¿Se acabarán los récords en el deporte?
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Uno de los mayores atractivos de cualquier competencia deportiva son los récords que se puedan imponer. Muchos califican un certamen como desastroso si no hay ninguna marca borrada de los libros. Sin embargo, las más envidiadas, las cotas mundiales, sufren hoy no pocos cuestionamientos, que van desde el propio límite humano para vencerlas hasta la influencia de sustancias dopantes y la tecnología.
En esa lógica, ¿pueden estar los días contados para los récords universales?, ¿las nuevas primacías solo llegarán a través del dopaje?, ¿cuánto influyen los adelantos de la ciencia en disciplinas como la natación y el ciclismo?, ¿qué dicen los estudios y las tendencias contemporáneas sobre este fenómeno?
Con el devenir histórico de la actividad física, el ser humano fue superándose a sí mismo a través del perfeccionamiento de los sistemas de entrenamiento, sin obviar las aptitudes físicas y el talento natural. Entre 1896 y 1968, los récords del orbe fueron rotos con una creciente frecuencia, lo cual comenzó a declinar en la primera mitad de los años 70 del siglo pasado.
La distancia o diferencia entre una nueva marca y la anterior también, en sentido general, cayó drásticamente, pues si antes, por citar un ejemplo, un nadador o corredor podía esperar una reducción de 10 o 15 segundos con relación al poseedor del récord, hoy, la mejora está en el nivel de las décimas o centésimas de segundo, imperceptible al ojo humano.
El Instituto de Investigación Biomédica y de Epidemiología del Deporte en París realizó en el 2010 un análisis estadístico de los 3 623 récords deportivos registrados entre los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna y ese año. Por los cálculos estadísticos, a partir del año 2068 será prácticamente imposible que un deportista supere las cotas establecidos en un 90 % de las modalidades olímpicas.
“Las leyes biológicas, basadas en la genética, impiden la superación infinita”, dijo el médico francés Jean-François Toussaint, coordinador de la investigación, quien vaticinó que las pruebas de velocidad tendrán que ser cronometradas en unidades inferiores a las actuales, en tanto las competiciones relacionadas con distancia (salto, lanzamiento, etcétera) tendrán que considerar los milímetros.
Por otra parte, hace solo unos meses, el Instituto de Investigación GfS-Zúrich, dio a conocer los resultados de una encuesta aplicada en varios países europeos, en la que el 47 % piensa que hoy no es posible establecer plusmarcas mundiales sin dopaje.
Ciclismo, atletismo, natación y pesas tuvieron una imagen más negativa en cuanto a la asociación doping-récords, que deportes colectivos como el fútbol, hockey, baloncesto o balonmano. "En todas las disciplinas donde el factor determinante es la resistencia o la fuerza es más fácil doparse que en otras donde intervienen además, la técnica y el juego de conjunto", aseguró Matthias Kamber, director de la Agencia Antidoping de Suiza.
Y como si todo eso fuera poco, la discusión sobre la ventaja que otorga la tecnología a los deportistas es cada vez más polémica.
El Centro de Investigación de Ingeniería del Deporte de la Universidad Sheffield Hallam, de Inglaterra, demostró las ventajas de los trajes de baño de poliuretano, usados en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y el campeonato mundial del 2009, en los cuales se batieron 130 marcas.
El conocimiento y el desarrollo de materiales más ligeros, flexibles y resistentes (las bicicletas son otro ejemplo clásico) es un factor que otorga una ventaja importante a quienes cuentan con la capacidad de acceder a modelos de nueva generación. De ahí que sea cada vez más imperioso regular, por parte de las federaciones correspondientes, los materiales para uniformes o equipos.
Una corriente fuerte en algunos circuitos deportivos, favorable a la influencia tecnológica, defiende la necesidad de brindarle al deportista herramientas para poder superar lo logrado, porque consideran que el ser humano ha llegado a su límite.
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