Nuevas revelaciones en escándalo Petraeus amenazan a la Casa Blanca

Nuevas revelaciones en escándalo Petraeus amenazan a la Casa Blanca
Fecha de publicación: 
24 Noviembre 2012
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El escándalo en torno a la renuncia del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), David Petraeus, sube de tono y amenaza con convertirse en un serio aprieto para el flamante segundo mandato del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

 

Petraeus, general retirado del Ejército y exjefe de las tropas en Irak y Afganistán, presentó su dimisión el 9 de noviembre ante el jefe de la Casa Blanca luego que trascendió su relación extramatrimonial con su biógrafa Paula Broadwell.

 

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) conoció del romance después de monitorear correos electrónicos anónimos que Broadwell envió a Jill Kelley, amiga de Petraeus residente en Tampa, Florida, para exigirle que se alejara de él, y a quien incluso amenazó con hacerla desaparecer si continuaba ese vínculo.

 

El jefe de las tropas norteamericanas en Afganistán, el general John Allen, recibió un email que lo conminaba a cesar sus contactos con Kelley.

 

El FBI localizó la procedencia de esos correos y llegó hasta Broadwell, quien dice ahora que se siente devastada por las consecuencias de esa aventura sentimental, lamenta profundamente cuanto hizo a su familia y a todos los demás, y trata de repararlo y seguir adelante.

 

Por otra parte los federales hallaron una cantidad significativa de documentos confidenciales en la computadora de Broadwell y en su casa, pero también descubrieron correos electrónicos entre Kelley y Allen que fueron entregados al Departamento de Defensa.

 

Además de la dimisión de Petraeus, el resultado del acceso policial a estos intercambios electrónicos afectó la carrera militar en ascenso de Allen, quien estaba a punto de ser nominado por el presidente Obama como jefe del Comando Supremo Aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa.

 

Allen estaba en Washington para declarar ante el Senado como parte del proceso de confirmación como el próximo comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa (Saceur, por su sigla en inglés).

 

Pero el secretario de Defensa, Leon Panetta, anunció el 13 de noviembre que se había iniciado una investigación administrativa sobre la conducta de aquel.

 

No obstante, Allen regresó el 21 de noviembre a Kabul, y se reincorporó a sus funciones, lo cual indica que por ahora su ascenso se mantendrá pendiente, pero a la vez que tampoco surgieron evidencias concluyentes sobre sus supuestas "relaciones inapropiadas" con Kelley.

 

Mientras continúa la investigación sobre su relación con Kelley, Allen proseguirá al frente de los 37 mil militares de la OTAN y los 66 mil estadounidenses en Afganistán.

 

La lista de hechos contradice la versión oficial de la administración sobre la ausencia de filtraciones de información secreta en el caso, factor citado como una razón para que el Departamento de Justicia no notificara a la Casa Blanca y el Congreso de forma inmediata sobre el inicio de la investigación.

 

Líderes legislativos ratificaron su intención de indagar sobre el papel de los federales en la pesquisa, que pasó del escrutinio de un posible conflicto privado a una revisión de la correspondencia electrónica de dos altos funcionarios vinculados a la seguridad nacional del país.

 

La senadora demócrata por California, Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, dijo que tiene muchas dudas sobre la naturaleza de la investigación del FBI y la forma en la cual fue concebida, porque "todos los días hay algo nuevo".

 

La CIA se incorporó a toda esta ola de investigaciones sobre Petraeus, detrás de indicios de que el exgeneral pudo utilizar los privilegios de su cargo, como los aviones privados y hospedajes en hoteles lujosos, en interés de su relación amorosa con Broadwell.

 

En el Congreso las cosas también se complican. Líderes legislativos republicanos enfocan ahora sus acusaciones contra el secretario de Justicia y fiscal general, Eric Holder, quien conoció a finales de agosto la investigación, pero solo informó al mandatario y a los congresistas después de las elecciones del 6 de noviembre.

 

El director del FBI, Robert S. Mueller, enfrentó duros cuestionamientos cuando se presentó ante miembros del Senado y la Cámara de Representantes. Su asistencia a la reunión fue interpretada como una señal de que la administración está altamente preocupada con el tema.

 

Legisladores republicanos se cuestionan el momento de la renuncia de Petraeus y exigen una investigación a fondo.

 

En ese sentido, el senador del partido rojo por Carolina del Sur, Lindsey O. Graham, insiste en que debiera formarse un comité selecto conjunto de la Cámara y el Senado, similar a los que se conformaron tras los escándalos Watergate e Irán-Contras.

 

El caso Petraeus puso en peligro además la investigación sobre la polémica respuesta de la Casa Blanca tras el ataque en septiembre pasado al consulado en Benghasi, que provocó la muerte al embajador en Trípoli, Christopher Stevens, y otros tres funcionarios.

 

Al respecto, el exjefe del espionaje se presentó en una audiencia a puerta cerrada ante los miembros de los comités de Inteligencia de la Cámara de Representantes y del Senado que investigan el suceso, donde confirmó que desde un inicio supo que se trataba de un ataque terrorista.

 

Otra "víctima" que aparece en este escándalo es la representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, quien días después del atentado dijo a varias cadenas televisivas que el incidente fue motivado por una protesta espontánea debido a la exhibición de fragmentos de una película ofensiva para el Islam.

 

Medios de prensa señalan que alguien dentro de la administración cambió los "puntos de conversación" que la comunidad de inteligencia había preparado para enfrentar la situación, pero no se ha podido determinar quién se tomó esa atribución.

 

Cerca de un centenar de congresistas republicanos enviaron una carta al presidente Obama el 20 de noviembre, en la que le piden se abstenga de nominar a Rice como futura secretaria de Estado.

 

Los legisladores acusan a Rice de realizar declaraciones imprecisas, ya sea a propósito o por incompetencia, que desinformaron al público estadounidense acerca del ataque contra el consulado norteamericano en Benghasi.

 

En la misiva, 97 miembros republicanos de la Cámara de Representantes dijeron que están profundamente atribulados por la posibilidad de que Rice sea designada para relevar a la actual jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton.

 

Estos y otros enredos amenazan seriamente a la segunda administración de Obama, en momentos en que el mandatario trata de reestructurar su equipo de seguridad nacional. El hecho de que se escuche en Washington las palabras Watergate e Irán Contras y se relacionen con la renuncia de Petraeus, pudiera ser un augurio de que se acerca una tormenta política a la capital estadounidense.

 

Esta vez no es como en tiempos de Richard Nixon, con grabaciones telefónicas y documentos ocultos, sino en esencia, como resultado de la actividad policíaca que realizan las agencias estadounidenses en el ciberespacio.

 

Irónicamente en esta ocasión el espionaje contra la privacidad de los norteamericanos alcanzó nada más y nada menos que a dos generales con carreras en ascenso, y uno de ellos el jefe de los espías.

 

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