Erika Escribá: voz de otro continente
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La soprano española Erika Escribá nunca había conocido La Habana antes de llegar al IV Festival Leo Brouwer de Música de Cámara. Tanto su madre como su abuela son cubanas que emigraron décadas atrás hacia Valencia, España.
Su abuelo, vasco de nacimiento, se considera cubano, pues vivió 40 años en la Isla. Escribá lleva la música cubana en su sangre porque desde pequeña escuchaba a los clásicos del danzón, el son y el cha, cha, chá.
La joven soprano participa en el festival, pero una de sus intenciones era conocer las calles de La Habana y su gente.
Erika Escribá tuvo el honor, según aseveró a Cubasí, de que el maestro Brouwer le dedicara para el festival la obra Hai-kus para soprano y piano (2012), que interpretó recientemente con el pianista Carlos Apellániz del trío Brouwer.
Es un reto para la cantante lírica española, pues es la primera obra que escribe el autor de Estudios Sencillos para este formato. No obstante, Escribá afirma: «Es un placer interpretar canciones del maestro. Son armonías complicadas, pero escritas al detalle, exquisitas, dibujan en dos o tres compases un grupo de sensaciones tremendas».
Erika Escribá tiene una fuerte formación operística, primero estudió en el Conservatorio Superior de Valencia con la profesora y soprano Gloria Fabuel, de quien asegura haber aprendido a desarrollar su técnica y a conocer la música en su parte más intensa a nivel de interpretación.
«Años después he viajado para mejorar mi formación y especializarme. Estuve cerca de dos años acudiendo cada tres meses a la Academia Santa Cecilia de Roma, en Italia, bajo la dirección de Renata Scotto, y allí pude aprender el bel canto italiano con profesores como Ernesto Palacio e Ileana Cotrubas».
Después la cantante lírica viajó a Francia a especializarse en música barroca, lo que le permitió integrarse a destacadas agrupaciones que cultivan este género y «logré estudiar con Dalton Balwin y Lorraine Nubar, que son un referente mundial en este campo», aseveró Escribá.
Sobre su manera de asumir una interpretación operística, Erika Escribá asegura que para llegar a convertirse en un buen cantante lírico, hace falta dominar de forma excelente la obra, pero sin perder de vista lo estético, es decir, el nivel de interpretación.
Escribá revela que: «Cuando abordo una obra, sea cual fuere, primero le realizo un análisis, antes de ponerla en la voz, interpretativo-musical, intento comprender lo que el compositor ha intentado expresar, y luego realizo la unión entre la música y el texto.
«Después de analizada la pieza, intento cantarla lo más natural posible, con una técnica ya desarrollada, y en los puntos técnicos que me dan una dificultad, son los que trabajo detalladamente».
—Mientras usted ensayaba, comentó que su interpretación de la obra del maestro Leo Brouwer había cambiado radicalmente al llegar a Cuba de lo que se había propuesto…
—Los músicos podemos tener una visión de una obra que puede cambiar en días y convertirse en otra mirada a la misma, pero lo mío ha sido muy radical.
Del último ensayo que hicimos en España a este en Cuba, ha sido un cambio total, la interpretación que yo había hecho, las emociones que me había generado y buscado dentro de mí para intentar dar significado a lo que Leo quiso expresar, tuve que modificarlas.
Al venir a Cuba, como mi madre y mi abuela son cubanas y mi abuelo es vasco, pero se considera cubano porque vivió 40 años aquí, he sufrido una transformación, pues ahora he cantado como si fueran ellos, y así he comprendido más la obra de Brouwer.
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