonces, al asumir el triste papel que Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) le han deparado como estandarte en la conspiración fraguada contra Siria.                                                                                            

No hay quien en su sano juicio se pueda creer que Damasco haya agredido militarmente al territorio turco, ni que Damasco haya aprovechado el problema kurdo para causar problemas a Ankara, cuando un grueso número de mercenarios bien entrenados y una oposición armada hasta los dientes se encuentran en la tarea de derribar un gobierno legítimamente constituido, sin importar la destrucción del país y la muerte de decenas de miles de personas.   

Antes de que un obús del ejército sirio cayera accidentalmente en territorio turco, se sabía, y no por la prensa occidental, del derribo de tres aviones turcos por la defensa antiaérea de Siria en territorio sirio, lo cual demostraba la abierta implicación de Ankara en la agresión, con el fin de derribar al único gobierno árabe que se ha opuesto consecuentemente al imperialismo norteamericano y su principal socio en la región, Israel.  

Los más recientes acontecimientos muestran que las cosas no están saliendo como Washington quiere, de ahí que las visitas urgentes de la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, a Ankara y Tel Aviv, se enmarcan en el intento de evitar el colapso de los elementos adiestrados y entrenados por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, el M-16 británico y el Mossad israelí.   

Es por ello el aumento de las amenazas turcas de atacar directamente a Siria, al tiempo que realiza incursiones contra territorios habitados por los kurdos en Siria e Iraq, que han provocado incluso la protesta del gobierno iraquí.   

Como se sabe, Turquía es el principal opositor a la unidad de esa etnia y la formación de un estado en la región del Kurdistán, que abarca territorio de varios países.    

Ambivalencia y vericuetos

Hace apenas un par de años, cuando la Unión Europea le dio un portazo en las narices a Turquía (a pesar de algunas reformas significativas en cuestiones militares y penales introducidas por el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo, conocido en turco por las siglas AKP), el país cambió el rumbo de su política para orientarla más hacia la región circundante y menos hacia Europa. La postura del ministro de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoğlu, resumida en la frase «cero conflictos con los vecinos», sentó las bases estratégicas y teóricas de esta reorientación.  
                                                     
Dando una vuelta de página espectacular, Turquía se acercó a Armenia; suavizó su posición en relación con Chipre; intentó atraer a Irán a un diálogo positivo con Occidente; convenció a Damasco de poner fin al prolongado conflicto fronterizo entre ambos países; y, como culminación de todos esos logros, inició conversaciones de paz entre Siria e Israel bajo mediación turca.
                                                                       
Sin embargo, esta política de buenos vecinos no funcionó como se esperaba. El acercamiento con Armenia se empantanó; en lo referido a Chipre, no se hicieron avances significativos, especialmente después de que en la República Turca del Norte de Chipre (entidad solamente reconocida por Turquía) ganara las elecciones un dirigente menos conciliador; la apertura hacia Irán no suavizó la posición de los mulás en materia de desarrollo nuclear (y tensó las relaciones con Estados Unidos); las conversaciones entre Siria e Israel fracasaron; y la participación de Ankara en el envío de la flotilla a Gaza en el 2010, junto con la brutal respuesta de Israel, pusieron punto final a décadas de estrecha cooperación entre ambos países.    
                                                     
Solo el presidente sirio, Bashar Al Assad, era manifiestamente el aliado más cercano que tenía Turquía.     
                                                        
Pero todo cambió cuando el Pentágono vio frustrados sus planes de derribar al gobierno sirio. Entonces procedió a presionar al primer ministro turco, Tayyip Erdogan, quien cuenta con un mayoritario apoyo popular y está respaldado por el fuerte crecimiento de la economía nacional.      
                                                                                                       
El premio al plegamiento de los intereses norteamericanos estaría en la entrada en la Unión Europea, el reconocimiento a los intereses nacionalistas y el respaldo al crecimiento económico, además de la posibilidad de llevar al poder a un régimen sirio afín al partido gobernante en Ankara.         
                                                                                       
Todo ello ha desembocado en una actitud militar contra Siria que ha llevado a proyectar la instalación de cohetes Patriot en la frontera común.  
                                                                                                               
Turquía también ha demostrado ser un valioso aliado de Estados Unidos en Afganistán, donde sus 1700 efectivos militares actúan en Kabul, y ha dicho que mantendrá su presencia allí, de acuerdo con lo que estipule Washington, que anunció su retirada para el 2014.

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